Pasó varias semanas desde que el inspector Rodríguez no volvió a aparecer en centro de protección, supuse que no quería volver a verme ya que le preguntaría casa dos por tres si había encontrados a los asesinos de mi abuela, así que no tuve muchas esperanzas de que encontrarán a los responsables de su muerte. Me sentí sola solo podía pensar en cómo escapar de esta pequeña prisión, me encontraba en ese pequeño cuarto lleno de niñas de mi edad que soñaban con encontrar una familia que las quisieran y nunca dejarán.
La mayoría se comportaban como princesas cuando llegaban visitas y así con suerte las escogerían, en cambio otras hacían lo posible por seguir ahí y no ser adoptadas por matrimonios infelices. Por ahí rondaban historias horribles que las familias adoptivas hacen a los niños, una de esas historias surgieron por un niño llamaba do Eddie que fue adoptado por una familia es Minnesota que obligaba a sus hermanos adoptivos y a él a trabajar en venta de sustancias, cuando los asistentes sociales se enteraron lo primero que hicieron fue quitarle a todos los niños que tenían adoptados, alrededor de cinco niños. Cuando Eddie volvió al centro metió miedo a todos los niños que pudo para que no fueran adoptados por semejantes seres.
Al poco tiempo Eddie fue adoptado por una familia bastante elegante y adinerada de los que Los ángeles. Cuando me contaban todas esas historias lo único que deseaba era ser adoptada por una familia de mi ciudad, no podría imaginarme vivir en otro lugar que no sea en Michigan. Un día estaba en el patio escribiendo en el diario que me regalaron mis padres cuando vi entrar una niña pelirroja de ojos azules, llevaba unas trenzas a cada lado de la cabeza y un vestido rosa, cuando vi que otras niñas se la acercaron para meterse con ella fui hasta donde se encontraban y las aparte.
- Ehh! Dejadla tranquila - le cogí de los pelos a la abusiva del centro.
- Tu no te metas si no quieres cobrar tú también - me empuja con su mano y me aparto. Quede tan indignada que fui a por un cubo de basura y me fui directamente a ella.
- ¡A mí no me vuelvas a empujar jamás! - le lancé el cubo de plástico en la cabeza y salió corriendo con sus amigas.
- Te has metido en un buen lío mocosa -sale corriendo.
Odio la gente abusona sobre todo los que se meten con niños más pequeños que ellos. Cuando terminó la pelea veo que la niña pelirroja está sentada en el suelo llorando.
- Oye no llores ya no volverán a meterse contigo - me agacho para ayudarla a levantarse.
- No lloro por eso, ellas me dan igual - se seca las lágrimas - lloro porque me han roto la pulsera que me regaló mi padre.
- Oh vaya lo siento mucho este....
- Tamara mi nombre es Tamara - me da la mano.
- Yo soy Emma -La sonrío y nos vamos a dentro a por ropa limpia ya que la que tenía se le ensucio por culpa de las otras niñas.
- Espero que esto te sirva porque de momento esto es la única ropa que tengo - le doy un pantalón y una camiseta larga.
- Gracias Emma.
Esa misma tarde le pregunte a mi tutora si tendría tiras de plástico para hacer pulseras, quería hacerle una nueva a Tamara. Cuando me las dio esa misma noche esperé a que todas las demás estuvieran durmiendo para acercarme al armario y coger los restos de pulsera que le quedaban, me lo llevé a mi cama y empecé a formar una nueva, cuando termine lo coloqué otra vez en su sitio con una nota que decía "Espero que te alegres" No recuerdo bien a qué hora terminé de hacer la pulsera pero cuando a la mañana siguiente nuestra coordinadora nos vino a levantar yo no podía ni siquiera abrir los ojos. Escuché que todas las demás se habían levantado y estaban preparándose para asistir a clase y yo aún seguía en la litera, de repente escuche un grito que venía del otro lado de la habitación, era Tamara.
- ¿Quién ha hecho esto? - me levanto del susto para saber qué le pasaba y voy hasta ella.
- Mmmm bueno he sido yo... Pensé que.... - me abrazada sin pensarlo.
-Me encanta muchas gracias Emma.
Y así empezó una gran amistad.
Después de un año en este centro se acercó mi cumpleaños, 23 de mayo. No quería celebrar nada hacía justamente un año en que mis padres morían y yo decidí no volver a celebrar mi cumpleaños nunca más. Por ahí se escuchaba que una familia adinerada iba a adoptar a uno de nosotros así que todo el mundo estaba nervioso, los tutores, los coordinadores... TODOS, Tamara estaba más nerviosa que nunca, ella deseaba ser adoptada y llevaba un año esperando esa oportunidad ya que era el último deseo de su padre. Era policía pero cuando murió su mujer por una enfermedad de cáncer no pudo aguantarlo y empezó a beber sin descanso, un día iba por la carretera conduciendo ebrio y chocó contra un árbol mientras se dirija a casa, cuando llegó al hospital los médicos no pudieron hacer nada y falleció a la hora. Por esa misma razón Tamara deseaba con todas sus fuerzas ser adoptada por una familia que la quisiera. Yo estaba escribiendo en mi diario cuando veo que viene corriendo hacia mí con efusión.
- ¡Emma Emma! No te vas a creer lo que acaba de pasar.
- Debe de ser emocionante si vienes así de emocionada.
- ¡Más que interesante! Nanny me ha mandado a llamar para conocer a un matrimonio que quiere adoptar y adivina que... ¡Creo que les he gustado! - me quede sin palabras al escucharlo.
- Eso es muy bueno Tamy, me alegro muchísimo - le doy un abrazo, en el fondo estaba triste porque sabía que ya no la volvería a ver y era mi mejor amiga.
- Aún no me lo creo ¡estoy tan contenta! Pero no te preocupes haré todo lo posible para que nos veamos siempre.
- Ya verás que sí.
A la mañana siguiente estábamos desayunando todos en el comedor y veo que Nanny se lleva a Tamy, me quedé con la duda así que cuando terminé de desayunar me salí del comedor y fui a la sala de reuniones a esperar fuera, parece ser que al final van a adoptar a Tamy. Mientras estaba viendo las musarañas y pensando en la nada veo que salen todos, el director, Nanny con Tamy y los padres adoptivos, se veían tan bien tan elegantes. Mientras los demás se despiden Tamy se acerca a mí emocionada y me abraza.
- Ya está Emma ¡me han adoptado! Aun no me lo creo -salta de alegría.
- Estoy muy contenta Tamy es lo que querías - sonrió y la abrazo, siento que esta es la despedida.
- Aún no me voy tranquila creo que tienen que hacer muchas cosas antes de irnos, tengo que contarte tantas cosas....
- Entonces cuéntamelas ¿Cómo son? ¿Dónde vas a vivir ahora?
- Son maravillosos, viven en Los Ángeles con sus dos hijos Matías y Leonard, los dos son mellizos y tienen 12 años. He visto su casa ¡Y es enorme!..... - yo solo la miraba callada.
- Oh Emma lo siento sé que te estoy aburriendo.
-No Tamy no me aburres solo es que estoy muy contenta por ti de verdad -me sale una pequeña lagrima.
-Venga vamos a tomarnos una Coca-Cola - me coge del brazo y vamos a la máquina expendedora.
A la mañana siguiente ayude a Tamy a guardar sus cosas en la maleta para marcharse a su nuevo hogar, no lo voy a negar estaba muy triste por perder a mi mejor amiga pero sabía que era lo mejor para ella. Cuando llegamos al recibidor estaban sus padres adoptivos esperándola con una gran sonrisa, ella salió corriendo a abrazarles, se veían tan felices y contentos que nadie podría arruinar ese momento, sentí un poco de envidia y recordé como era cuando mis padres estaban vivos, yo sentía lo mismo. Mientras ella seguía hablando con ellos yo me di media vuelta para marcharme, no quería que este momento fuera real.
- ¡Oye! No pensabas que me iba a marchar sin despedirme de mi mejor amiga ¿no? – me abraza por la espalda.
- Bueno… es que no me gusta las despedidas.
- Anda mira que eres boba – me da la vuelta y me abraza, no puedo evitar llorar.
- Emma no llores, te prometí que nos veríamos y hablaríamos siempre.
- Lo sé pero aún no me hago a la idea de que ya no te vea todos los días.
- Míralo por el lado bueno, cuanto menos nos veamos más fuerte se hará nuestra amistad. – me revuelve el pelo.
- Más te vale porque sería capaz de coger un cohete y buscarte hasta la otra punta del país. – ambas nos reímos.
- Te voy a echar de menos
- Yo mucho más – la abrazo y me despido de ella.
Sentí como mi mundo se caiga en pedazos, ella era la única persona que me alegraba los días en este triste centro. Perdí a mis padres, a mi abuela y ahora a Tamara ¿Qué podría salir peor?
Paso un mes y yo aún seguía triste por no estar con mi mejor amiga pero sabía que ahora estaría mejor, recibí una carta en la que me contaba todas las aventuras que había hecho en las últimas semanas y venía con una foto de su nueva habitación, parecía un palacio, debo de admitir que sentía un poco de envidia. Después de leer su carta fui al patio a escribir en mi diario, alguna que otra vez escribía pero hacía meses que no lo hacía. Cuando levante la vista vi que Nanny estaba viniendo hacía a mí.
- Hola Emma ¿Qué haces aquí tan solitaria?
- Bueno siempre he sido solitaria – no quise decir nada más.
- ¿Siempre o ahora que ya no está Tamara? – arquea una ceja.
- Desde siempre solo que ahora mucho más.
- ¿Qué escribes en ese diario? Siempre veo que lo llevas a todos lados.
- Es el último regalo que me hicieron mis padres justo el día de su muerte.
- Es precioso y único, nunca había visto uno igual.
- Oye mira sabes que no me apetece hablar de ello – me levanto del banco para ir a otra parte.
- Espera Emma no te vayas me gustaría hablar contigo de una cosa muy importante – me entró tanta curiosidad que me detuve.
- ¿Qué cosa?
- Es mejor que hablemos en privado – nos fuimos a su despacho.
No tenía ni idea de que quería hablar pero la curiosidad se apoderó de mí.
- ¿De que querías hablar? – me siento en la silla y la miro fijamente.
- ¿Qué te parecería si te dijera que podrías tener una familia en menos de una semana?
No supe que contestar ante esa pregunta, por mi mente pasó tantas cosas que parecía una sopa de letras. Quizás esta sería mi oportunidad de comenzar una nueva vida y olvidarme de todo.