Paraíso demoniaco

966 Words
El cielo, mejor conocido como el paraíso. Era el lugar mágico que todos los humanos conocían como el sitio donde iban las almas de personas buenas. Personas que en mi opinión no merecían entrar. -¿Nombre?-preguntó el guardián de la puerta a un hombre que tenía un hacha clavada en su espalda. Las armas simbolizaban las heridas emocionales y el arrepentimiento que sentían por errores cometidos en su vida. La mayoría de las almas que lograban ingresar, tenían armas clavadas en su cuerpo. -Arnaldo Ruiz. -Puedes pasar-dijo revisando su lista. Siempre me dio curiosidad revisar ese listado, pero solo el guardián de la puerta podía leerlo. -Es injusto, ¿verdad?-oí decir a una voz. Mire por todos lados, pero no había nadie. -Ángel Blanco, ¿por qué no estás trabajando? -Lo siento señor. -Hace un rato te pedí que vigilaras el portal místico. -Perdóneme, no volverá a suceder. -Gracias a tu descuido, uno de los demonios ha escapado. -¿Qué?, eso es imposible. -Dile a los demás que lo busquen por todo el lugar, no debe salir de aquí. -Sí señor, ¿puedo saber qué tipo demonio fue el que salió? -Fue Lucifer. -¡¿Lucifer?! , pero señor, ¿está seguro? -Haz lo que te digo, si no quieres que le cuente a Dios lo que hiciste. -Sí, señor. Corrí hacia el recinto sagrado y convoqué a los ángeles a una reunión de emergencia. -Su atención por favor, necesito que me escuchen. Los ángeles acudieron molestos y preocupados a la vez. -¿Qué ocurre Blanco?, espero que tengas una buena razón para invocarnos. -La tengo ángel Azul, Lucifer ha escapado. Todos se preocuparon y comenzaron a murmurar entre ellos. -¿Cómo fue que pasó?-preguntó tomándome de la camisa. -Fue mi culpa, pero la buena noticia es que no debe andar lejos. -¿Cómo que Lucifer escapó?-preguntó Dios apareciendo entre las nubes. -Señor, por favor perdóneme-dije arrodillándome ante él. -Los demás, ¡encuéntrenlo!, en cuanto a ti ángel Blanco, te daré un castigo ejemplar. Los ángeles se fueron dejándome solo con él. Creo una barrera a nuestro alrededor y comenzó a golpearme con un látigo. El azote de Dios era el castigo más doloroso para los ángeles, te dejaba heridas que nunca sanaban. Me azoto por varias horas y me encerró en una jaula. -Te quedarás aquí hasta que yo lo decida. Se fue dejándome encerrado y levantó su escudo protector. Ya no estaba en el recinto, si no en una guarida que usaba para castigar a los ángeles que lo desobedecían. -Para ser un Dios tan misericordioso como dicen, les trata muy mal, ¿no te parece?-Escuche la misma voz de hace rato. -¡¿Quién eres?! , ¡preséntate de inmediato! -No estás para darme ordenes con la situación en la que estas. La puerta de las celdas se abrieron y los ángeles que habían estado encerrados desde hace días aprovecharon el momento para escapar. -¿Por qué no das la cara? -Aun no puedo materializarme de forma física, pero muy pronto lo haré. -Siendo así, no podrás hacer mucho. -Ángel ingenuo, puedo hacer mucho más de lo que te imaginas. Y esos tontos jamás me atraparan. -Si eres Lucifer, ¡regresa al infierno ahora! -¿Me estas echando después de que te ayude a salir? -No puedes...-trate de levantarme, pero no pude. Las heridas aún me dolían. -¿Te lastimo muy fuerte? -No lo hizo con mala intención. -¿A no?, casi te mata y, ¿dices que no fue con mala intención? -Yo me equivoqué, fue mi culpa. -Los ángeles son tan patéticos, siguen a un líder que los maltrata y priva de su libertad. -Hablas como si tú fueras un mejor líder. -No soy perfecto, pero gobierno mejor que él. Soy justo y reprendo solo cuando es necesario. -Tratas de lavarme el cerebro, pero no funcionara. Mi voluntad es firme, no como la tuya. -¿Me cuestionas por elegir mi libertad en vez de ser su esclavo?, todo lo que he hecho es ayudar a la humanidad a ver la luz, y fui condenado a gobernar el infierno para castigar a personas que según sus normas, estaban mal. Era lo único bueno de mi trabajo, castigar a los crueles y más infames personajes de la humanidad. Pero nunca fui malo, él no acepta la opinión de nadie, solo la de él. -Él sabe lo que hace, merecías ser desterrado, pero yo no elijo ese camino. -¿Piensas seguir soportando sus maltratos? -Ya es suficiente, avisaré a todos que estás aquí-quise levantarme pero de nuevo no pude, apenas podía moverme. -¿Duele?, te puedo curar las heridas con una condición. -¡No quiero tu ayuda!, descubriré cómo salir solo. -Ni un ángel puede salir del recinto, los demás se darán cuenta de eso y volverán a ser encerrados, ¿quieres que te pase lo mismo?, ¿quedarte encerrado sin agua y sin comida? -No tengo porque escucharte-me arrastre hacia la salida ignorando al demonio, las heridas no dejaban de sangrar, pero no me importo, solo quería salir del recinto. Vi a los ángeles tirados en el suelo y frente a ellos había una barrera eléctrica. Apenas podía trasladarme, ¿Cómo se suponía que la iba a cruzar? -¿Ahora me entiendes? -¿Cómo hiciste para atravesar la barrera? -Ángel idiota, soy una fuerza incorpórea, puedo ir a cualquier lugar que desee. Una risa macabra inundó el lugar y la barrera se abrió. Dios nos vio fuera de nuestra celda y se enfureció. Nos encerró de vuelta y creó una barrera eléctrica alrededor de cada celda. Me encontraba más solo que nunca, en ese momento, la idea de rebelarse contra él, no me pareció tan descabellada.
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