Yo ire...

1326 Words
— Estás tan equivocado, necesitas comprender que... Pero Nathan estaba tan cegado, había ofendido a Antonella de maneras que la habían lastimado tanto, ella no podía creer que Nathan de verdad pensara todas esas cosas sobre ella, ¿Harry su amante? Eso era una verdadera falta de respeto, sobre todo por lo que él significaba para ella. — No quiero saber nada más, sinceramente me da asco la forma en la que tú y él, maldición ¿cómo pueden hacer? Nathan camino de un lado hacia otro mientras Antonella se quedaba asombrada por la dureza de sus palabras, cuando odio contenido tenía, dejo que sacara aquello que ahora lo agobiaba, tenía que hacerle saber la verdad, pero él se negaba a escucharla, eso era complicado, no sabía que decir para que Nath la escuchara. — Solo necesitas escuchar Nathan, sinceramente no mereces una respuesta mía, pero es importante que comprendas que... Nathan habló antes de dar un portazo. — No, Antonella, no quiero escuchar nada más, creo que nada de lo que tengas que decir va a hacer que cambie mi opinión sobre ti, Dios, y pensar que en un momento tuve tantos sueños, no vales la pena, no eres más que una... Antonella se quedó en silencio, no merecía aquellas acusaciones en su contra, no valía la pena seguir desgastándose, si el aun conociéndola como lo había hecho dudaba de esa manera sobre quién era Antonella, no tenía caso seguir hablando. — Solo quiero que me hagas un favor Nathan. Él se quedó en silencio escuchándola, quizá le pediría no hablar sobre el tema. — No te preocupes, no hablaré, aunque merezcas ser juzgada por tu familia, que sepan la verdad, no soy yo quien tenga el derecho de decir absolutamente nada. Pero Antonella se negó. — No, no es eso, solo quiero pedirte que no vuelvas a buscarme, no me llames, borra mi número de tus contactos, si tú piensas eso de mí no necesitas a una mujer como yo en tu móvil, no vuelvas a venir aquí, no tenemos nada de que hablar, a menos que tu vida este en peligro no quiero saber de ti, espero que jamás suceda, y que goces de buena salud siempre, a partir de este día quiero que te mantengas alejado de mí, no deseo verte, escucharte, has dejado claro lo que piensas de mí, así que por favor solo déjame sola, porque yo tengo mucho trabajo a diferencia de lo que tú puedas pensar. Nathan estaba asombrado, ella parecía tan seria, no sabía leer su rostro, si estaba molesta, triste, decepcionada, pero hizo lo que ella le pidió, se alejaría definitivamente de ella, no tenía caso seguir adelante con cosas que solo lo lastimaban. Nathan caminó y no dijo una sola palabra más, todo había quedado claro entre ellos, los puntos sobre la mesa hacían que ambos comprendieran que no volverían a cruzar sus caminos, quedaría claro que no podría amarla ni ella a él. Fue a su despacho, con el corazón roto, estaba destrozado por qué tuvo que hablarle de aquella manera, pero era lo correcto, dejar claro por qué se alejó de ella. — No me pases llamadas, me iré un poco antes, nos veremos mañana. Dijo antes de solo arreglar unos pendientes, no podía permanecer aquel día más en la compañía. No fue a casa, paseo por la ciudad, necesitaba meditar, pensar bien lo que haría con su vida, imaginarla en los brazos de Nathan le hacía tanto daño, le dolía mucho, solo pensar que estuvo con ella y Antonella no fue jamás suya. El tan esperado viaje de Nathan llego, tendría unos días para despejar su mente fuera, al menos no la vería, no le doliera el corazón al tenerla tan cerca y tan lejos al mismo tiempo. Llego a la empresa donde tendría una estadía de dos días solamente, para después viajar una semana a Grecia, ahí solucionaría un negocio que había tardado ya más de la cuenta, esperaba que Harry de verdad saliera con su familia de paseo, ellos merecían el tiempo de su padre y esposo, quizá de esa forma él terminaría por olvidarse de Antonella, pero lo veía complicado, eso no sucedería fácilmente, Anto era hermosa, una chica que con una mirada ponía tus pies hacia el cielo, tenía la facilidad de hacerte sentir cómodo, tan bien contigo mismo, no podía creer que conoció a una Antonella distinta de la que era en realidad. Antonella, por otra parte, encontró un buen amigo, Mark Redder se hizo cercano a ella, era un poco más joven, pero de igual manera ambos tenían cosas en común, el tenía negocios, pero se encargaba especialmente de uno que no le encantaba, pero que había pasado de generación en generación desde su tatarabuelo, un casino, bar, que albergaba a los hombres más importantes del país, incluso del mundo, de muchos lugares venían a él, pues era también un tipo de hotel, tenía habitaciones que al entrar te hacían recordar el pasado, todo con tecnología, pero con ese toque antiguo, muebles de madera tallada a mano, los empleados llevaban uniformes como las doncellas de tiempos antiguos, era como viajar en el tiempo, enormes y pesadas cortinas color rojo aterciopelado separaban las salas para dar privacidad a los invitados. — Lo siento amigo, sinceramente gano mi dinero y me aferro a él, la verdad solo podría ir cuando pelee tu campeón, he escuchado muchas cosas sobre él, quizá invite a Alison, aunque no sé si el lugar sea de su agrado, sabes como son estas preciosas hermanas. Mark reía, Harry jamás aceptaba sus invitaciones, solo en una ocasión asistió a un evento, pero tuvo una emergencia familiar y tuvo que regresar a casa, Antonella en definitiva no apreciaba ir a jugar azar, eso no era propio de ella, así que también declinaba la invitación. Antonella recibió una llamada, al ver de quién se trataba le pidió un segundo a ambos. — Es Ana, denme un minuto por favor. Ana había llegado a la compañía, pues regresaría a casa con Antonella, ella trabajaba ya muy cerca de Anto, no acepto un empleo de Harry, siempre buscaba conseguir lo suyo, era una chica fuerte que no permitía tonterías de nadie mucho menos de los hombres, por ello su fracasada relación anterior. — Claro, mi niña, estoy en mi consultorio, sube. Antonella les explico que la llevaría a casa. — ¿Así que tienes otra hermana? Anto asintió. — Sí, digamos que es una copia de Alison, pero un poquito más pequeña, es la menor de las hermanas, lo sabrás con solo verla. Y así fue, cuando Ana llego a donde estaban charlando los 3, Mark comprendió lo que Harry decía, una preciosa chica de cabellos oscuros, una preciosa mirada color verde, piernas preciosas y tonificadas bajo una falda corta, una blusa abotonada color blanco bajo un saco color café que no dejaba apreciar sus preciosos pechos que notoriamente eran de buen tamaño. Mark se sorprendía consigo mismo, nunca le había puesto tanta atención a una chica como lo hacía ahora con ella, ¿de verdad vio sus pechos? Se preguntó a sí mismo, ¿por qué hago esto? Sonrió y saludo de mano a la chica que caminaba hacia su hermana. — ¿Que le sucede a la gente de esta ciudad, casi me atropellan, no hay respeto por el peatón, un tipo me toco el claxon del auto, si es cruce peatonal significa que tengo prioridad ¿No? Mark sonrió al escuchar la forma de hablar de aquella morena, era increíble que fuese hermana de Antonella, Anto era muy tranquila, siempre llevaba una sonrisa en sus labios y tenía una mirada angelical, lo contrario a esta chica que no parecía guardarse nada. — Bien, pues me retiro, si ninguno de ustedes acepta mi invitación para ir a mi casino me voy.... Pero para su sorpresa, al caminar para alejarse escucho una voz. — ¿Casino? Yo iré.
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