bc

Para ti, mi CEO

book_age18+
1.6K
FOLLOW
14.1K
READ
HE
powerful
boss
drama
bxg
city
love at the first sight
like
intro-logo
Blurb

Olivia Brahms un día despertó sin saber quién era, con un enorme estómago y a punto de dar a luz. Su vida comenzaba de nuevo como la de ese bebé, pues sus recuerdos habían sido borrados, al parecer debido a un terrible accidente.

Opta, sin más alternativas, por aceptar un trabajo de Stripper, donde conoce al empresario Alexander Tiberius, un hombre de mirada aterradora y de sensualidad infinita.

Alexander es el CEO de las empresas de su familia, hermoso, enigmático, deseado.

Pese a todas esas cualidades aparentes, esconde un secreto que le impide funcionar con normalidad en la intimidad y que hizo durante mucho tiempo que ese buen hombre viviera sumido en un infierno que no parecía terminar.

Un día movido por la curiosidad e intentando una cosa diferente, Alexander ve a Olivia danzar en un cabaret que se topó en el camino, y algo muy en el fondo de su ser le hacer recodar las viejas sensaciones del deseo. Quiere estar cerca de ella pues quizás sea quien pueda darle esperanzas a su dormido cuerpo, que deseaba vivir de nuevo.

Pero Olivia también tiene un pasado, uno difícil, que no recuerda para nada y donde ya hay alguien que la espera y que amenaza con separarla de Alexander, dueño ya de su nuevo corazón.

chap-preview
Free preview
Capítulo 1: Mis pasos hacia ti
I Esa recalcitrante mirada que atravesaba más allá de su cuerpo apenas cubierto, que la traspasaba hasta sentir que casi hurgaba el interior de su alma, era la que Olivia se topaba noche tras noche, desde hacía un mes. Ese hombre impecable que siempre pedía la misma mesa, escoltado por otros dos que no se sentaban a su lado, ponía especial atención en su presentación, en sus movimientos, en sus ojos. Ella intentaba dirigir su atención a los otros clientes que también esperaban su salida al escenario, que dejaban sus propinas a sus pies, no obstante, como si él halara hilos invisibles, terminaba bailando solo para quien la devoraba con los ojos. No era extraño para nada que los hombres que acudían al cabaret hicieran eso mismo, unos ofrecían grandes cantidades por bailes privados; Olivia no los aceptaba, ella solo cumplía con el deber de salir al escenario, danzar, excitar, provocar y hasta ahí. Aun así, le causaba curiosidad saber por qué él, de ojos tan claros y cabellos tan oscuros, no solicitaba algo en solitario. No sabía su nombre, ni en qué trabajaba, pero por los guardias a su lado, que no disimulaban para nada su deber, tenía que ser alguien muy importante o muy peligroso. No se equivocaba. Alexander Tiberius, era alguien importante, el descendiente más joven de su familia de marionetas, el único al que el abuelo había encargado de dirigir el patrimonio que ahora se distribuía en diferentes empresas del sector textil. No confió ni siquiera en sus propios hijos para heredar la responsabilidad de trabajar haciendo más dinero, de cualquier forma, nadie la deseaba. Ese hombre se había ganado el derecho de ser la cabeza de todas las mesas Tiberus, únicamente por el hecho de estar condenado a la soledad. La música empezaba a descender en el volumen de sus notas, el turno de Olivia de regalar un poco de ilusión estaba por terminar. Sutilmente y sin dejar de ser ella, apenas distinguiendo algunos rostros conocidos, incluidos el de él, recogió los billetes que se esparcían sobre el escenario. Ese dinero, quizás mal habido, le daba la opción de ropa y juguetes para su pequeño, ya que con su trabajo limpio y honesto solo podía llevar algo de comida a su diminuta mesa. Era ella sola, contra el mundo que la rodeaba, protegiendo como una fiera a su pequeño universo. —Vaya, otra vez se ha ido ese espectáculo de macho que se sienta adelante. Siempre lo hace cuando tú sales del escenario —decía algo decepcionada Megan, la próxima en salir a bailar. Era amiga de Olivia desde que entró a trabajar ahí, incluso en algunas ocasiones había cuidado de su pequeño para que la madre pudiera trabajar. —No te gustaría que te viera mientras danzas, sus ojos te taladran el pecho, pareciera que en cualquier momento fuera a saltar al escenario para devorarte y créeme, no en el sentido en que te gusta. Las dos chicas empezaron a reír, no quedaba más que eso. Reír era una manera de espantar las tristezas y tragedias que habían llevado a la mayoría a trabajar en ese sitio que tenía algo de altura y clase, pero que no dejaba de ser un cabaret. Muchas de ellas habían sido rescatadas de la rudeza implacable de la calle, que fueron bendecidas con un cuerpo hermoso, que podía servir para algo más. Era una hipocresía, igual seguía siendo usadas para que los hombres las vieran, pero al menos no las tocaban. La música escandalosa que no permitía escuchar los pensamientos propios, se detuvo un momento para hacer el llamado a Megan al escenario. Los gritos gruesos de las voces masculinas, que muchas veces se tornaban en jadeos al ver a las hermosas chicas, no se hicieron esperar cuando la luz cayó sobre otra de las preciosas damas que deleitaban los ojos de esos que no las podrían tener jamás, pero que soñaban solo con el aroma de sus escandalosos perfumes. Olivia se alistó de prisa, su transporte como todas las noches la esperaba. Una amable chica que vivía muy cerca de su casa la llevaba en motocicleta, solo que la diestra conductora trabajaba en un local de abarrotes, que cerraba casi a la misma hora en que la bailarina terminaba su rutina. Ella tenía privilegios, la dejaban irse de primero solo porque traía mucho dinero al cabaret, su presentación, no hacía bailes privados y no hablaba con los clientes, ella hacía su trabajo durante 3 horas, y salía a disfrutar de la noche con su hijo. Casi podía decirse que llevaba una vida normal a la de cualquier madre trabajadora del mundo. Pero para ella, no era así. Olivia un día despertó solo para dar a luz, sin tener un solo recuerdo de su pasado, o de su presente. Al parecer había tenido un accidente faltando un mes para tener a su bebé, sin embargo, no había nadie a su lado, un familiar, un amigo, un conocido, nada. Lo único que recordaba con claridad era ese nombre «Olivia», y aun así no tenía certeza de que fuera el suyo. Luego de su doloroso parto, le entregaron pequeño, pero para ella, ese pequeñito que tomaba leche de sus senos, era también un desconocido, no recodaba estar embarazada, ni si tenía un esposo, un amante, un algo. Cuando preguntó cómo había llegado a ese hospital, lo único que le dijeron es que la habían encontrado a la orilla de una concurrida avenida, con signos de haber sido arrollada por un auto. Ni un papel que la identificara, solo su ropa y una cadena con un colgante en forma de rosa, al parecer en platino. Se emitieron boletines con su rostro, esperaron en el hospital por semanas a que alguien apareciera, pero nada sucedió, jamás. Era tiempo de salir de ahí y enfrentar el mundo, fue entonces cuando le ofrecieron un programa para dar a su bebé en adopción, ya que ella, quedaba claro, no podría cuidarlo. Cuando vio a ese ser humano, el único que empezaba a conocer, supo que no permitiría que se lo arrebataran jamás. *** Al abrir la puerta de su casa, solo el aire frío le dio la bienvenida. Ese no era un hogar desde ningún punto en el que se le observara, no se trataba más que de un ostentoso sitio al que llegaba a dormir. No tenía servidumbre, ni ama de llaves, ¿para qué? Él casi nunca estaba ahí, tener a alguien en esa mini mansión solo sería un lujo más de los que odiaba. Tocó un interruptor y las luces del muy alto techo lo fastidiaron un poco, la decoración había sido puesta en exclusiva por un decorador que contrató su madre, con la errónea idea que en la vivienda del nuevo CEO, se harían muchos cocteles y reuniones de negocios. Jamás Alexander pensaría en hacer ese tipo de cosas, primero porque las detestaba y segundo, porque él no le caía bien a nadie. Fue a su cocina, una vez a la semana tenía contratado un servicio de limpieza, que también le llevaba productos básicos para su diario vivir. Eran tan ajeno a lo que sucedía en su propia casa, que usaba lo que ahí había sin preguntarse siquiera si le gustaba o era apropiado para su cabello o dientes. Lo único en lo que sí prestaba mucha atención y le hacía feliz, era en su ropa y en sus colonias. El tacto de las telas le daban una agradable sensación cuando se trataba de paños reales, o del algodón de sus camisas, entre hilos suizos o egipcios. El aroma, ese que le gustaba que todos percibieran, lo usaba solo porque fue el que su amada disfrutó muchísimo, antes que lo dejara solo, como el resto del mundo. No obstante, ella intentó con todo su ser quedarse a su lado, pero fue más fuerte el deseo de ser no solo amada, sino también deseada; y eso era algo en que el señor Tiberus no podría complacerla. Abrió una lata de atún y lo esparció sobre unas tostadas, acompañadas coquetamente de una cerveza. Ahí se acababa todo el s*x-appeal de Alexander, que despertaba suspiros a cada paso que daba por los pasillos de su oficina, por los restaurantes a los que iba a almorzar con sus socios, en el cabaret que ahora frecuentaba. Todos esperarían que estuviera sentado y rodeado de viandas exóticas, carnes de horas de cocción, de vinos de años en cavas, pero no, el millonario cenaba atún. Llevó su exquisito plato hasta su sala de estar, donde encendió el televisor, quería saber algo del mundo antes de ir a dormir. Entre comerciales y noticias, recordó a esa bella mujer que bailaba sostenida de aquel tubo, que no temía a sus miradas. Un día solo fue por curiosidad, intentando que el horror de su pasado lo dejara en paz y creyendo que una de esas chicas lo devolviera a la lujuria, y aunque imposible, algo en Olivia le recordaba la agradable sensación de las caricias en su cuerpo. Por eso, no volvió una, sino todas las noches de ese último mes, para verla y recordarse que, a pesar de todo, él seguía siendo un hombre. *** Fin capítulo 1

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.7K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.7K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.6K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook