No se preocupe, sinceramente me alegra mucho saber que no era nada grave, que solo fue un episodio de estrés, si es por el trabajo puede tomarse unos días, le aseguro que se los pagaran completamente.
Antonella charlaba con un empleado que había tenido un desmayo, pensaban que era algo importante, pero solo fue un episodio de estrés y preocupación, Antonella escuchaba paciente al hombre que le contaba sus penurias.
— No, no es mi trabajo, eso me mantiene ocupado de los problemas de casa, como puede ver no soy tan joven, mi esposa y yo tenemos ya muchos años juntos, mis hijos son mayores y se han independizado, pero lamentablemente ese día descubrí que ella me era infiel, que me engañaba con un hombre cercano a nosotros, eso me tenía tenso, estresado, sin contar enojado por lo que sucedía, aprendí a trabajar tan duro por mi familia, por sacar adelante a mis hijos, que quizá la descuide, no lo sé, tal vez la excuso por lo que hizo, pero tenemos tantos años juntos que no imagino mi vida sin ella, no sabe que me entere de su engaño, no he tenido el valor de decirle la verdad, no sé que hacer.
Antonella se sentía tan mal por el hombre, por lo que había sucedido, por las cosas que le pasaban, no sabía darle un consejo, no sabía que decir, ella no había podido mantener una relación con Nathan, él pensaba lo peor de ella, y no supo manejar la situación, no tenía experiencia con novios, siempre se había dedicado a estudiar, a trabajar con mucho esfuerzo, a ayudar a sus hermanas, a sus padres, que no se había preocupado por su vida amorosa, y cuando por fin la tuvo no sabía como lidiar con el dolor que ahora se apoderaba de ella.
— Desearía poder hablar con usted, darle un buen consejo, decirle lo que necesita escuchar, pero no puedo, sinceramente no pude mantener una relación estable, pero le propongo darle mi amistad, escucharlo y guiarlo con la ayuda que requiere, tenemos a una excelente psicóloga en la nómina, y creo que por ahora ese es el mejor consejo que podría darle.
El hombre le agradeció a Antonella, ella era una buena mujer, era falso que la empresa tuviera en la nómina una psicóloga, pero ella con gusto pagaría el tratamiento que aquel hombre requería, le entrego los datos de una compañera de la universidad, ella era muy buena en su rama, así que Antonella le entrego los datos al hombre, al tiempo que llamo a su amiga para que le diera una cita lo mas pronto posible, y que le enviara las facturas a ella.
— Gracias Doctora, de verdad que estaré siempre agradecido por lo que hace por mí.
El salió del consultorio dejando a Antonella pensativa, ella observaba a la nada, meditaba su propia vida, tal vez ella misma necesitaba ayuda psicológica después de lo que paso con Nathan, aún estaba confundida por todo.
Llamaron a la puerta haciendo que dejara sus pensamientos a un lado.
— Pase.
Decía ella mientras llenaba el papeleo que iba al archivo del paciente.
— Doctora, tiene una visita, insistió así que...
La asistente de Antonella le informaba que había una persona esperándola.
— Por tu cara parece el mismo demonio que espera afuera, ¿de quién se trata?
Antonella vio como una mano se abría paso por la puerta, Nathan entraba y le pedía a la chica que los dejara un momento solos.
— ¿Doctora?
Pregunto ella, Antonella asintió haciendo que la chica saliera del consultorio, ella veía a Nathan, esperando que esta vez no viniese con esa actitud negativa de las ocasiones anteriores.
Ella se puso de pie y le pidió quitarse el saco y arremangarse la camisa hasta los codos para tomar su presión arterial.
Pero Nathan se negó.
— No me siento mal, yo solo.
Antonella lo veía y explico.
— Discúlpeme señor Stevens, pero este consultorio es solo para pacientes, personas que se sienten mal, así que si goza de buena salud creo que no tiene nada que hacer aquí.
Ella tomó asiento tras su escritorio y continuo llenando papeleo.
— ¿Podrías prestarme atención unos minutos?
Pregunto Nathan.
— Si vienes a insultarme como la última vez, lo mejor es que no digas una sola palabra, sinceramente no quiero volver a sentirme mal por tus dudas.
Nathan se sentía tan avergonzado por todo lo que le había dicho la última ocasión en que se vieron, no tenía idea ni por donde comenzar.
— No, claro que no, yo por el contrario quiero disculparme contigo, sé que fui un completo imbécil, que te hice mucho daño, y sé que no puedo regresar el tiempo, que no cambiaré jamás las palabras que te lastimaron tanto Antonella, pero quiero pedirte perdón, quiero que sepas que ahora lo sé todo, Harry me dijo que tú y él, bueno, que son hermanos, que no tienen una relación como yo pensé, y eso me hizo darme cuenta de que fui un estúpido, no merecías nada de lo que dije, tú habías sido tan buena conmigo, tan gentil, y yo te arroje al rostro todo el odio que tuve por dejarme llevar...
Antonella lo escuchaba, el de verdad parecía arrepentido, pero era verdad, el pasado, sus palabras, nada de eso podía cambiarse, lo que él pensó sobre ella fue tan cruel.
— Gracias, esa disculpa me sorprende, pero la agradezco, y si es todo lo que tenías que decir puedes irte, las cosas están bien.
Nathan sintió la frialdad en las palabras de Antonella, perdonaba sus acciones, pero no volvería con él, no parecía deseosa de tener una relación con el de nuevo.
Él se puso de pie y camino hacia ella quedando sobre sus rodillas frente a Antonella que estaba sentada ahora viéndole directamente a los ojos.
— Antonella, sé que lo que hice fue nefasto, cometí un gran error, lo sé, pero quiero que las cosas se arreglen entre nosotros, la verdad no sé que podría decir para solucionarlo, dime que quieres que haga, que necesitas, te prometo que lo haré, que lo que necesites lo haré para solucionar las cosas entre nosotros, te juro que te amo, y que estas semanas han sido tan duras, tan difíciles, no puedo imaginar para ti, de verdad necesito que me perdones Antonella, te juro que jamás volverá a suceder, solo estaba enfermo de celos...