El día martes fue lo peor. Gracias a mi falta de sueño me desperté más torpe de lo normal, llegué tarde a la escuela porque tuve que tomar el autobús y olvidé mi teléfono en casa por la prisa que llevaba. Luego de tres interminables clases, por fin me encontré con Kim y Dani en el pasillo. Sonreí de oreja a oreja porque durante la mañana no las había visto y era un poco desesperante no tener mi móvil conmigo para mensajearlas. - Chicas – las saludé contenta. - Madie, Hola – Dani me abrazó y Kim imitó su acto. - ¿Han visto a Greenwood? – pregunté. No había estado en mi clase de química y me parecía extraño. Además no vi mi coche en el aparcamiento. - No, creo que no ha asistido hoy, ¿Por qué no lo llamas? – sugirió Kim. - Dejé mi teléfono en casa – resop

