**MALCOLM** Sus gemidos se mezclaban con mis jadeos, creando una sinfonía de deseo que resonaba en el silencio de la habitación. Me sentía como un náufrago a la deriva, perdido en un mar de sensaciones, aferrándome a ella como si fuera mi única tabla de salvación. Necesitaba sentirla cerca, fundirme con ella en un abrazo eterno, dejar que nuestros cuerpos hablaran el lenguaje del amor. Y ella, como si leyera mis pensamientos, se aferró a mí con fuerza, acercándome aún más a su cuerpo, invitándome a perderme en la inmensidad de su ser. La ropa comenzó a estorbar, a ser un obstáculo entre nuestros cuerpos ávidos de contacto. Con movimientos lentos y deliberados, comenzamos a deshacernos de ella, liberando nuestra piel a la espera del roce mutuo. Cada prenda que caía al suelo era una pro

