Alejandome de la millonaria

El destino

Anto lo escuchaba, él parecía sincero, pero lamentablemente la había lastimado mucho, sus palabras eran algo que se habían quedado en su mente, como la había juzgado y por si fuera poco buscaba solo hacer como si nada hubiese sucedido.

— Creo en tus palabras, a diferencia de ti, yo me di el tiempo de conocerte, de saber como eras, sé que eres sincero con tus disculpas, sé que lo que dices es real, y que lo lamentas, pero tristemente todo lo que me dijiste, tus acusaciones aún están muy presentes, ¿qué esperas de mi Nathan? ¿Dime que harías tú en mi lugar? ¿Harías como si nada hubiese sucedido y seguirías adelante? ¿Perdonarías fácilmente las palabras que tú me dedicaste?

Nathan sabía que no seria sencillo, pero esperaba que por un gran milagro Antonella pudiese perdonarlo, que se abrazarían y besarían apasionadamente para que las cosas fuesen como antes, pero ella tenía razón en una cosa, las palabras en ocasiones son la arma mas letal en una relación, y en su caso fueron como dagas que se clavaron en el corazón dulce de Anto.

— Sé que todo lo que dije fue un gran error, y que no merezco una oportunidad por todas esas terribles cosas que dije Antonella, pero te juro que me arrepiento tanto, sé que no fue tu culpa, y quizá en tu lugar me mandaría al demonio, pero te juro que estoy muy arrepentido, que me duele mucho saber que lo eche a perder, que tenía a la mujer mas buena y dulce, gentil, amable, y lo eche a perder completamente, fui un estúpido, un imbécil que no merece ni siquiera estar ante ti, pero te lo suplico, por favor, perdóname hermosa, te amo y no quiero estar mas lejos de ti, sobre todo ahora que sé la verdad, y sé tus razones para no habérmelo dicho antes.

Nathan suplicaba el perdón de Antonella, pero ella no podía hacerlo, él estaba ahí, triste, desesperado, pero a la mente de ella regresaba aquel Nathan duro, juzgador, amargado que le grito tantas cosas que la lastimaron de una manera tan dura.

— ¿Sabes que es lo que sucede Nath? Jamás he sido una mujer rencorosa con nadie, jamás, supero los problemas e incluso soporto tanto por amor, a la familia, amigos, pero en este caso es tan distinto, cuando los conocimos sentí algo aquí en mi pecho, un pensamiento paso por mi mente, podía verte y saber la clase de hombre que eras, estaba orgullosa y feliz al ver como te apoderabas de tu puesto de trabajo y como te convertías en la mano derecha de Harry, me daba tanto gusto saber que un hombre como tú estaba a su lado, sobre todo cuando supe que éramos familia, mi hermano para mí es lo mas maravilloso que me ha sucedido, en una cosa tienes razón, tengo mis motivos para no hacerlo público, para que solo quede entre nosotros el saber que mi padre y el suyo son el mismo, pero después vi otra cara de ti completamente distinta, y es en esa persona en quien no puedo confiar, tengo miedo de doblegarme y volver a pasar por lo mismo, porque te amo, porque en este mundo eres tú a quien mas he querido y quien mas me ha lastimado, quise contarte la verdad, pero no me dejaste hacerlo, en su lugar dándome una oportunidad para hablar, quisiste juzgarme, lastimarme como jamás nadie lo había hecho, te amo Nath, pero me amo mas a mi misma, y no pienso permitir que vuelvas a hacerme daño jamás, te perdono, pero no quiero volver a estar contigo en una relación, no me compliques mas las cosas y por favor solo déjame sola.

Nathan veía como las lágrimas parecían apoderarse de los ojos de Antonella, ella se desbordaría, pero no deseaba que él estuviese ahí en ese momento, le dolía, él se daba cuenta de que ella sufría al igual que él, así que pensó que solo necesitaba un poco de tiempo para meditar las cosas, la amaba tanto, y le daría el tiempo que ella necesitara, pero estaba lejos de darse por vencido con ella, la amaba demasiado para aceptar un no por respuesta, así le tomara años que lo perdonara, valdría cada día de espera, cada minuto y segundo que ella se tomara, porque sabía que al final el único culpable había sido él, si tan solo la hubiese escuchado cuando ella intentó decírselo aquellas ocasiones, nada de esto habría sucedido, ninguno hubiese salido herido.

— Comprendo Antonella, y te dejaré, por ahora, no puedes pedirme que no lo intente, yo cometí un gran error, y te lastime, quiero que sepas que te amo, y que jamás nadie ocupara ese lugar que te corresponde a ti, no hay mujer en este mundo que me interese como tu hermosa, no hay en el mundo nadie a quien ame como lo hago contigo, eres la mujer de mi vida, y espero que mañana, dentro de una semana, en un mes, un año, o 20 años puedas comprender que te amo mas que a mi propia vida, pues si pudiese te la entregaría para que hicieras con ella lo que desearas.

Nathan se puso de pie, se alejaría, pero sin poder evitarlo se acercó a ella y beso su mejilla, acaricio su rostro que había dejado escapar una lágrima sin poder evitarlo, cuanto amor sentía por ella, cuanto había extrañado su piel, su aroma, su bello y perfecto rostro, lucharía hasta morir si era necesario para recuperar el amor de la mujer a la que amaba con todo su corazón.

Nathan salió del consultorio de Antonella, cuando ella se vio sola se dejó llevar por aquellos sentimientos que se apoderaban de ella, lloraba con tanto dolor, con la tristeza que ahora le producía saber que él se arrepentía, pero que ella no podía olvidar, ¿qué haría? ¿Como manejar esto que ahora le sucedía? ¿Merecía ser perdonado? Eran preguntas que la hacían sentir tan confundidas, tanto que ni siquiera era consciente de que alguien había entrado en su consultorio sin que se diera cuenta hasta tener esos brazos rodeándola para tranquilizarla.

— Déjalo salir bonita, si duele es porque somos personas reales, no te ahogues con eso que sientes.

Antonella se dejaba llevar por sus sentimientos en los brazos de su hermano que había llegado a consolarla, supuso que Nathan vendría a verla, así que estuvo pendiente por si algo salía mal, parecía que Antonella sufría, era claro que amaba a ese tipo, pero el sabía que si el destino los había puesto uno frente al otro, ese mismo destino los volvería a unir...