―¡AAAAH… AAAAH! Melanie comenzó a gritar, hundida entre el placer abrasador y el dolor punzante que la atravesaba como un cuchillo ardiente. No podía evitarlo, sus cuerdas vocales se tensaban solas, liberando alaridos guturales que resonaban en la habitación. ¿Y cómo no, con aquella enorme v3rga gruesa de Hamsa, venosa y palpitante, con una circunferencia que la hacía sentir como si la partieran en dos, hundida dentro de ella, estirando las paredes rosadas y apretadas de su virginidad hasta el límite absoluto, rasgando con cada embestida y haciendo que chorros intermitentes de sangre virgen se mezclaran con sus jugos abundantes, creando un lubricante viscoso y cálido que chorreaba por sus muslos internos? ―¡AAAAAH! ―Sus dedos de los pies se contraían en espasmos involuntarios, curvándos

