CAPÍTULO 5

1489 Words
Capítulo 5: Una propuesta —Nombre completo, edad, familia, si tiene a alguien o está sola, hijos, carrera universitaria, amigos y a que se dedica, lo quiero todo —ordené a Lenin sin despegar mi mirada de la bella ciudad de Manhattan, desde la pared de cristal de mi cuarto de hotel. —Y si sale con alguien investígalo; amantes, empleo, algo que pueda usar a mi favor. —Listo. ¿Y qué haremos con el cuerpo de Serrate? Miré la hora en mi reloj, era tarde y la reunión con los socios italianos era en media hora. Doblé mis labios y saqué mi teléfono de la bolsa de mi saco —. Marco, amico mio, ho bisogno di un favore (Marco, amigo mío. Necesito un favor). —Alek, sai che sono qui per aiutarti, dimmi cosa posso fare per te. (Alek, sabes que estoy para ayudarte, dime que puedo hacer por ti). Sonreí altivo, pues sabía que sin importar lo que le pudiera, me ayudaría, me debía muchos favores y los favores en este mundo, tarde o temprano debían pagarse. —Mi serve il tuo kit di pulizia, sapevo che sei negli Stati Uniti per lavoro (Necesito tu equipo de limpieza, supe que estás en Estados Unidos por trabajo). —Alek ... È impossibile adesso (Alek, es imposible en este momento). —Non è un favore di lavoro, Marco, è un favore personale, questa volta è solo un corpo (No es un favor laboral, Marco, es un favor personal, esta vez solo es un cuerpo) Estaba lastimando la llaga fresca de su ego y sabía que de no cooperar, olvidaría el acuerdo de paz que había estipulado. Miré una vez más mi reloj y conté exactamente 5 segundos de su silencio, cinco más y cortaría lazos com Marco Vianchi. —Ok, dimmi solo cosa vuoi che faccia e lo farò. (ok, solo dime que quieres que haga y lo haré). Miré a Lenin una vez más y le hice una seña con la mano, indicándole que procediera con lo que le había pedido, luego miré hacia el escritorio y encontré el collar de plata que Serrate presumía siempre, al lado de su diente de oro, me acerqué y coloqué el teléfono en altavoz, mientras metía en una caja de regalo ambas cosas, junto a una pequeña nota que decía "YA ostavlyayu tebya bez soyuznikov, chertova krysa" (Te dejaré sin aliados, maldita rata). Esperaba que con eso se diera por muerto, su única opción era hablar… O O morir. —Scegli tu se lo dai alle tue tigri come spuntino ... Oppure lo butti in un lago, non mi interessa molto, quindi manda a Vasilick un regalino da parte mia … (Tú elige si se lo das de botana a tus tigres... O lo lanzas a un lago, la verdad no me interesa, luego envíale de mi parte un pequeño presente a Vasilick…) Este solo era el inicio de mi venganza, destruiría su organización parte por parte, empezando desde abajo. … La mesa redonda estaba llena de notarios, abogados mercantilistas, abogados laborales y asistentes de derecho, a la punta sur de la mesa yacía sentado el presidente corporativo de La finestra bank, un anciano de carácter seco y ambicioso, conocido por ser despiadado en los negocios y un tacaño acusado por varios de sus ex empleados por retención de sueldo por más de seis meses. A su derecha estaba Vinicio, su hijo, un sujeto frívolo, idiota e incapaz de usar la cabeza para pensar, el futuro inútil del negocio familiar. Sinceramente esperaba que tuviera otro hijo que supiera llevar la empresa, o una hija que fuera objetiva, porque ese imbécil sería la ruina del banco, y eso si yo no me adelantaba. No tenía ninguna intención de crear una sociedad con él, pero ya que era necesario seguir el método, le lancé los documentos que definían el acuerdo y a su vez una pluma para que lo firmara, aunque claro, si quería darle una lección debía ser meticuloso. —¿Por qué quiere que nuestro banco y su empresa sean socios mercantiles? No transportará nuestro dinero a costos bajos. Sonreí uniendo mis manos al frente, me senté recto y lo miré de soslayo, tomando un billete de mi billetera. —No nos hagamos ignorantes, señor Ricci, usted y yo sabemos que utiliza su banco de pantalla mientras lava dinero, evade impuestos y paga para guardar los secretos de su hijo… su dinero está sucio. —¡¿De qué habla?! —golpeó la mesa, queriendo parecer molesto, aunque en realidad su rostro reflejaba el miedo por mis palabras. —¡Mi banco, mi dinero y mi familia están limpios! —¿Y cuánto le costó repetirlo para creerlo? —¡¿Qué dices?! —Tres desvíos autorizados por La Finestra en un período de seis meses, dos de ellos a Italia y uno a Rusia, no está de más decir que era dinero lavado, claro. Sudor, manos temblorosas y ojos desorbitados, esa era la reacción de una persona que no podía disimular sus nervios, que hiperventilaba de miedo y que se sentía acorralado. Había visto ese mismo temor bastante seguido estos últimos días, y me estaba gustando. —¡Estas es una sarta de mentiras! ¡Tú no puedes hacer nada para que aceptemos esta tontería! —Se levantó Vinicio, lanzando el contrato al piso y parándose sobre él. —¡No tienes como probar nada! Quería reír, pero el show apenas empezaba, y ellos… Eran las estrellas principales. … "El dia de hoy fue arrestado el presidente del Banco multinacional "La Finestra" con sede principal en Italia, los detalles se desconocen, pero según información filtrada recientemente en uno de los medios, el presidente habría confesado haber cometido el delito de lavado de dinero, desvíos ilegales, falta se salario a ex empleados y muchos cargos más, en el que se destaca la cantidad de dinero que pagó en medio de un chantaje por la agresión y apuestas sin frenos de su hijo, Vinicio Ricci. Estaremos ampliando la noticia en la emoción de las 9:00 PM. —Eres un completo lunático, después de esto Vasilick tiene que reaccionar sí o sí. Miré a Lenin, quien tomaba una soda de lata del compartimento de bebidas con el que contaba la limusina, luego miré por la ventana y sonreí. —Si no reacciona ahora, hay que enviarle otro regalo… O hacerle una visita a su segundo hijo. —Espera… ¿A Sergei? Apenas tiene 19 años y no está ligado a los negocios de su padre. Es inocente. Su tono era de reproche, de esos que usaba generalmente cuando no estaba de acuerdo conmigo, pero si de regresar al pasado se trataba, yo era quien mejor sabía del tema. Lo miré un segundo antes de salir de la limusina una vez llegamos a la oficina, traté de sonar lo más seguro posible y asentí a su reclamo. —Nadie mejor que yo sabe eso, pero en este mundo nadie es inocente… En este mundo nadie es absuelto… y yo también lo era, la crueldad de las personas que te rodean se aloja en ti y tarde o temprano le dan paso al monstruo que no quieres ser… A mí me obligaron a serlo, ahora que paguen el precio. En un mundo plagado de violencia y trampas, sobrevives con lo que tienes a tu alcance, yo solo tenía determinación, era lo único que tenía en el mundo y me motivaba a seguir, hasta que cayera el último. Salí del auto sin decir más, seguido por mi equipo de seguridad encabezado por Lenin, quien no dijo más del asunto. Ingresé al edificio con el poderío que me identificaba, consciente de una cosa. Vendrían por mí en cualquier momento y yo estaría listo. Sentía todas las miradas sobre mí, unas que otras sobre Lenin, pero ninguna fue más perceptiva que la que me regalaba Claudia, una bella chica de cabello rojo, piel blanca, ojos verdes y de bello cuerpo, la que estaba a cargo de la recepción. Al llegar al elevador me coloqué los anteojos negros, miré al frente y le dediqué una sonrisa. —Dile a Claudia que suba a la oficina fantasma. Lenin asintió, dijo algo por el intercomunicador de oído y bajó del elevador en el piso que daba hacia la oficina de presidencia. A —Listo. —Gracias. —No tardarás mucho, ¿verdad? —lo miré confundido —. Ya tengo lo que me pediste. Miré al frente, luego miré mi reloj y chasqueando mis dedos tomé una decisión. —Cancela el llamado a Claudia… —Pero seguro ya viene subiendo. Le resté importancia con la mano y bajé del elevador. Aquello era mucho más importante. Saqué las llaves de la oficina fantasma del bolsillo de mi pantalón y se las lancé a las manos. —De acuerdo, ve tú, pero antes quiero que me digas todo lo que averiguaste.
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