CAPITULO 15

775 Words
Rachele se estaba quedando cerca del parque donde me encontró al medio día, era una pensión muy humilde; con una cama, una repisa apolillada y un velador a su costado; encima de este estaba la mochila que llevaba consigo la noche del viernes, seguro llena de ropa. - ¡No puedes vivir aquí! - Es lo único que puedo pagar. Thomas –se sentó en la cama- me cobran apenas S/.30.00 soles por semana, no puedo pedir una mansión por tan poco dinero; además estoy acostumbrada a estas cosas, créeme… - Entiendo que no siempre se puede tener lo que uno quiere, pero una casa es algo que se debe tener y no anhelar. - Y la tengo, en Ahoskie claro… en Omsdianna no tengo nada. - Me tienes a mí –le dije con una mirada muy seductora. - Hasta que consigas lo que quieres de esta pueblerina, luego te iras, el hecho de que no haya estado enamorada no quiere decir que sea tonta, Thomas –me lo dijo con una sonrisa tan hermosa que no advertí la situación–. Bueno joven, debo alistarme, en una hora tengo que estar en el restaurante así que usted me esperará abajo. - Antes debo pedirte una cosa Rachele. - ¿Qué cosa? - Que no demores mucho porque me aburriré solito… - Si sigues quitándome el tiempo, demoraré más –con sus brazos me dio un giro y llevó hacia la puerta del cuarto. Su cuarto quedaba en el tercer piso y subir y bajar las escaleras me había desgastado las piernas, y cómo no estarían desgastadas, si hace ya mucho tiempo que no salía a correr. Un hombre mayor salió de la pensión y se sentó en una silla mecedora que estaba en un costado de la puerta, se puso los lentes y empezó a leer un libro viejo, por mi parte yo me recosté en mi moto y conecté los auriculares para poder escuchar música mientras Rachele se alistaba, en eso me llegó un mensaje de Martha. > Es increíble la capacidad que tienen las mujeres para cambiar su carácter y sentimientos en cuestión de instantes, en la mañana Martha hubiera dado todo por matarme, y ahora sale con esto; en fin, era una oportunidad que no podía desaprovechar porque si lo hacía, ahí sí que perdería a Martha y era un lujo que no podía darme porque era la preferida de mis amigas. Pero, ¿Qué pasaría con Rachele? era algo que no podía saber, lo único que sabia en ese momento era que quería ver a Martha. > (Varios minutos después…) Sentí como una sombra salía de la pensión, alcé la mirada y allí estaba ella viniendo hacia mí, con una sonrisa tan deslumbrante que opacaba el crepúsculo que se posicionaba por detrás de la pensión. No usaba maquillaje, la verdad ni falta le hacía, hay mujeres que simplemente son hermosas y no necesitan de esas cosas y Rachele era una de ellas. Se había puesto una blusa tan blanca como su piel y el pantalón de vestir era n***o como su cabello, la típica ropa de una mesera. - ¡La espera valió la pena! Ahora que estoy viendo lo más hermoso de este universo, puedo asegurar que la espera valió la pena. - Gracias por tantos cumplidos –esta vez no agachó la mirada, ya se estaba acostumbrando. - Bueno señorita vamos a su trabajo. (…) “Los secretos de Doña Rosa” así se llamaba el restaurante que por las noches funcionaba como anticucheria. Estaba a solo tres cuadras de la pensión donde Rachele se estaba quedando. Desde fuera se podía ver que no era un lugar lujoso ni mucho menos, pero era un lugar muy agradable, tenía buena música y, sobre todo, tenía anticuchos. - Gracias por este hermoso día –me dijo al bajar de la moto. - Gracias a ti Rachele… - Bueno, ya debo entrar… Hasta luego Thomas. - Espera, hoy no te iras hasta que me des tu número. - Vale –le entregué mi celular y ella guardó su número en él– ahora si ya me voy -se acercó a mí, y me dio un beso en la mejilla derecha y un abrazo; ella se soltó y le agarré la mano. - Mucha suerte Rachele, y ojalá no robes las miradas de los clientes con tu sonrisa –esta vez no pudo evitar sonrojarse. - Gracias –y entró al restaurante muy ansiosa por su primer día de trabajo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD