Encuentro

3204 Words
Tan pronto como Samanta subió a su habitación, se deshizo de sus zapatos a puntapiés y se lanzó en la cama con su celular en mano, buscó entre sus contactos el número de Alicia, se colocó el móvil contra una oreja y esperó a que ella contestará a su llamada. No tenía la costumbre de llamarla para contarle de sus citas, pocas veces requerían de una llamada, normalmente todo lo discutían por mensajes instantáneos, pero por esta vez, Samanta se vio interesada en hablar con ella. -          ¿Sam? – le contestó su mejor amiga al otro lado de la línea. -          ¡Prométeme que no vas a dejar que acepte salir otra vez con alguno de los amigos de tu fastidioso novio! -          ¿tan mal te fue? -          ¡Horrible! Al inicio parecía un buen sujeto, luego se puso súper pesado, literal, no dejaba que me fuera. -          Cuéntame todo. – pidió Alicia y Samanta le relató todo lo sucedido, que al principio su cita parecía ser encantador y amable. -          Pero cuando se metió con mis motivos para seguir soltera, te lo juro, Alicia, me dio mucho pánico, pensé que Damián le había hablado de… “tú sabes quién” – murmuró y se quedó un momento en silencio, para Alicia eso era muy normal, siempre que mencionaban a su ex novio, era como sí Samanta quedará totalmente paralizada. -          Entiendo… prácticamente te dejaste guiar por tus emociones. -          Pues sí, tuve la necesidad de salir huyendo de ahí, pero cuando traté de irme, se puso muy pesado, me sujetó del brazo con fuerza, en serio no tengo idea de que estaba pensando hacer. -          ¿Se puso agresivo? ¿te lastimó? ¿Cómo lograste que te dejara en paz? – la voz de Alicia al otro del teléfono sonaba preocupada y curiosa. -          Sí, era como sí se hubiera convertido en otra persona, no me lastimó, pero sí me dio cierto temor. Y bueno, de hecho tuve un poco de ayuda… - Samanta pausó por un momento, recordando la ayuda que había recibido – de la nada salió Álvaro. -          ¿Álvaro? ¿El Álvaro del que hablábamos hace unos días? -          Si, ¿te lo puedes creer? En serio, eso es otro caso, ya sé que me dijiste que no fuera paranoica pero… ¿no piensas que es raro?   Samanta cambió de posición sobre su cama, acostándose de espaldas y mirando el techo, en su cabeza meditaba sí era relevante el mencionarle a su mejor amiga el pequeño momento que había compartido con Álvaro y el cómo había descubierto que tenían tanto en común, y le había comenzado a agradar. Pero al final decidió ocultarlo, hablar de ello sería darle importancia, y para Samanta nadie era lo sumamente importante para ser mencionado más de una vez.   Ellas hablaron hasta muy tarde, para el día siguiente decidieron darle un pequeño escarmiento a Damián, por haberle presentado una persona sumamente desagradable, para su novia no era una idea que le atrajera especialmente, para la amiga de su novia, estaba ansiosa de que llegara el momento de la venganza.     Había sido una mala cita, así lo consideraba Samanta, pésima idea salir con personas que tenían amigos en común, nunca más lo volvería a hacer, aquella mañana se había levantado con esa idea en su cabeza, mientras se cepillaba los dientes, revisó sus r************* , y justo ahí, como si fuera un resplandeciente trofeo, ella tenía una solicitud de amistad, era de Álvaro. Un nerviosismo se apoderó de ella, algo que hacía mucho no había sentido. -          Sam, apresúrate, se nos hará tarde – la voz de Gael tras la puerta, la sacó de sus propios pensamientos. -          ¡Voy!   Samanta se echó el celular en la bolsa trasera de sus jeans, y decidió no pensar en aquella solicitud hasta dentro de otras dos horas, no necesitaba distracciones o eso le podría costar una falta en su primera clase del día, se apresuró a terminar de arreglarse y después junto con su hermano se pusieron en camino.   *** Aunque en un principio, el plan de Álvaro era mantenerse alejado, tratando de mantener un perfil bajo, se dio cuenta que eso no le estaba resultando del todo, a pesar de que hacía un gran esfuerzo para que ella no sospechara nada, se le hacía cada vez más difícil el mantenerse al margen.   Además, él había percibido que desde su último encuentro no era tan mala idea el entablar una amistad con ella, es decir en las últimas 24 horas, ella le había confiado muchísimas cosas que él consideraba importantes, sí se acercaba como un amigo, “¿podría descubrir más cosas? Y lo más importante de todo ¿ella me dejaría entrar?” se cuestionó mentalmente, sabía perfectamente la clase de reputación que Samanta tenía, por lo que no sería fácil entrar en su vida, así, sin más nada… Pero ahora que lo pensaba, toda esa reputación era ¿real? Álvaro no se esperó más, así que decidió dar el primer paso, le mandó una solicitud y esperó. -          Buenos días, mi amorcito – Emilia entró en su coche por la puerta del copiloto, tomó asiento y le estampó un beso en los labios. -          Buenos días, Emi - Álvaro rápidamente guardó su celular y le sonrió.   La mayoría de los días, Álvaro pasaba por su novia, para poder llegar juntos a la universidad, la mayoría de las veces, no conversaban mucho, pues Emilia ocupaba el tiempo del recorrido en maquillarse y terminar de contestar los mensajes que podría haber recibido durante la noche, se podría considerar que ella era una chica popular.   Álvaro y Emilia se habían conocido en la universidad y aunque estudiaban lo mismo, ella era dos años menor por lo que solo coincidían en un par de clases, para Emilia francamente él no era su tipo de chico ideal, pero decidió darle una oportunidad, pues en sus propias palabras: “Estaba cansada de lo mismo” y él era exactamente lo contrario a todo lo que ella estaba acostumbrada, después de salir por otro semestre en varias citas, fiestas de amigos y encuentros furtivos en la universidad, finalmente decidió aceptarlo y así fue como comenzaron a salir. Para Álvaro no era que fuera un desconocimiento total el por qué la había escogido para salir, “Una chica linda, dulce, astuta e inteligente” fue lo que pensó cuando la conoció, a pesar de no tener nada en común, se convenció de que sus sentimientos eran lo suficientemente fuertes para comenzar una relación, así que no lo pensó mucho y decidió conquistarla, llevaban menos de medio año de relación, por lo que pensó que aún tenía mucho por conocer de su novia, algo era muy claro y es que Emilia era en exceso celosa y algo manipuladora, él estaba al tanto de lo que se decía por los pasillos sobre ella, pero no le importaba, porque la quería, realmente lo hacía. -          ¿No es la chica de la fiesta? – fue lo primero que dijo Emilia al bajar del coche, mientras miraba tras de él. -          ¿Quién? – Álvaro se volteó, y sentada en una de las bancas, la observó - ¡oh sí! Es Samanta… iré a saludarla, ¿vienes? -          ¿tienes que ir ahora? – su novia lo tomó por el brazo, evitando que se fuera, para Álvaro este comportamiento era muy normal, así que dejó que se colgara de su brazo. -          No tardaré, Emi, sí quieres adelántate al aula. -          No, aquí te espero. – ella le hizo un puchero, y a él le pareció adorable, le besó la frente y caminó hacia el lado de Samanta.   Del lado contrario, ella lo observó acercándose, justo acababa de meditar el aceptarle la solicitud que le había mandado mas temprano, así que el verlo de pronto, volvió a causarle un cierto nerviosismo. -          Buenos días – saludó Álvaro. -          Hola – Samanta le sonrió, pero se quedó quieta en su lugar cuando tras de él, un poco alejada, notó a Emilia y recordó lo que se decía de ella así que decidió no besarle la mejilla como muestra de saludo - ¿llegaste bien a tu casa? -          Sí, todo perfecto, no te avisé porque… - él se rascó la nuca dubitativo – pues no tengo tu número. -          Ya sé, no te preocupes, por lo que puedo ver estas sano y salvo. – dijo de manera irónica y Álvaro solo se rio. -          Bueno, de hecho te mandé una solicitud, podrías aceptarme para mantenernos en contacto… -          Claro, por sí otra vez me encuentro en problemas ¿pueda hablarte? -          Para eso y para lo que quieras – contestó él de manera muy honesta, cuestión que hizo sonrojar a Samanta. -          Gracias, entonces te aceptaré…   Emilia hizo acto de presencia tras Álvaro. -          Vamos, las clases pronto van a empezar – le dijo a su novio, ignorando por completo a Samanta. -          Entiendo, amor – Álvaro se volteó a verla y agarró su pequeña mano, después se dirigió a Samanta – entonces, ahí hablamos. -          Claro.   Él le sonrió y después se dio la vuelta para caminar junto a su novia, cuando estuvieron lo suficientemente lejos como para que Samanta no los escuchará, Emilia se volteó a confrontar a su novio. -          ¿Por qué le hablas? ¿Sabes lo que se dice de ella? -          No lo sé, me parece agradable y sabes que no le hago caso a los chismes. -          ¡Ay, Álvaro! Para ti, todas las personas te parecen agradables – chilló, y lo observó enojada – Esa chica tiene malísima reputación, en serio, preferiría no verte tan cerca de ella. -          No te preocupes, amor, solo fui amable, es todo.   Mientras él veía a Emilia sonreír, sabía que por el momento esta simple respuesta podía resolverlo todo, por supuesto que estaba al tanto de todo lo que se decía sobre Samanta, “la chica fácil, que coquetea con todos, y después los rechaza”, por eso mismo es que él estaba interesado en ella. Y por esta vez, decidió no hacerle caso a su novia, sabía que más adelante podía causarle problemas en la relación, pero nuevamente se dio cuenta que su curiosidad por llegar hasta el final de las direcciones escritas en la agenda, era mayor que mantener una relación saludable con su novia.   *** Después de terminar el día, y recibir las infinitas peticiones de disculpa por parte del novio de Alicia, Samanta por fin pudo terminar los pendientes, excepto uno, aceptar la solicitud que muchas horas atrás había recibido de Álvaro, no quiso hacerlo justo después de verlo porque pensó que se vería demasiado ansiosa y no quería representar esa imagen frente a él.   Samanta buscó entretenerse en escoger lo que se pondría en su próxima cita del fin de semana, cuando terminó, tomó asiento, agarró su celular y se quedó unos minutos viendo todas las publicaciones y fotografías que el chico compartía en su cuenta, Samanta descubrió que a Álvaro le gustaban los videojuegos, la música, el cine y los libros, parecía un tipo de nerdo combinación de geek, “aunque no lo parecía” pensó, y después conforme iba deslizando el dedo por la aplicación, fotos de él con su novia, una tras otra, de un segundo a otro, recuerdos le volvieron a la mente, recuerdos sumamente dolorosos del pasado que alguna vez tuvo con alguien que pensó estaría en su futuro.   Con sorpresa se dio cuenta que había estado sosteniendo la respiración, así que después de recobrar el aliento, dejó de pensar y decidió actuar, finalmente aceptó la solicitud, aventó el celular lejos, porque temía lo que sucedería a continuación, se sentía sumamente infantil pero no lo podía evitar, estaba nerviosa. El corazón se le agitó con violencia cuando escuchó el pitido de una notificación entrante, “Es él, es él” se dijo a sí misma, y lentamente sostuvo el móvil en sus manos y lo desbloqueó.   “Pensé que no me aceptarías, tardaste demasiado”   En efecto, el mensaje era de Álvaro, lo leyó unas cinco veces y se sorprendió de que los nervios no se fueran, y en cambio tuviera una sonrisa estúpida en la cara, Samanta sabía lo que estaba sucediendo, cada parte de su cuerpo y sobre todo de su corazón se lo gritaban, sin embargo ella los mandaba a callar y volvía a asegurarse de que todo estaba en absoluto orden.   “Estaba ocupada”   Fue lo que ella contestó, simple, directo, sin pensarlo, o tal vez si lo pensó, en que no quería verse demasiado dispuesta.   “¿Te preparas para tu próxima cita?”   Para Álvaro hacer esa pregunta era normal, trataba de verse casual, necesitaba respuestas acerca de la salida que ella tendría el fin de semana, quería corroborar que la fecha que tenía en su agenda, coincidía con alguna de sus citas. Una parte de él le urgía en saber más de lo que Samanta hacía, y con quién lo hacía.   Pero para Samanta, la pregunta la tomó por sorpresa, recordó que le había hecho prometer que no diría nada a nadie sobre que tenía citas, pero “¿eso también iba para él?”, se preguntó vagamente la reacción que obtendría de él, sí supiera que todas las semanas salía con un chico diferente, por un momento lo que él pensara de ella, le preocupó y eso no le agradó, así que decidió mentir, Álvaro no necesitaba saber cada cuanto tenía citas, mucho menos con quiénes eran.   “Para nada, tardaré en tener otra cita”   Álvaro quedó confundido ante la respuesta, pero decidió ignorar el hecho de que tal vez ella le estaba mintiendo, así que no trató de saber más, temía que Samanta se diera cuenta y lo descubriera.   “¿En serio? Eso está bien” “¿Esta bien? Jajaja ¿por qué lo dices?” “Así no te distraes de tus estudios, eres una alumna ejemplar, debería decir que de las mejores en la carrera” “¿me has estado observando?” “Desde hace bastante tiempo”   La respuesta de Álvaro la dejó sin aliento por un par de segundos, pero se repuso rápido y se convenció de que solo eran “habladurías” de un chico por chat, así que lo pasó por alto y trató de dirigir la conversación hacía los estudios, alejándola lo más que pudiera de las citas.                       Pasaron la ultima hora chateando, Samanta se impresionó al encontrarse de nueva cuenta sonriendo como una tonta frente al celular, y a pesar de que estaba disfrutando mucho de la conversación, sabía que tenía que alejarse, así que después de inventarse una buena excusa como “tengo que estudiar” decidió dar por terminado el intercambio de mensajes con Álvaro.   Los días siguientes, Álvaro no le volvió a mandar más mensajes, y por consiguiente Samanta tampoco le buscó, claro que ambos tenían sus propias razones. Él genuinamente estaba ocupado, entre los estudios, sus intereses personales y su novia, tenía poco tiempo para hablar con Samanta, además que a diferencia de todos los chicos de su edad obsesionados con las r************* y contactarse de una manera virtual, él era más del tipo personal, a pesar de que le gustaba la tecnología y los videojuegos. Y ella, por supuesto que no mostraría ningún tipo de interés hacia él y eso significaba “no buscarlo, sí él no te busca”.   El sábado, Samanta tendría una cita con un chico que la había contactado por r************* , era la primera vez que se verían, era como una cita a ciegas, en las fotos él parecía bastante guapo, lo que le hizo preguntarse “¿por qué alguien así, seguiría soltero?” pero no le puso tanta importancia como debería, después de todo ella también seguía soltera y la razón era bastante importante, además que como siempre solo era una cita más.   Justo cuando Samanta llegaba al sitio de encuentro, reconoció al chico sentado en uno de los sillones fuera de los locales, caminó segura hacia él, sonriendo y manteniendo en mente que todo saldría perfecto, pero de pronto su atención se vio afectada, cuando creyó ver a alguien conocido observándola, sin embargo cuando volteó no pudo reconocer a nadie. -          Hola, soy Samanta – le dijo a su cita, cuando llegó hasta él. -          Hola, hola, soy Rodrigo… - contestó el chico, mientras se ponía en pie, y le besaba suavemente la mejilla – seguro te lo dicen un montón, pero eres más bonita en persona. -          Para nada, muchas gracias – Samanta le sonrió y le devolvió el cumplido.   Comenzaron a andar alrededor de la plaza, platicaron de sus carreras en la universidad, de sus planes futuros, de lo que les gustaba hacer en su tiempo libre, Samanta pronto descubrió que Rodrigo era estudiante de medicina, actualmente hacia sus prácticas en algún hospital del centro y su falta de pareja, se debía al poco tiempo que disponía para ello.   Después se dirigieron a una de las cafeterías fuera de la plaza, tomaron asiento y siguieron platicando, para Samanta era fácil seguir conversaciones triviales, estaba acostumbrada a hacerlo, sin embargo no estaba preparada para el giro que tendría la de esta vez. -          Realmente no busco nada formal por ahora, ¿sabes? – le había confesado Rodrigo. -          Claro, entiendo. -          Si, mas propiamente dicho, me gustaría una relación casual. -          ¿Casual? – Samanta desvió la mirada hacia su té helado y bebió. – No entiendo. -          Bueno, me refiero a algo más físico. No te lo voy a negar, la verdad me atraes bastante y sé que yo tampoco estoy tan mal… -          Espera, espera… - ella levantó una mano para detener el caudal de palabras, antes de que dijera más cosas inapropiadas – No sé por qué te has atrevido a decirme esto, pero te detendré ahora, porque escucharte por más tiempo sería un desastre total, no estoy interesada.   Su cita la miró fijamente, se le notaba confundido, como sí no pudiera comprender el hecho de haber sido rechazado, incluso antes de pedir algo de manera directa, para Rodrigo que nunca había recibido una respuesta negativa, esto lo golpeaba totalmente en el orgullo y su ego. -          Ahora soy yo el que no entiende… ¿Por qué aceptaste salir conmigo? -          Pues, para conocernos, pero de haber sabido que eras este tipo de persona… -          No, no, creo que has malentendido el motivo de esta cita. – comenzó Rodrigo, y ella no pudo más que alzar las cejas con sorpresa – cuando te contacté, pensé que era claro lo que quería, es decir, no nos conocemos de nada, hablamos como ¿dos veces? -          ¿y? -          Y… ¿por qué creerías que tendría alguna intensión romántica contigo? – soltó de pronto, y eso ofendió a Samanta, quién sí bien estaba peleada con lo romántico, no por eso desdeñaba el motivo de estar enamorado, aunque eso ya no fuera para ella. -          No lo sé, pensé que era una cita para conocernos más, no para que te acostaras conmigo. -          ¡Rayos! Esto ha sido una total pérdida de tiempo – dijo él, mientras se tomaba el resto de su frappe. -          ¿Pérdida de tiempo? -          Sí, tu no me darás lo que quiero y yo no te daré lo que quieres… terminemos esto aquí – alzó la mano para llamar a un mesero – como no conseguiré nada, dividamos las cuentas. -          Como quieras – Samanta lo miró irónicamente, se le hacía sumamente patético el actuar del chico, pero tenía razón “terminar aquí, era lo mejor”.   Él pagó su parte, y se fue, dejándola sola en el lugar, sin mucho que hacer y con bastante tiempo aun, decidió mandar mensajes para matar el tiempo y pensar en lo que haría a continuación, no lo pensó mucho, no es como que su lista de contactos fuera infinita, un mensaje para Alicia y otro para Álvaro.   Era tarde para arrepentirse, sabía que había roto su regla, pero ¿Qué más importaba? En realidad, quería volver a hablar con él, aunque solo fuera por mensajes.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD