**MALCOLM**
Había diseñado meticulosamente un escenario para doblegarla: cada palabra, cada gesto de desprecio, cada silencio pesado que llenaba el aire… Todo había sido pensado para que ella entendiera su lugar, para que supiera que, sin mí, no era nada. Que su existencia se encontraba dentro de mi universo, bajo mis normas, con mi nombre, en un rincón donde podía liberar su vida del polvo y la indiferencia, aunque solo fuera por un instante.
—Ingrata de Kinnaird, sirve otra copa.
—Esta mujer no sirve para nada, por eso su apellido cayó en picada.
Pero allí estaba, de pie, imponiendo con su silencio una humillación mucho más poderosa que cualquier grito o amenaza. Decorando su propia humillación con una dignidad que no podía comprender del todo, una fuerza que parecía surgir de las
