—¿Vas a salir? —preguntó Nathan en un tono tenso. Había llamado a Verónica y ella estaba encantada de cuidar a Mathy, al parecer le había caído muy bien mi hijo. Me había dicho que para las siete ya estaba aquí. Le dejaría la cena lista a Mathy y me iría solo por un pequeño rato.
Ahora estaba hablando con Nathan, fue un poco difícil, sabía que era un hombre muy ocupado, pero cuando llamé al número en el que él mismo me había marcado hacía dos días tuve que esperar mucho tiempo para que contestara. Al parecer había estado en una reunión muy importante y su teléfono lo tenía su asistente. Que ni siquiera pudo contestar mis llamadas.
—Si, ya llamé a una niñera para que cuide de Mathy y le dejaré comida. Pero no te preocupes, no duraré mucho tiempo.
—Veo que haces esto muy seguido, ya resolviste todo. —No pude evitar que su tono acusador me hiciera hervir la sangre.
—No lo hago todo el tiempo, solo me gusta que las cosas se queden en orden cuando no estoy. Mathy estará bien, la chica es de confianza.
—Está bien, lo siento. Pero no te preocupes, hoy mismo buscaré a la mejor niñera de todo Nueva York.
—Definitivamente no sabes qué hacer con tanto dinero— bromeé riendo. — Tengo que colgar, voy a prepararme.
—Bien, ponte sexy, pero no demasiado. —Su voz era baja y seductora, ocasionando que mis piernas se debilitaran por todo el coqueteo— Nikolas te acompañará.
—No es necesario, Gina tiene su propio chofer. Ella me recogerá.
—Aun así, mandaré a alguien para que vigile a Mathy y Nikolas te seguirá en su coche. Buenas noches.
Nathan colgó después de eso. Me fui a duchar, aprovechando que Mathy parecía absorto en la televisión. Cuando entré en la ducha traté de ignorar la hermosa tina, la tentación de meterme allí y relajarme era fuerte. No tenía tiempo para eso. Me limpié el cabello y el cuerpo con un gel de baño que extrañamente era el que yo usaba, toda mi vida lo había hecho, incluso cuando me fui a Venezuela usé el Shampoo con olor a fresas, y aquí estaba.
Sentí mariposas en mi estomago al darme cuenta de que Nathan se había acordado de ese detalle. Él había amado mi olor, siempre me lo decía. Pero de allí a comprar mi Shampoo favorito después de tanto tiempo era algo halagador, si su novia supiera estaría muy enojada. Aunque la chica era tan hermosa y elegante que no creo hubiese inseguridad en ella, parecía que podría conquistar al mundo si quisiera y había conquistado a Nathan, él no era fácil de atrapar. Esperaba que al menos ella no fuera una perra mala, él no se merecía eso.
Cuando termine de ducharme me vestí con el brasier n***o de encaje que Nathan había visto, me hubiera gustado decir que no lo hice pensando en él, pero si lo hacía, estaría mintiendo. Me había puesto la prenda pensando en que le había gustado, eso me llevaría a mi perdición, estaba segura.
Elegí un vestido de noche n***o con lentejuelas, lo había escogido porque me gustaba mucho, Gina me dijo que era muy simple, no tenía tirantes ni nada, solo lentejuelas, pero a mi me encantaba por ello. Tenía que agradecer al sol de Venezuela por mi bronceado, mi cabello rubio hizo que mi piel resaltara aún más. Unos tacones plata de diez centímetros, mi altura máxima, y unos pendientes y collar de plata pura que mi abuela me había regalado cuando tenía quince años.
El maquillaje era lo las elaborado de todo, me ahumé los ojos, un n***o intenso que hacía que mis ojos verdes brillaran. Rímel en abundante cantidad, un poco de delineador y brillantina. Hace años el estilista de mi madre me había dicho que si resaltaba los ojos, no resaltara los labios, así que apliqué un poco de rubor, muy diminuto y pinté mis labios con un brillo transparente. Para cuando terminé había vuelto hacer la Eve Sanders que muchos envidiaron. Aunque esta era ahora una mujer, tenía mucho menos dinero, y más humildad.
Cuando salí de la habitación para verificar a Mathy él estaba parado frente al televisor, gritándole algo a Dora la exploradora, cuando me vio salir se quedó de piedra mirándome, una sonrisa iluminó sus ojos y dio un saltito moviendo sus brazos.
—¡Mami está hermosa! — dijo el con alegría. Reí ante su comentario y le lancé un beso en el aire.
Después de eso fui a la cocina, y le di su cena. El lunes lo llevaría a la escuela que Nathan diga, con su dinero y poder comenzaría cuando quisiera, había estudiado en esas escuelas caras, a ellos lo único que le importaba es que los representantes pagaran y donaran una buena cantidad de dinero. Mathy estaría contento estudiando de nuevo y yo estaría más tranquila. Cuando le di la cena me pidió que viera a Dora la exploradora con él. Me senté y me aguanté a la pequeña niña recorrer el mundo. Unos minutos después de que la serie terminara, el timbre sonó.
Verónica estaba en unos jeans y una camisa negra, sus ojos suaves y cálidos. Esta chica podría haber sido la amabilidad viva, era dulce y cariñosa, algo realmente bueno. Cuando Mathy la vio le dio un beso en la mejilla y le pidió que viera la próxima comiquita con ella. Verónica aceptó y me guiñó un ojo. Los dejé allí por un momento y fui a terminar mi vestimenta. Me eché un perfume que Gina había descrito como puta elegante y con dinero, pero en realidad olía muy bien. Tomé mi monedero n***o y metí mi teléfono, mis llaves, un poco de brillo y dinero en efectivo.
Cuando salí de nuevo de la habitación Verónica era la única viendo las comiquitas, y parecía muy entretenida mientras Mathy dormía con su cabeza recostada en su regazo. Sacudí la cabeza y la ayudé a llevarlo a su habitación sin despertarlo. Le indiqué lo que tenía que hacer en caso de una emergencia, le dejé mi número y el de Nathan, sin decirle realmente que Nathan era, y el número de Gina por si no podía ubicarme. Cuando mi celular sonó con un mensaje de Gina diciéndome que ya estaba abajo, le di un último beso a Mathy en la frente y me despedí de Verónica.
Al llegar hasta la entrada del edificio vi a Nikolas parado junto a su auto, me dio un asentimiento en reconocimiento. Se lo devolví y seguí hasta la limosina que estaba frente a mí. Cuando la ventana se bajó vi a una hermosa Gina hacerme señas para que entrara. El chofer me abrió la puerta y entré ella, estaba con dos chicas y un muy guapo hombre. Gina estaba más feliz que nunca.
—¡Oh mi Dios! —exclamó cuando vio mi vestido—. Tengo que admitir que el vestido no me gustaba al principio, pero vértelo puesto simplemente se ve hermoso, te ves hermosa.
Me sonrojé llamando la atención del chico que estaba sentando al otro lado del asiento.
—Gracias Gina, tu también te ves hermosa— le dije tímidamente.
—Oh que idiota soy, ellas son Penelope. —señaló a una rubia de cabello corto, aunque su color era más claro que el mío— Y ella es Sandra. —señaló a una morena de ojos cafés muy lindos— Y el único caballero de la noche Brandon.
Brandon era muy, muy apuesto. Sus ojos verdes pálido y sus labios carnosos, su ropa cara, era simplemente hermoso. Le di una mirada de arriba abajo, como me la estaba dando él tan descaradamente, pero algo le llamó la atención, miró por la ventana y su vista se quedó en el edificio.
—Wow ese edificio es muy costoso, es de Nathan Connors, el sexy empresario que sale con rubias inmaculadas. Tu novio debe tener mucha plata hermosura.
Y allí fue cuando me di cuenta con horror que era gay, y es que debí haberlo supuesto, su ropa era demasiado bonita y detallada como para un hombre. Era lamentable de verdad, algo así como Matt Boomer, pero era peor, porque a este chico podía tocarlo, pero sabía que no sentiría placer. Un codazo me hizo reaccionar, miré a Gina, ella me miraba significativamente. Sacudí mi cabeza y miré de nuevo a Brandon, no solo él esperaba por una respuesta, todos en la limosina.
—Eh... Sí, en realidad el padre de mi hijo tiene dinero, no yo —dije nerviosamente. No quería decirles que Nathan Connors era el padre de mi hijo, al menos no ahora. No quería que se volvieran locos solo porque estaban conmigo, había vivido en este mundo el tiempo suficiente como para saber que muchas personas te buscaban por interés, y hacían lo que fuera por ser amiga de una chica con dinero. En este caso yo no tenía dinero solo por ser la madre del hijo de Nathan, pero eso, ellos no lo sabían.
—Entonces que bueno por ti —La voz de Penélope era tosca y tensa. Me dio una mirada de pocos amigos y se giró hablar con Sandra.
—No le prestes atención, solo está envidiosa porque no tiene ningún novio rico— dijo Brandon mirándola feamente. Quise reír por cómo eso, llamó la atención de la rubia platino.
—Algún día Brandon, conseguiré a Nathan Connors, haré como esta chica —me señaló—, y me embarazaré a propósito, eso te aseguro lo mantendrá conmigo.
Eso hizo que me molestara, tampoco era tan obvio que no conquistaría a Nathan por otros medios, sé que no era la mujer más hermosa y sofisticada, pero ¿en serio? ¿Insultarme de frente? Esa perra ya estaba en mi lista negra, la que Gina y yo teníamos desde que nos hicimos amigas. A Gina también pareció molestarle pero no dijo nada, solo se sirvió un trago de vodka y me sirvió uno a mí.
—Yo no me embaracé a propósito. Matthew es mi bendición, no utilizaría a un hijo para volverme rica— le dije derramando ira en mi voz. Ella bufó.
—Como sea — se giró hacia Sandra, que se había mantenido en silencio todo este tiempo y comenzó a decirle algo.
***
Cuando llegamos al club más reservado y exclusivo de la ciudad, según Brandon y Penélope. Vi a Nikolas en su coche detrás de nosotros, le di una pequeña sonrisa que él me devolvió y seguí hasta la entrada, la fila para entrar era bastante larga, chicas con vestidos que parecían más una camisa abundaban. Cuando el vigilante nos dejó entrar muchas de ellas nos dieron malas miradas y susurraron perra y zorra. Gina incluso parecía feliz con eso.
El club por dentro no era menos que hermoso y lujoso. La luz tenue mientras la música llenaba el lugar, la pista era grande, más grande de la que nunca había visto. Una barra con chicas lindas y coquetas estaba al frente y las mesas y salas VIP al final. Gina camino directamente hasta una de estas, vi con incredulidad a un actor y una modelo en otra sala VIP. Sinceramente esto era increíble, Gina seguramente había tenido que suplicarle a su odioso padre para poder ganar estas salas.
Una chica vino de inmediato atendernos, Gina, Penélope y yo pedimos una Cosmopolitan, mientras que Brandon pidió un Whisky seco y Sandra un refresco de cereza. Si la chica al parecer no tomaba alcohol. Cuando la camarera se retiró con nuestras ordenes Brandon le sonrió a un hombre que iba pasando, pero al parecer el tipo era hetero.
—No puedo creer que seas gay — le dije bromeando—, eres tan guapo.
—Lo sé preciosura. — Me guiñó el ojo— Para tu tranquilidad, si fuera heterosexual, estaría detrás de ti.
Rei ante su comentario, pero definitivamente él era gay. Me enteré que Brandon trabajaba como abogado en una empresa de inmobiliaria, Gina y él se habían conocido en la universidad, donde también conocía a Sandra. Algo que me pareció increíble, porque Sandra apenas había hablado, era una chica muy linda, pero nadan sociable, y Brandon tenía esa personalidad sociable y coqueta. Penélope había conocido a Gina porque ella trabajó en la empresa de su padre como secretaria, aunque ella actuaba como si fuera la reina del lugar.
No nos llevábamos bien, y sinceramente creo que nunca lo haríamos, su actitud fría y superficial me molestaba, ni siquiera habíamos hablado directamente. A Brandon tampoco parecía gustarle mucho, pero la aguantaba. La única que parecía agradarle era Gina y Sandra, de resto era una perra para nosotros. Después de unos cortos segundos, vimos cómo le servían tragos a un grupo que llegaron detrás de nosotros, sin embargo, la camarera seguía sin aparecer. Brandon estaba enojado.
—¡Que servicio tan malo el de aquí! —exclamó indignado.
Gina frunció el ceño.
—Es extraño, nunca nos había pasado. El servicio aquí siempre ha sido muy bueno ¡somos VIP por Dios!
—Tal vez es Eve la de mal agüero— dijo Penélope murmurando por lo bajo. Le di una mirada que decía lo mal que me gustaba ella. Pero me ignoró y se concentró en la pista.
La camarera se acercó en ese momento, con nuestras bebidas listas. Ella repartió exitosamente las bebidas, nos dio una sonrisa, pero la mirada de Brandon decía que no estaba haciendo un buen trabajo. Cuando comenzó a ponerse nerviosa quise reir, era como si nosotros fuéramos la mafia y estuviéramos aquí buscando a quien matar.
—Lo siento mucho por el retraso, no volverá a ocurrir. —prometió y le creímos. Brandon y Gina le ofrecieron su tarjeta, pero ella negó con la cabeza rápidamente.
—La cuenta está pagada, todo lo que ustedes pidan será gratis esta noche. —Nos ofreció una sonrisa, pero todos estábamos de piedra, mirándola. A excepción por supuesto de Penélope, ella chilló emocionada.
—¡Hoy es mi día! — dijo con una sonrisa coqueta. Se arregló su cabello y miró al rededor, como si buscara a alguien.
—Qué? —pregunto Gina mirando también. Penélope puso los ojos en blanco, como si fuera obvio.
—Es obvio que las bebidas son gratis porque Nathan se dio cuenta al fin de que estoy aquí. Seguro me invita a bailar esta noche.
Mi cara palideció, sentí a Gina apretar mi mano en apoyo, pero estaba demasiado sorprendida. Miré a Penélope, dirigiéndome a ella directamente, esta vez no para insultarla.
—¿Cómo que Nathan? ¿Nathan Connors? —pregunté con un hilo de voz. Penélope me miró como si fuera su rival número uno.
—Sí. Este es su club, pero te informo, he tratado de cazarlo durante meses, ni te atrevas a arrastrártele como una mendiga. Él no te mirará.
Brandon susurró un “mira quien habla” disimulando una tos. Pero yo estaba muda, Nathan era el dueño de este club, y yo estaba aquí. Miré a Gina por una explicación, pero ella bajó la cabeza sumisamente, la muy perra sabía cuándo quedarse en silencio. Respiré profundo y dejé que los nervios se calmaran. Eso no significaba nada, estaba aquí, en el club de Nathan ¿y qué? No es como si él fuera a estar aquí esta noche.
Un destello de celos hirvió dentro de mí. ¿Si venia por Penélope de verdad? ¿Y su novia? No, él tal vez estaba trabajando, trabajaba mucho por lo que había visto. Me relajé, no iba a dejar que Nathan Connors me arruinara la noche. Le envié un mensaje a Verónica preguntándole por Mathy, ella me contestó al instante. Al parecer dormía como una roca.
Gina comenzó a hablar con Sandra y Penélope estaba absorta mirando la multitud, buscando a Nathan.
—¡Vamos a bailar nena! — gritó Brandon tomando y mano y arrastrándome a la pista.
Estaba sonando una salsa latina, de esas que mi tía Loren había amado bailar. Brandon comenzó a moverse, muy bien en realidad. Había aprendido a bailar salsa en Venezuela, allí se baila mucho, y a pesar de que no había salido mucho de fiesta Loren era fanática a ellas. Brandon puso su mano en mi cintura y me trajo a él, su perfume caro llegó a mis fosas nasales y sonreí. Si no supiera que es gay incluso podría coquetearle. Él era uno de esos chicos que los ves y te hacen preguntarte cómo demonios se hicieron gay si podrían tener a la mujer que quisieran.
Mientras nos movíamos al son del swing, miré la pista, había mucha gente bailando, riendo entre sí, gente que parecía tener mucho dinero. Era extraño que este tipo de música se escuchara aquí, en los clubs exclusivo solo se escuchaba la música estadounidense, música clásica y no demasiado movida. Ya se notaba porque era de Nathan, él siempre demostró quien era, no le importaba lo que la gente dijera sobre ello. Cuando lo llamaban chico malo, o mecánico, él solo se encogía de hombros. El lugar tenía su firma en todos los rincones.
Cuando Brandon hizo un giro fue cuando lo vi, sentado en la barra, Nathan me miraba. Un vaso de lo que parecía ser Whisky su mano, mientras me observaba como un halcón a su presa, calmado, pensativo, pero una intensidad en su mirada que hacía mis piernas temblar.