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Canela

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Blurb

Atrapada por la pobreza en la que ha quedado después de su divorcio, con dos hijos pequeños no encuentra otra salida más que incursionar como trabajadora s****l en un club. Allí consigue clientes habituales que terminan prendados de su belleza y por sus generosas propinas consigue salir adelante. Pero luego conoce a un político que la contrata como dama de compañía. Sin embargo, descubre algunas irregularidades de su plan de gobierno y decide crear una organización para velar por los derechos de las mujeres que trabajan en clubes nocturnos y son explotadas.

Al final encontrará el amor con la persona menos esperada.

✨✨✨?Te invito a leer esta preciosa historia donde la valentía triunfará.

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Capítulo I
—Buenas noches mi amor… ¿Cuénteme qué buscaba? ¿Cómo lo quiere? Puedes pedir el combo a tu gusto… Toda la noche o un rato… ¡Sus antojos son para cumplirlos y aquí me tienes bien dispuesta papacito! —Diálogos como ese repetía a diario cuando en la avenida en la que se ubicaba el club “Standfordy s*x” con algunas amigas salíamos a reclutar clientes… Autos de grandes empresarios, funcionarios o civiles se detenían, ingresaban al club y se estacionaban para pagar por placer. Todos me conocen como ”Canela” pero mi nombre verdadero es Alejandra Marinet Soto… Soy divorciada, tengo veintiséis años. Mi familia considera que tengo un problema; “La enfermedad del pecado” eso repite mi madre cada vez que me quiera hacer sentir mal, me juzgan de frente, incluso un hermano ha llegado a negar nuestro parentesco en mi presencia. Por un tiempo sufrí mucho por los comentarios que me hacían. Pero luego aprendí a vivir la vida a mi antojo. Estudié comercio internacional en una universidad pública. Fue allí donde conocí al desgraciado de Xavier. Me enamoré y me casé con él, los primeros dos meses fueron maravillosos. Pero el día que estábamos cumpliendo tres meses de casados se embriagó y porque le había lavado la pijama favorita me golpeó en la cara. Esa noche empezaba a descubrir al monstruo que dormía a mi lado. Cuando las cosas no se hacían como él decía me humillaba y me propinaba algún maltrato físico (bofetadas, pellizcos, empujones, mechoneadas… Entre muchas otras que no quiero mencionar) Empecé a tenerle pánico y cuando alzaba la voz sabía que algo estaba mal y corría a solucionarlo de cualquier forma para que no se enfadara más. Fuí estúpida al pensar que aprendería con el tiempo a conocer sus gustos y de esa forma iba a conseguir que no se enojara. También tenía la ilusión de que cambiará y dejara de maltratarme. A nadie le comentaba las desgracias que estaba viviendo al lado de ese hombre. Mi imaginación no me daba para más y pensé que si teníamos un hijo todo empezaría a funcionar, fue peor porque tuve a Rahin y enseguida volví a salir en embarazo de Rahul. Ya no podía soportar el infierno que pasaba a diario con ese salvaje y tenía miedo por lo que le pudiera hacer a mis hijos, tomé la decisión de irme y pedí ayuda a una prima que es abogada. Me ayudó con los papeles del divorcio y quedé sola pero tranquila, gané la custodia de mis hijos gracias a las pruebas de violencia física que tenía en mi cuerpo. Después de eso Xavier abandonó por completo a sus hijos y tuve que empezar a trabajar en muchos lugares para conseguir la alimentación diaria de ellos. No le pensaba pedir un solo peso. «¡Allá él con su conciencia!» A veces me los cuidaba mi mamá, mis hermanas o incluso la vecina. Pero por más que me esforzará trabajando no me alcanzaba para que vivieran cómodamente. Una de las señoras a las que le trabajaba al ver que siempre llegaba agotada a trabajar, que mis ropas eran viejas y descoloridas me propuso trabajar como dama de compañía, dijo: —Tienes un cuerpo que solo necesitas tonificar un poco y te conviertes en una “diosa del sexo” —Esas primeras palabras me parecieron una rotunda ofensa. Siempre había despreciado el trabajo de la prostitución. Pero a medida que mis hijos crecían, aumentaban los gastos: la escuela, las consultas médicas (si pagaba la consulta no me alcanzaba para las vitaminas que les prescribían), la ropa y sus enseres personales… ¡Me estaba costando mucho cumplir con todo por el poco dinero que ganaba! La señora seguía insistiendo y me confesó que su casa, los edificios de la zona y la vida de lujo que ahora llevaba la había conseguido de esa forma. Incluso me dió un dinero extra para que comprara los medicamentos. Eso me hizo reflexionar y si bien no era lo que yo deseaba para mi vida, se mostraba como una salida viable para sostener y ver crecer a mis hijos sin que les llegará a hacer falta algo. Le pedí que me entrenara porque eso para mí era muy complicado, cuando tenía relaciones con Xavier siempre le pedía que apagará la luz, no había podido vencer mi timidez. Recuerdo que si alguna de mis compañeras del colegio hablaban de sexo o de posiciones sexuales me alejaba y no les volvía a hablar porque eso era muy vergonzoso. Llegué virgen al matrimonio, nunca le había permitido a Xavier que me tocará sin estar casados. Estudié en un colegio adventista y por ende siempre fuí muy creyente y practicante de la doctrina. Entonces la simple idea de entregar mi cuerpo por dinero me hacía dar escalofríos. Pero no tenía una mejor salida, así que hice lo posible por aprender. Madame Sashim (ese es el nombre artístico de mi jefa) me sacó de mi estado de confort cuando me entregó unos tacones, un bralette trasparente en los pezones, un diminuto hilo y dijo: —De ahora en adelante va a ser tu uniforme, necesitas vencer la timidez y debes aprender a exhibir tu cuerpo, de lo contrario no surgirás, porque la más osada, atrevida y original es la que agarra fama. Ya luego que hagas tú clientela querrás multiplicarte para atender tantos pedidos. —No iba a ser capaz, mi ropa interior nunca había tenido ese tamañito. Me iba a ver muy grotesca… Pero observé que Madame Sashim esperaba con el brazo estirado y un impulso me llevó a coger la ropa entre mis manos… «¡No hubo vuelta atrás!» No quería salir del probador, me avergonzaba hasta de la sombra que reflejaba mi cuerpo. Salí cubriendo mis senos y mis ojos. Pero ella no me juzgó, simplemente espero a que me sintiera en confianza y me dió el consejo más grande de todos: —Si no te agradas: a nadie le gustaras… Ámate Alejandra, hazlo para que los demás se sientan seguros de amarte. Observa que tú cuerpo es perfecto a pesar de que tuviste dos hijos. Si no lo dices nadie lo sospecharía… — Tenía razón, mis partos habían sido normales y no tenía cicatrices, ni tan solo un rastro de celulitis o estrías. Me puso tres grandes espejos en el salón principal y al día debía observarme tantas veces como fuese posible. La casa tenía una platabanda donde se debían poner a secar las cobijas, sábanas y alfombras, yo debía subir así en ropa interior y ese era mi mayor temor porque tranquilamente me podían observar los vecinos. Los primeros días me tapaba con las sábanas mientras extendía todo. A la semana ya no tenía más remedio y me exhibía con soltura. Madame me había puesto un horario específico para subir a la terraza. Y los vecinos en jauría se la pasaban esperando en sus balcones para verme. Pero sucedió que las esposas se empezaron a dar cuenta de las fijaciones que tenían sus hombres en las ventanas y le armaron una protesta a Madame Shashim y la proclamaron no grata en el vecindario. Pero lo que no sabían era que ella era la dueña de todos los edificios del área. Así que se podían sacar todos los pelos de la cola con una pinza y Madame no se iría de allí jamás. La junta directiva de los condominios le pasaban las quejas y ella las acumulaba en una caja y les explicaba lo que les debía repetir a todas las señoras afectadas: —“Tomaremos medidas contra esa señora. ¡Quédense tranquilas que va a volver la moralidad a la vecindad muy pronto!” —Y seguía con mi entrenamiento cada día más enfatizado. Después que perdí el pudor y no me importaba que cualquier persona me viese desnuda empezó a enseñarme como debía tratar al hombre, como lo debía satisfacer. Lo más difícil fue aprender a hacer sexo oral (Nunca se lo hice a mi ex marido “Alabado sea el cielo”) Me enseñaba con una banana y pues resultaba complicado, siempre terminaba devolviendo lo que hubiese comido. Todo fue un proceso hasta que aprendí a hacerlo a la perfección. Con vídeos me instruía de como debía tratar a un cliente que solicitaba una dama de compañía para alguna reunión, evento o show y al que sólo querían un servicio inmediato. Me enseñó qué de preferencia no debería llegar al orgasmo con ninguno, de esa forma no creaba vínculos afectivos y por ende las normas que debía hacerle cumplir al cliente… Yo me imaginaba otra cosa; que debía besarlos en la boca, permitir que tocarán mis partes íntimas… ¡PERO NO! Estaba prohibido. Habían varias posiciones de las que el que pagaba por el servicio podía escoger. Todo iba a depender si el chico era cliente habitual o no. Si no era experto yo le enseñaría las posiciones básicas y el elegiría una. Las conversaciones de la vida privada, intercambio de números, revelación de verdadera identidad “PROHIBIDO” Ni en el peor de los casos lo debía hacer. No era tan básico como llegar a la habitación y abrir las piernas. Se debía cumplir con el protocolo establecido, de esa forma los clientes habituales ya sabían cómo tenía que ser el trato para la prestadora del servicio. Puedo decir que Madame Sashim me abrió las puertas para incursionar en un área que se convertiría en mi sustento y el de mi familia, trabajo, por el que años más tarde pelearía con uñas y dientes para obtener beneficios y combatir la discriminación de las trabajadoras del sexo. El día de mi ingreso en el club al que Madame me ayudó a pertenecer, marcó una brecha entre lo que era como persona y lo que sería de ahora en adelante. A diarios escucharás decir: “Esa prefiere el dinero fácil” “con solo abrir las piernas cualquiera progresa” pero la verdad es que no es dinero fácil; es DINERO RÁPIDO ¡Si! Pero fácil no… Mi primer cliente se llamaba Leonardo Villacruz, un empresario viudo de cuarenta y tres años. Era reconocido porque llevaba años asistiendo al establecimiento y sabía de memoria las normas del lugar. Entró a la habitación y yo estaba en la cama sentada, apenas ingresó esperé que desinfectara sus manos con agua y jabón. Se secó y debía proceder a retirarse la ropa. Pero hizo algo que me ayudó a no querer salir corriendo de allí. Se sentó a mi lado y dijo: —Sé que es tu primer día aquí, pagué una fortuna para tenerte. También estoy convencido de que te hablaron de las normas que debía seguir… Pero quiero renegociarlas contigo. Ya pagué por tu servicio en caja pero ahora quiero pagarte a ti para que me atiendas de forma diferente. ¡Te conviene! —Dinero era lo que más estaba necesitando en la vida, pero hacer un trato con ese señor me daba mucho culillo… Y le respondí: —Bien sabes que hoy es mi debut… No quisiera retroceder todo lo que he avanzado. Justo ahora no me puedo quedar sin trabajo porque tengo dos hijos; uno de cuatro años y otro de cinco. Voy sola por el mundo con mis dos polluelos tratando de darles lo mejor. Así que con mucho respeto le pido que no me vaya a hacer echar. —Abrió la cartera, sacó una cantidad de dinero y puso cuatro billetes encima de la cama: —Mira éste es el monto que pagué allá afuera por ti, te lo duplicó cada vez que estés conmigo, no debes decirle a nadie qué te lo di y lo conservas para tus niños. Ven, toma, guárdalo que pondré mis reglas. —Pues si era una buena cantidad y me convenía quedarme con ella para empezar a pagar mis deudas. Los guardé y esperé atenta a lo que me iba a explicar: —Solo quiero que me atiendas tú, no quiero usar condón, te pediré posiciones diferentes de las que están en regla, quiero que me beses los labios. ¡Lo quiero todo! —No sabía ¿Qué hacer? o ¿A quién acudir? Pero estaba entre la espada y la pared si cedía me podían anular el contrato y si no lo hacia seguramente él iba a tomar acciones en mi contra. Así que decido aceptar y confiar en la palabra de ese hombre. Yo era la ingenuidad personificada, ese hombre me volvió perversa y decidida. Fue mi maestro en la cama, porque lo que uno ve en videos jamás resulta siendo igual al momento de la acción. Don Leonardo Villacruz era un viejo lujurioso que deseaba experimentar muchas cosas. Pero eso al fin y al cabo no era ningún problema siempre y cuando me dejara mi buen pago. Me convertí en su puta favorita y debía esperarlo en la barra, no quería que me exhibiera como las demás, yo debía estar bien vestida y perfumada para el día que él fuese al establecimiento en busca de placer. Se aparecía allá tres veces por semana (martes, jueves, sábado) mi día de descanso era el domingo. Aprovechaba para sacar a los niños todo el día de paseo, íbamos al parque, a la playa, al zoológico. Era el día en que ellos me podían absorber por completo. Mi trabajo empezaba muy temprano en las mañanas cuando los clientes llegaban para satisfacer sus necesidades. Conseguía atender de cinco a seis antes de que tuviese el encuentro con Don Leonardo. Me gustaba mucho como me trataba y gracias a sus grandes donativos les podía ofrecer lo mejor a mis hijos. A medida que empezaron a correr los meses empecé a juntar para la inicial de mi propia casita. Pude contratar a una niñera que estuviera con ellos todo el día. Me sentía muy culpable por no dedicarles suficiente atención. En ocasiones cuando llegaba ya estaban durmiendo y al otro día apenas los alcanzaba a ver unos minutos. Puede que si hubieran más opciones pero yo no las conocía en ese momento y quería darles lo mejor para que jamás llegara a faltarles algo. Estaban creciendo sin la figura paterna, pero lo prefería mil veces a ver sus caritas aterradas cuando Xavier me propinaba insultos o golpes. Fue lo mejor que pude haber hecho en mi vida… Pero estoy segura que los niños fueron los que me dieron el valor para salir de allí, quizá siguiera con él aguantando sus groserías y orando por un cambio. ¡Qué ingenuidad la mía! La gente jamás cambia, solo mejora sus estrategias pero sigue siendo lo mismo. Muchas veces Don Leonardo me proponía que me fuese a vivir con él, hasta matrimonio me ofreció. Pero yo no estaba dispuesta a perder la libertad que tenía. Y menos iba a depender de un hombre. Sabía que en cualquier momento de furia terminaría recriminándome por haberme sacado de un prostíbulo, no estoy dispuesta a negociar esa parte de mi vida. Le alegó que no sirvo para vivir en pareja y un montón de cosas. Pero entonces me ha pedido ser su novia. He aceptado porque ¡Qué más da! Muchos hombres se obsesionan con nosotras pero para mí no existe el amor. Eso ya lo dejé a un lado. Simplemente lo veo como un trabajo que no es fácil. Más de una vez he recibido malos tratos de clientes que no se pueden satisfacer por completo porque tienen algún tipo de problema y no consiguen correrse o en definitiva no se les levanta el animal, como si fuesen víctima de algún maleficio. Sin hablar de esos que tienen un humor de muerto, siempre se debe limpiar el área de los genitales de los clientes pero hay unos que ni con lejía se les quitaría ese berrenchin… Es la parte más desagradable de todas. Y si ese cliente en específico pide un oral la cosa se torna más complicada. Pero son gastos del oficio. En el pueblo mi miran raro, no tengo amigas porque todas se alejaron después de saber que trabajaba de esa forma. Lo único que me causa temor es que mis hijos se avergüencen de mí cuando estén más grandes. Pero es un sacrificio que estoy dispuesta a correr. No me avergüenzo de hacer lo que hago y aprendí a dejar que las opiniones de los demás fluyeran, después de todo es su opinión no mi verdad. Los lunes y viernes tomaba alcohol, bailaba en el tubo… Eran los días en que más disfrutaba porque Don Leonardo no se aparecía. No le gustaba que oliera a alcohol o a cigarrillo. Le cumplía las normas al pie de la letra porque siempre me llevaba presentes costosos (cadenas, anillos, zapatos, vestidos, carteras) aprendí a pasarla bueno con él, inclusive en ocasiones llevaba comida y vino para consumir después del sexo. Hablábamos mucho y siempre intentaba convencerme de que me convirtiera en su mujer. Él decía que se había enamorado de mí. Yo seguía sin dar mi brazo a torcer. Otro cliente que se hizo habitual de los lunes fue Wilmer Rondón, muy atlético y para ser conductor de tracto mula estaba pasado de bueno. Alzaba pesas y tenía los músculos muy desarrollados, estaba tan rico que le permitía que me hiciera lo que quisiera. Con él tenía unos orgasmos apoteósicos. Ya era costumbre llegar al bar y solicitar mi servicio, si estaba ocupada me esperaba hasta que le pudiera atender. Y el viernes sin falta llegaba mi hombre soñado… Con uno como él si lo daría todo y me escapaba si estuviera en otras circunstancias pero tenía un gran detalle que no se podía obviar: estaba casado, tenía tres hijos y juraba amar mucho a su esposa. Era médico… Por la forma de vestir y su perfume atrapaba a cualquiera, más de una colega me envidiaba porque él me prefería. Pero la verdad es que había tenido una pelea acalorada con Don Leonardo porque quería estar conmigo y solo por mantener su dignidad me buscaba los viernes pues sabía que ese día el viejito no iría al local. Con el tiempo se nos fue haciendo costumbre y tenía a tres clientes habituales. Empecé a guardar suficiente dinero, terminé de pagar las cuotas de la casa y financié un auto. Con esfuerzo estaba consiguiendo las metas que me había propuesto. De pronto un día Madame Sashim me presentó con un hombre muy importante. Era un aspirante a un cargo político y quería solicitar un servicio de dama de compañía por seis meses. Entre todas me había elegido porque ese día estaba esperando a Don Leonardo y como estábamos de aniversario me había enviado flores y el elegante vestido que llevaba puesto. Según él hombre ese estaba buscando una mujer con un porte elegante como el mío para que lo representará. Yo no le tomaba mucha importancia a las propuestas que me hacía porque estaba nerviosa de que llegara mi cita y me encontrará hablando con otro hombre, pero ya llevaba veinte minutos de retraso y siempre había sido tan puntual. ¡Algo le había pasado! Intenté marcarle a su número pero no respondió… Me estaba poniendo muy ansiosa… «No podía perder a mi patrocinador principal de esa manera»

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