Esa tarde mientras trabajaba en la cafetería recibí una inesperada visita que puso mis sentimientos de cabeza
-¿Has estado bien? –ver el rostro de esa mujer me traía un mar de sentimientos encontrados, era la madre de mi primer amor
-Lo estoy –dije tras suspirar profundamente –Usted ¿ha estado bien?
-Lo estoy, por eso estoy aquí. Pero lamento mucho haber tardado tanto en venir a verte
-Sé que ha difícil después de…
-Lo fue, aún lo es –me interrumpió –Pero no he venido aquí para revivir sus recuerdos, tengo algo importante que sé que debo decirte, pero hasta hoy tuve el valor para hacerlo –me tomó la mano mientras se armaba de valor para hablar
-Esa noche cuando él estaba más tranquilo los doctores pensaron que le peligro había pasado, pero entonces mientras el descansaba en la cama su cerebro tuvo un derrame, sabes lo complicado que es eso, no se podía hacer nada para salvarlo –comencé a llorar recordando aquella trágica pérdida, no sólo de mi gran amor, sino también del hijo de aquella mujer que a pesar del nudo en su garganta quería seguir hablando –Mientras todo ocurría en otra habitación del hospital un joven sufría por una falla cardíaca, y entonces lo decidí, mi hijo siempre había pensado en los demás incluso antes que en él, siempre ayudaba a todos se esforzaba demasiado para hacerlo. Esa noche su corazón era el único que estaba fuerte, el único que latía constante, su cuerpo se desmoronaba a cada minuto debido a la falla en su cerebro, perdió toda movilidad y los órganos comenzaban a fallar uno seguido de otro y quise salvar lo único fuerte que quedaba en él, así que firme aquel papel para que el otro joven pudiera seguir viviendo, le doné su corazón
Un sentimiento nuevo me invadió por completo, mi piel se erizó con sus palabras y mis lágrimas no se contenían
-Sé que si él hubiera podido elegir salvar a ese chico lo haría, así que sé que hice lo correcto esa noche –continuó hablando de manera entrecortada mientras me miraba –debí decírtelo esa mañana cuando tuve la oportunidad, pero no pude hacerlo, no tenía el valor para...
-Estoy feliz de que aún en sus últimos momentos pudo ayudar a alguien, él era un buen hombre siempre dispuesto a ayudar
-Lo siento mucho
-No tiene que disculparse, seguramente fue la decisión más difícil que tuvo que tomar
-Lo fue, pero siento que fui egoísta al hacerlo, quería que mi hijo siguiera viviendo y siento que al tomar esa decisión en cierto modo el seguiría viviendo, cada latido de ese joven era su latido
Mientras la noche transcurría mi mente se mantenía ocupada en la confesión de la madre de mi primer amor, su sonrisa de consuelo al saber que de alguna manera una parte vital de su hijo seguía con vida me daba una paz indescriptible, ese joven seguía por ahí viviendo con un corazón fuerte, amable y valiente, y ella estaba segura de que ahora era un hombre de bien, un hombre capaz e inteligente o eso era lo que ella había averiguado tras escribirle cartas a ese hombre.
No quise conocer la identidad de ese hombre, no tenía el valor para enfrentarlo sabiendo que sus fuertes latidos me recordarían tanto a él. Lloré y reí ante muchas ideas en mi cabeza, por lado quería conocer y saber sobre ese hombre, pero por el otro no sabía si soportaría la idea de no poder acercarme lo suficiente para escuchar de nuevo aquellos latidos de esa noche estrellada junto a mi primer amor.
-Has estado muy distraída estos últimos meses ¿ocurre algo? –dijo él
-Recibí una visita inesperada hace tiempo, ella me dijo algunas cosas que me dejaron pensando y…
-¿Es algo malo? ¿quién fue esa persona?
-No, bueno, no puedo catalogarlo como algo malo, pero por más que quiero convencerme de que el algo bueno algo me confunde
-¿Quieres hablarlo conmigo? –negué con la cabeza y continué limpiado la mesa de la cafetería
-Esa mesa ya está lo suficientemente limpia para recibir nuevos clientes –era cierto, con miente perdida en mis pensamientos había pasado una y otra vez el trapo con limpiador por la misma mesa varias veces –Necesitas concentrarte en lo que haces de lo contrario podrías lastimarte –dijo él mientras quitaba el limpiador y el trapo de mis manos –Ya va ser la hora de cerrar, es el día de descanso de tu amiga y como estas muy distraída te acompañaré hasta casa –Asentí sin darme cuenta de que lo hacía y me preparé para ir a casa.
-Parece que estarás sola esta noche –dijo él al encontrar una nota de mi amiga que decía que había ido al pueblo con sus padres y que regresaría temprano en la mañana -¿estarás bien?
-Sí, no tienes que preocuparte por mí, estoy en casa y es un lugar seguro
-Lo es mientras estés consciente de lo que estás haciendo, de lo contrario podrías ocasionar un accidente
-Estoy bien, ya puedes irte, es mejor para mí estar sola
-No pienso que esa sea la mejor idea
-Dije que voy a estar sola, ¡sal de mi casa ahora!
Tomé una ducha para intentar dejar de pensar, este día era su aniversario de muerte y la noticia que su madre me había dado me daba vueltas y vueltas con más insistencia. Me dispuse a preparar mi cena y por un descuido me quemé la mano con la cazuela, tras mi grito la puerta de la entrada de abrió violentamente y él apareció frente a mí
-¿Qué haces aquí? te dejé claro que quería estar sola
-No podía irme, todo el día has estado muy extraña y distraída, en la escuela casi caes por las escaleras, en la cafetería tomabas las órdenes equivocadas y repartías equivocadamente las órdenes de los clientes y eso es solo por mencionar algunas cosas
Esa noche él cocinó para mí, limpio la casa y se sentó a mi lado en el sofá mientras la televisión transmitía algo a lo que no pude prestar la atención suficiente para saber qué era.
Cuando reaccioné de nuevo mi acompañante dormía profundamente sobre el sofá recargado en su brazo, su rostro era atractivo y pacífico, por primera vez notaba sus rasgos delicados y varoniles.