A primera hora de la mañana siguiente Gina se fue a ver a su padre justo antes de que el timbre sonara. Cuando abrí la puerta un hombre de unos treinta pocos, vestido con un traje n***o me miraba con una expresión amable, pero increíblemente protectora. Supe de inmediato a que venía, no había sido la hija rica de papi por nada. Sinceramente me lo había esperado, Nathan era rico, era obvio que su hijo necesitara protección.
—Buenos días, señorita Sanders —saludó el hombre estrechándome su mano—, soy Nikolas y seré su guardaespaldas y el de el niño Matthew
—Llámame Eve, Nikolas— le dije con una sonrisa—, imagino que estás aquí para llevarnos a la nueva casa.
—En efecto. —Antes de que pudiera llamar a Matthew para irnos, tomó mis dos maletas, ignorando mis quejas de llevar siquiera una.
Cuando salimos del edificio un auto deportivo nos esperaba fuera, la misma marca de la empresa de Nathan. Matthew lo vio y sus ojos brillaron, sonrió de manera emocionada. Nikolas abrió la puerta para nosotros y él no dudó en entrar. Yo lo hice justo después de él, adentro el auto olía a cuero y a nuevo, seguramente lo era, pero no quería pensar en lo costoso del mismo. Nikolas cerró la puerta y se fue al asiento del piloto, aseguró las puertas y aceleró suavemente.
Mathy miraba por la ventana, admirando el tráfico pesado de Nueva York, yo también lo hice, el día estaba soleado, la gente caminaba apresurada directo a su trabajo. Cuando miré mi teléfono encontré que no había mensajes ni llamadas. Lo guardé de nuevo y miré a Nikolas.
—¿Llevas mucho tiempo trabajando para Nathan? —le pregunté, haciendo que sus ojos vagaran hacia mí por unos segundos.
—Desde hace dos años, cuando Nathan era solo un chico tratando de convertirse en el mejor— Nikolas sonrió recordando—, muchas personas no creían que el llegaría tan lejos, mucho más sabiendo que no tenía estudios universitarios, pero él demostró ser el mejor.
Vi admiración en la mirada de Nikolas cuando hablaba de Nathan, Mathy estaba tan concentrado mirando las pantallas de los edificios que no se percató de lo que hablábamos.
—Lo sé, siempre supe que Nathan llegaría lejos siempre que se lo propusiera— le dije con una sonrisa de orgullo. — Aunque debe ser difícil trabajar para él.
Nikolas me la devolvió.
—Lo es, Nathan es un hombre muy importante, y vale cientos de millones de dólares. Muchos lo prefieren muerto, y él tiene que andarse con cuidado. Nathan salvó la vida de mi hija, si me pregunta si arriesgaré la mía para salvarlo o a usted y el niño Matthew, lo haré con gusto.
—¿Qué quieres decir con que salvo tu vida? —pregunté, frunciendo el ceño.
—A Nathan no le gusta que hable de esto, pero ya que usted es la madre de su hijo me tomaré la libertad para hacerlo. —Me enderecé en mi asiento interesada— En el mismo tiempo en que acepté trabajar para Nathan mi hija le detectaron leucemia, estaba desesperado, era muy pobre y ni su madre ni yo teníamos para pagarle un tratamiento, ella tendría que estar en lista de espera en un hospital. Pero Nathan se enteró, sin yo saberlo fue a la clínica y pagó por el mejor tratamiento. Mi hija se salvó después de recibirlo. Desde entonces estoy eternamente agradecido con él, le he pedido trabajar gratis para tratar de pagarle esa inmensa deuda, pero sigue negándose. Le salvó la vida a mi hija, sería un honor salvársela a él.
Me quedé en silencio asimilando la historia. Siempre vi en Nathan a un hombre amable y generoso, cuando salíamos y él se detenía ayudar a un anciano a cruzar la calle, cuando le daba el puesto a las mujeres embarazadas de inmediato. Cuando Jeff se quedaba sin comida y él lo invitaba a cenar a casa de él y su padre, cuando un hombre no podía pagar completo una reparación y Nathan le ofrecía pagarla a cuotas, cuando cuidó aquel perro que había sido atropellado solo para que muriera tres días después. Siempre había sido así de generoso, una de las razones por las que caí locamente enamorada.
—Tiene suerte —Me dijo Nikolas desacelerando— Muchas mujeres darían su vida por estar en el lugar que usted ocupa ahora, no lo decepcione.
—Eso no lo piensa él — reí sin gracia— No planee esto. Pero eso me hace preguntar, ¿cuántas mujeres de Nathan has llevado?
Mi pregunta fue en broma, pero Nikolas me contestó seriamente.
—Realmente, solo su madre y usted.
Abrí la boca en incredulidad, no era posible que Nathan jamás hubiese llevado a una de sus hermosas e importantes novia algún sitio. Él parecía llenarlas de lujo por lo que había leído en la Web, ellas nunca le faltaban nada cuando estaban con él, Nikolas tuvo que haberlas llevado de compras, o recogerlas para una cena, a menos claro que eso lo hubiera hecho el mismo Nathan.
Iba a preguntárselo a Nikolas cuando Mathy se dio la vuelta para mirarme y gritó emocionado— ¡Hemos llegado!
Miré por la ventana y encontré un edifico de al menos diez pisos, elegante sofisticado. Un hombre vigilando la entrada con una sonrisa cansada. Abrí la puerta antes de que Nikolas pudiera hacerlo, me dio una mirada de exasperación, le sonreí dulcemente y esperé a que un sorprendido Mathy se bajara.
Cuando lo hizo Nikolas llevó mis maletas hasta el apartamento numero 602 sin de nuevo, dejar que yo llevara una. Decía que él era mi empleado, que para eso le pagaban e iba a cumplir con sus responsabilidades. Me quedé callada después de que me dijo que Nathan se molestaría con él si se llegaba a enterar de que había cargado maletas estando él allí. Efectivamente Nathan era muy exigente.
Cuando Nikolas abrió la puerta me quedé con la boca abierta, el apartamento desde fuera se veía lujoso, pero por dentro era sencillamente espectacular. Una ventana que daba hacia la vista de Manhattan estaba justo al frente de la sala de estar, con bellos muebles blancos en los que no querías ni sentarte. Más allá estaba un pasillo elegante que te llevaba hacia las tres habitaciones un baño que tenía, una cocina muy cerca de la sala en donde el mármol se veía mucho y todo era nuevo, era simplemente hermoso.
Nikolas dejó las maletas en la entrada y disimuladamente admiró el apartamento también. Cuando Mathy salió corriendo hacia una de las habitaciones, Nikolas se giró y me dio su tarjeta, había un número y su nombre completo.
—Estaré abajo por si necesita cualquier cosa — Me dio una mirada que advertía que no discutiera con él, asentí y le di las gracias.
Cuando él se fue cerré la puerta y fui hasta una de las habitaciones, era la habitación principal, una cama King y lujos que solo Nathan podría imaginar. Ni siquiera intenté detallarla, pasé a la siguiente habitación, era la de invitados, no tan grande y hermosa, pero si muy cómoda y bonita, mucho mejor que mi habitación en Venezuela. No era que habíamos vivido mal, pero en comparación a la tranquila y no muy cara vida de mi tía y su marido esto era un completo lujo. Si mi madre me viera se moriría de la envidia, la nueva vida de ama de casa pobre no le iba exactamente a ella.
Dejé mi maleta en la cama, cuando abrí el baño me encontré con una hermosa ducha para cuatro personas obesas, incluso el inodoro era bonito en este lugar, y los inodoros definitivamente no se habían inventado para ser bonitos. Recogí mi cabello en una cola, o el poco que tenía. Era la primera vez que tenía el cabello corto, nunca lo había querido así porque me parecía a mi madre, pero tenía que admitir que me daba un toque de elegancia que necesitaba por ser la madre del hijo de Nathan, pero sin dejar de ser juvenil.
Cuando dejé de mirarme en el espejo fui hasta donde estaba Mathy, en la última habitación, lo encontré entre un montón de juguetes nuevos, jugando con todos y ninguno a la vez. Tomaba uno solo para soltarlo y tomar otro mejor, frunciendo el ceño entre y comencé a tomar los que aún no había abierto.
—Mathy no puedes jugar con tantos juguetes —le regañé mientras los recogía, él se detuvo de jugar y tiró al suelo el carro de juguete que llevaba en la mano.
—No me los quites — gritó haciendo que yo me paralizara, Mathy nunca me había gritado, en sus cuatro años de vida nunca había parecido tan enojado. Eso hizo que mi corazón doliera, pero mantuve mi mirada firme.
—No puedes jugar con todos a la vez — le regañé—, cuando juegues con aquellos y te canses de ellos te daré los otros.
—¡Eres tan mala! —Corrió hacia su nueva cama y se tiró en ella, metiendo su cabecita debajo de almohada.
—No me hables así de nuevo. —Fue lo único que le dije antes de salir de la habitación, ya se le pasaría el berrinche dentro de un rato.
Me hice un café notando que los estantes estaban completamente llenos con comida de la mejor calidad, el refrigerador estaba igual. Solo Nathan podría haberlo hecho, o bueno, su gente. Fui hasta mi habitación y comencé a ordenar mi ropa, luego ordenaría la de Mathy, cuando dejara de estar molesto conmigo. Se le pasaría pronto, Mathy y yo estábamos muy unidos, siempre habíamos sido él y yo, y no hay mucho que se pueda hacer para separarnos.
Por eso tenía tanto miedo de que Nathan decidiera vengarse de mí, que decidiera demandarme por la custodia de Mathy, con sus abogados y poder el ganaría. Eso era algo que él podría utilizar en mi contra, yo amaba a mi hijo, y me moriría si lo apartaban de mí. Cuando saqué mi brasier n***o de encaje una voz me sobresaltó.
—Bonita ropa. —Cuando me giré encontré a Nathan mirándome con una sonrisa desde la puerta, mi sonrojo llegó hasta la punta de mis pies.
—H-hola —saludé completamente nerviosa. — ¿Qué haces aquí?
—Vine a ver a Mathy —Nathan frunció el ceño—. ¿Me puede explicar qué haces en esta habitación y por qué Mathy está dormido con lágrimas secas en sus mejillas?
Su tono era gruñón, traté de ignorar el tirón en ni interior al verlo así. Dejé lo que estaba haciendo y me di la vuelta completa para mirarlo, él estaba con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—Estoy aquí porque no quiero quitarte tu habitación, cuando quieras quedarte estará a tu disposición.
—¿Quieres que me quede? — Alzó una ceja.
—¡No! Sí… Quiero decir si tú quieres. No puedo dejar que lo hagas en una habitación de invitados.
Nathan sonrió ante mi tartamudeo. Incluso yo quise reír de lo estúpida que me veía, obviamente él también encontraba divertido el que yo me pusiera nerviosa ante la mención de querer que él se quedara, y realmente la idea no me molestaba, más allá de que Nathan fuera el dueño de la casa y tuviera el derecho, o fuera el padre de Mathy, lo hacía porque a pesar del tiempo que ha pasado, cuando Nathan estaba presente me sentía segura.
—No te preocupes, podemos dormir en la misma cama, yo no tengo ningún problema.
Mi cuerpo se calentó al pensar en Nathan y yo en una cama de nuevo. Sacudí la cabeza y lo miré molesta, por burlarse de mí y por hacerme sentir de esta manera, después de cinco años.
—¡Deja de bromear conmigo! —le reclamé haciendo que él sonriera— Y Mathy estaba llorando porque tuve que quitarle algunos de los juguetes, eran demasiados.
—¿Y cuál es el problema? Quiero que mi hijo tenga todo.
—Ese es justamente el problema, no quiero que Mathy crezca pensando que puede tener todo en la vida, que se vuelva un chico mimado, que no le de valor a las cosas importantes. Se tiene que ganar las cosas, sé que eres rico, pero Mathy tendrá que aprender.
Nathan suspiró, sabiendo que había cometido un error, cuando me miró todo el engreimiento se había ido. La inseguridad lo reemplazo, Nathan podía ser un empresario exitoso, pero en lo referente a ser padre le faltaba mucho por aprender, incluso a mí me faltaba mucho por aprender también. Este era un camino nuevo y desconocido, no era un negocio, ni una empresa, era la vida de nuestro pequeño hijo.
—Lo siento, fue solo que entré en una juguetería y me gustó todo lo que vi, decidí comprarlo. No pensé en ello.
Su celular sonó justo en ese momento, llamando su atención. Nathan metió la mano en su bolsillo y sacó su teléfono inteligente. Cuando miró la pantalla frunció el ceño y lo guardó de nuevo.
—No te preocupes, yo te ayudaré a ser un buen padre. —Cuando dije esto su mirada se posó en mis ojos, como si algo de lo que dije le hubiese llamado especialmente la atención. Ya estaba comenzando a ponerme nerviosa.
—Eso espero —murmuró seriamente. Su celular comenzó a sonar de nuevo, lo tomó esta vez, me miró a los ojos antes de hablar— Quédate en la habitación principal, el apartamento es tuyo.
—¿Qué? —pregunté sorprendida, pero él ya había contestado, dándose la vuelta y dejándome con la boca abierta en la habitación.
***
Justo al terminar de ordenar mi ropa hice la de Mathy, aún estaba dormido. Cuando terminé decidí hacer la comida. No tenía hambre, pero algo que Mathy había sacado de su padre era que cuando se levantaban lo hacían con un hambre feroz. Ya me había acostumbrado a estar preparada con comida a la mano, si cuando se levantaba lo hacía esperar por comida se ponía de mal humor, y solo yo se lo molesto que es Mathy de mal humor. Metí la carne con vegetales en el horno al tiempo en que mi teléfono sonó. Corrí a tomarlo, suspiré cuando vi el nombre de Gina. Descolgué la llamada.
—Hola cariño— saludó ella con alegría. — ¿Cómo está la madre del hijo del hombre más rico en Manhattan?
Su pregunta hizo que me quemara por segunda vez en esta semana. Si, yo era así de torpe. Por suerte me quemé la mano contraria ayer, la metí en agua rápidamente antes de que una ampolla se formara. Gina posiblemente me escuchó porque se quedó un momento en silencio mientras yo luchaba por hablar y mojarme la mano.
—¿Estás bien? —me pregunto con una nota de preocupación en su voz.
—Sí, quiero decir, Nathan me regaló un apartamento de lujo a pesar de mis quejas y le compró a Mathy tantos juguetes que le duraran por toda su vida.
—Wow debe estar muy enamorado de ti o te debe desear mucho, en cualquiera de los casos no lo culpo. — Su voz era en broma, pero no pude evitar sonrojarme y ponerme a la defensiva.
—¡Eso no es cierto! — exclamé exaltada. — Él solo lo está siendo por el bien de Mathy.
Gina rio, escuché voces bajas por medio del teléfono.
—Cariño cuando un hombre te compra una casa es porque o quiere tenerte en su cama, o quiere tenerte en su vida por un largo tiempo. Si me lo preguntas creo que Nathan quiere las dos.
—Eres imposible de verdad —le dije mirando a Mathy, se había levantado y estaba buscándome— Tengo que irme mathy se ha levantado y tengo que darle de comer.
—Oh claro, pero ¿podrías hacerme un favor esta noche? —preguntó ella. Miré la fecha en el pequeño calendario de la cocina, hoy era viernes diecinueve, supe entonces por donde venía.
—No creo que pueda....
—Por favor, por favor, por favor, Eve. Estás en Nueva York, no puedes negarte. Tengo tres amigos que presentarte que te encantaran. Quiero que los conozcas y ellos conozcan a mi mejor amiga— Gina era una experta en manipulación, ya incluso estaba comenzando a sentirme mal— Has pasado casi seis años lejos de mí, y quiero compartir contigo. Podemos llamar a Verónica para que cuide de Mathy, solo será por un rato, lo prometo.
—Sabes que no me gusta dejarlo mucho tiempo solo.
—Lo sé, prometo que cuando quieras irte nos iremos de inmediato. ¿Vale?
Acepté.
—Está bien.
—Vale, te quiero. Te pasaré a recoger a las siete. Bye.
—Adios.
Suspiré, ahora solo quedaba informarle a Nathan de mis planes.