Mientras tanto, Ezra… En su apartamento privado, Ezra estaba sentado esa noche en su sillón de cuero italiano favorito, rodeado por una atmósfera que había cultivado meticulosamente para sus momentos de reflexión estratégica. Velas n£gras ardían en candelabros de plata dispersos por la habitación, proyectando sombras sobre las paredes de color gris oscuro mientras llenaban el espacio con aroma a sándalo y cedro. Bebía whisky escocés, sintiendo cómo el líquido ámbar quemaba suavemente su garganta con cada trago meditativo. La música clásica fluía desde los altavoces ocultos, Chopin, Nocturno Op. 9 No. 2, creando el ambiente perfecto para concentrarse en sus planes estratégicos de conquista. Sus ojos café se fijaron inconscientemente en su teléfono celular que descansaba sobre la mesa de

