El hombre que no quiero

Hoy cumplía un año de casada. Un año en el que si he visto a mi esposo cuatro veces es demasiado. Era la dueña y señora de una gran mansión en la que solo habitaba mucha tristeza y que aunque estuviera llena de lujos, no dejaba de sentirse vacía. No sé a cuántos guardias tenía a mi disposición, y las muchachas de servicio eran cinco. Por lo que me sentía asfixiada y sin privacidad, lo que me llevaba a pasármela en mi cuarto todo el día. Y claro, que no se me olvide decirles que, mi esposo y yo dormimos en habitaciones separadas, aunque no sé para qué realmente, ni duerme en casa. Me miro al espejo todos los días preguntándome, quefue lo que hice en mi otra vida que hoy en día paso por esta situación tan deprimente. Dirán de qué hablo y es qué, les sugiero que se acomoden. Inicio del flashback. —¿Por qué tienen esas caras? ¿Qué es eso lo que tienen que decirme tan grave? — Tras un arduo día de trabajo en la universidad donde imparto clases de Filosofía, me reuní con mis padres, quienes me solicitaron con urgencia en su casa. Pude escuchar el fuerte trago de saliva de mi padre. —Sabemos que eres una grandiosas joven mujer, y que tal vez no nos vas a perdonar nunca...— no dejé a mi padre terminar de hablar porque lo interrumpí. —No me vengan con que soy adoptada porque no se los voy a creer y si es así, no me importa — les hice saber desde ya advirtiéndoles con mi dedo índice. —Ojalá fuera eso y no lo que te diré — susurró mi padre en voz baja mientras apretaba sus manos con nerviosismo. En ese momento yo me convencí de que no jugaba. Lo conocía. —Yo... hace unos meses estuve a punto de morir a manos de un hombre malicioso. En eso intervino un magnate por así decirlo. — hizo una pausa. —Pues que hombre tan amable que te salvó — asentí. —Pues en ese momento lo fue. Pero ahora quiere cobrarme el favor — con la mirada baja apenas mencionó. Negué con la cabeza sin entender. —¿Quiere dinero? — le pregunté imaginándome que el problema era este, y que no teníamos la gran cantidad. Pero mi padre negó con la cabeza. —Necesita casarse. Es una condición que le pusieron para lograr algo que anhela. — mamá tenía los ojos aguados. —¿Y qué trato es ese que necesita esa condición?... mejor dicho, ¿qué tenemos que ver nosotros en eso? — inocentemente pregunté. —Que te quiere a ti como esposa, Gemma. Y si tu no aceptas entonces nos van a matar— Fin del Flashback. Con certeza les puedo jurar que ese día fue el último en el cual sonreí horas antes de esa grave noticia. A los quince días me casé por la iglesia con ese horrible hombre sin corazón. —Disculpe. Señora, el señor Osman ha llegado a la mansión después de tanto tiempo— Uno de los guardias me avisó como cada vez que llegaba de viaje. Yo leía una novela en uno de los bancos del pasillo. —Gracias, ya bajo— cerré el libro lentamente. Lo peor de todo es que tenía que bajar a recibirlo. Recuerdo su orden desde el primer día que nos casamos. > Al recordar aquel dictamen no pude evitar sentirme con las suficientes agallas como para no hacer lo que supuestamente era mi deber. Tenía cinco meses que se había ido. Y ni siquiera nunca habló conmigo por llamadas. Negué con la cabeza, me puse de pie y me encerré en la habitación. Me senté sobre el borde de la cama y abracé el libro que tenía entre mis manos. Quería llorar, todos mis días son muy tristes, todo porque no les quitaran la vida a mis padres. Me dirigí a la ventana, la abrí un poco y respiré aire fresco. Ese del que ya no podía disfrutar porque mi libertad había sido restringida. Ya no sé qué se siente caminar rápido bajo la lluvia sobre el asfalto. —¿Entonces ya no merezco respeto? — su voz me sobresaltó. Ese tono grueso, como si estuviera ronco. Agudo, imponente, autoritario. Me giré muy despacio. Había entrado a mi habitación. —No le estoy faltando el respeto, señor. Lo que estoy haciendo es no humillándome más. Yo no tengo que rendirle homenaje a nadie— lo miré fijamente a los ojos. Él era un hombre alto, de algunos uno punto noventa metros. Tenía el pelo hacia abajo, n***o, y unos ojos color café muy claro. Las veces que lo he visto siempre usa traje. Dió unos cuantos pasos hacia delante de mí. —Eres mi esposa, y eso significa que tienes que cumplir con muchas cosas sin importar lo que pienses. No estás aquí porque quieres, aquí no se hace lo que te plazca. — tenía un cierto aire de superioridad que odiaba con toda mi alma. —¿Sabes qué? Mátame, mátame o finge mi muerte pero no quiero estar aquí contigo. ¡Necesito mi vida! ¡La necesito de vuelta! — le grité, si, le alcé la voz muy fuerte. —¿Acaso estás tomada? ¿Cómo me pides que te mate? ¿Qué tipo de mujer eres? — incluso él mismo se sorprendió ante lo que le pedí. —Tenía veintitrés años, graduada en filosofía, trabajaba, vivía sola, tenía auto, pagaba todas mis cuentas, contaba con un círculo social muy bonito... Era ¡INDEPENDIENTE!... ¡FELIZ!...¡LIBRE! — me desplomé al suelo sintiendo todo el dolor acumulado salir a la luz. —No puedo ver a mi familia, no puedo salir, tengo las llamadas restringidas, ¡ME ESTOY VOLVIENDO LOCA! — tenía un año callándome todo esto por temor. —Todo porque tu querías heredar ese maldito conglomerado que tu padre te cedería antes de su muerte solo si encontrabas el amor primero que tu hermano, o de lo contrario él sería el heredero. ¿No tenías otra mujer en mente?! ¿Por qué yo j***r? — en pocas palabras, aunque suene exagerado, sentía el corazón desangrándose. —Tenemos doce meses de casados justamente hoy, y de esos tenías cinco de viaje. Sin contar los demás. ¿Tú has estado aquí solo cuantas veces? ¿Tres? — le pregunté mirando su rostro intacto, sin ninguna expresión, con las manos dentro de sus bolsillos, mirándome hecha nada. —En síntesis, ¡te has pasado el año entero fuera! ¡Viajando! ¡Resolviendo asuntos que supuestamente te llegaron ante heredar ese poder que querías! ¿Y yo que? ¡Encerrada en esta casa! ¡Asfixiándome con un guardia por doquier! — eso era lo que más me dolía. —¿Y sabes qué? No me duele haber tenido que salvar a mis padres de que los mataras. Me duele saber que me equivoqué pensando que nos casaríamos y al menos me dejarías continuar con mi vida siendo tu esposa, viviendo bajo el mismo techo, pero no. ¡Tengo que vivir siendo una presa! ¡Muriéndome lentamente mientras tu disfrutas tu vida con mujeres, teniendo mucho sexo, tomando alcohol, gastando dinero y de avión en avión! — le grité sintiendo como perdía todas mis fuerzas y poco a poco me desgonzaba. —Te odio tanto, te odio porque me obligaste a vestirme de novia, y a casarme por la iglesia, y algo tan sagrado como eso yo solo lo veía con el hombre de mis sueños. Alguien que me amara, que me tratara con amor y que me cuidara. No con una bestia, un ser sin corazón. Un hombre al que no quiero — La última lágrima la sentí correrme por la mejilla izquierda, mientras mi cabeza y lo que restaba de mi espalda chocaban con el suelo bruscamente, la vista se me nublaba y a lo lejos, muy lejos, lo escuchaba llamarme por mi nombre. Sin embargo, no quería regresar, no con él. HOLA! Espero que la historia les guste. Agradecería sus comentarios y sus votos. Gracias ❤️