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Santa infiel

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Blurb

Cuando un enemigo del pasado vuelve con más fuerza, Spence debe buscar al único hombre en la tierra capaz de ayudarle a exterminarlo: Massimiliano Benedetti, expulsado, exiliado y dado por muerto.Y mientras que Biana busca venganza por su propia mano, metiéndose a aguas turbias de las que no sabe si podrá salir, no solo se consigue de frente con las sombras de una infancia dura y cruel, sino también con el italiano que regresa del más allá para desestabilizar su mundo y el de todos aquellos que lo traicionaron, con una versión más macabra y perversa.

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0 | Maldito
MAKLI BENEDETTI Por un momento de la vida fui la hija predilecta, mamá decía que había nacido para crear un imperio que dejara en alto el apellido familiar. Era la consentida de papá, —un hombre honesto, honrado y trabajador con sueños—, la única niña, hija única. Cada tarde me peinaban frente al tocador, reforzando en mí la idea de que sería la reina de Italia y que el triunfo era mi único destino. Tenían mucha fe en mí, decían que alcanzaría lo que ellos no habían podido. Cuatro años más tarde, nació Franchesko. Mamá tuvo la desgraciada idea de darme un compañero de vida que no pedí, un hermano que, según mis padres, yo necesitaba. Una falsedad, porque yo era feliz sola. Con el nacimiento del niño nuevo mi madre empezó a ir a terapias psicológicas debido a la depresión post parto que cogió; pero ni la asistencia constante junto a la fuerte medicación pudieron salvarla de lanzarse del Ponte Vecchio en Florencia, cometiendo suicidio y dejando a dos hijos pequeños y a su marido con el corazón devastado. A partir de ese día, supe que Franchesko había llegado para arruinar la familia feliz que éramos sin él. Años más tarde, nuestro padre murió a causa de un virus que azotó la ciudad, y fue así como dos niños en Italia se quedaron solos, a la deriva. El odio y resentimiento crecían dentro de mí día tras día, Franchesko había llegado al mundo con una jodida suerte que me había arrebatado a los únicos dos seres que quería en el mundo: mis padres. Pero entonces nos adoptaron, para mí mala suerte, a los dos. La familia Bello nos llevó a la escuela y trató de aligerar ese trauma con el que crecimos metiéndonos a clases y más clases, cursos, diplomados y actividades extra académicas para hacernos brillantes, genios. Franchesko se graduó con honores, enorgulleciendo a los Bello, mientras que yo, detrás de su sombra apenas y pude alcanzar el promedio exigido para estudiar la carrera menos degradante del listado que según mis calificaciones podía tomar. Así llegué a la academia militar. No por elección, sino porque era la mejor opción de las peores. Allí me formé como sociologa en paralelo a mi carrera militar, desempeñándome lo mejor que pude y convirtiéndome en capitán de tropa con apenas diecinueve años. Era buena en lo que hacía, fui escalando con los años y cuando se abrió el cargo para la dirección del Sistema Inteligente de Protección Mundial fui postulada por mi Comandante General del Arma, Mathias Bevilaccue. Así llegué al SIPM. Mi trayectoria como Teniente Coronel en Gendarmería fue intachable, me gané mi lugar en el departamento de defensa que luego dirigí y en el cual me convertí también en agente de inteligencia especial. Mientras yo me hacía un nombre en el único lugar donde pude entrar y encajar mi hermano se ataba la soga al cuello con una perra escaladora y de la que averigüe tanto como pude, porque aunque Franchesko y yo no éramos tan unidos como debíamos, seguíamos siendo hermanos. Niurka Roca. Con un hijo a cuestas, al cual abandonó apenas logró meterse en nuestra familia. Por otro lado, el apellido Benedetti nunca nos abandonó, los Bello respetaron nuestra decisión desde niños y es que no podíamos negar de dónde proveníamos realmente. Nunca nos cambiaron el apellido. Hicimos nuestras vidas por separado, me casé, tuve dos hermosos hijos y enviudé. No me siento orgullosa de mi labor como madre ya que por enfocarme en mi trabajo los descuidé bastante y terminaron creciendo sin mi orientación. Lo único que no puedo reprochar de Niurka es su obsesión por criar a sus hijos, la mujer se entregó por completo a la familia que formó con mi hermano. Ni siquiera la puedo culpar por la escoria de humano que le salió en su lote de hijos. No todo puede ser tan perfecto, mientras que el primogénito bastardo trabajaba para convertirse en un agente élite, y Giulia y Dante rondaban bajo la sombra de su madre buscando la aprobación de ella y siguiendo cada uno sus pasos, Massimiliano se hacía nombre como la oveja negra de la familia, el rebelde sin causa. Por eso mi hermano me contactó, pidiendo ayuda para reformar ese mal carácter que no sabía de dónde carajos había salido. Ingresó a la escuela militar desde los doce años, de dónde fue expulsado antes de lograr graduarse con el pésimo promedio que logro reunir en sus cuatro primeros años. Se supone que entre mi hermano y yo, yo era la del carácter. Y con nuestra pésima relación debía ayudarlo sí o sí, traté de apoyarlo con su hijo "el mal encaminado" y aunque logró sacar la escuela a través del programa nocturno, no alcanzó la nota mínima para estudiar lo que Franchesko deseaba que el mayor de sus hijos cursara por el bien de su legado y de su empresa familiar. Entonces, nuevamente entré yo al juego para ingresarlo al SIPM, era un chico brillante, un genio, pero llevado por el mal humor, el rencor sin razón y la avaricia. Pudo haber llegado más lejos, sus aptitudes físicas en combate lo tenían como uno de los primeros del grupo de Roma para ser un novato. Su mala cabeza lo hicieron caer al precipicio cuando decidió jugarle sucio a quien le tendió la mano. A mí. No sé exactamente a qué estaba jugando cuando buscó un grupete para robar archivos que me comprometían con el gobierno Italiano. No es un secreto que muchos de los que dirigimos organizaciones o departamentos de defensa y seguridad de estado tenemos las manos sucias. Pero es esa la única forma de mantenerse en el puesto. Debi esperar siempre que mi sobrino me clavara alguna puñalada, después de todo así era él. Pero quise darle el beneficio de la duda, creyendo que tal vez el entrenamiento del SIPM le cambiaría un poco su forma de vivir y ser. Franchesko también lo pensó, y nunca estuvimos más equivocados. Los villanos reales así nacen, muchos se hacen en el transcurrir del tiempo, pero son los más peligrosos aquellos que llegan a la vida con esa semilla natural de la maldad, y éste desde el vientre dió dolores de cabeza. Y Niurka es la testigo principal, ya que casi muere en el parto. Massimiliano siempre fue un maldito hijo de puta y me alegro mucho que ya no respire el mismo aire que yo. Las r************* enloquecieron con la publicación en La Repubblica acerca del asesinato del Magnate más joven de Italia, quien fue abatido en un intento de fuga durante el operativo de rescate dado en Japón que yo dirigí antes de ser traicionada, y dónde también murió su esposa, única hija y heredera de Paolo Given. En otros temas, desde que ingresé aquí no he sido visitada por ningún rostro conocido. Ni siquiera entiendo cómo terminé postrada en una camilla sin ningun tipo de movilidad ni habla. Las enfermeras cada que vienen a darme mis medicamentos o a alimentarme suelen comentar entre ellas la lástima que les causo por ser una mujer abandonada por su familia. No sé en dónde estoy siquiera, solo sé que ha pasado mucho tiempo, aunque no logro llevar la cuenta exacta del día o mes en el que estamos hoy. No he visto mi rostro en el espejo desde la mañana que volé a Japón con la convicción de que por fin atraparía a mi sobrino para meterlo a la cárcel por todos sus delitos. La puerta se abre y mis ojos se mueven con la presencia de quién pensé no volver a ver nunca más, Spence Lombardo. Viene solo y con un ramo de flores que deja sobre la mesa que está al lado de la puerta, son girasoles. Mis favoritos. —Makli —Saluda, serio. Creo que la última vez que lo ví fue durante el traslado de Biana al hospital, ha pasado tanto tiempo que no recuerdo muy bien. —Es una pena que siendo una mujer inválida y sola, ahora debas enterarte de la muerte de tu hijo. Mi sentido pésame. La noticia me hace colapsar, no escucho más. Se me llenan los ojos de lágrimas y lo primero que pienso es en que alguien le hizo daño por mi culpa, tal vez dejé hilos sueltos antes de desaparecer. No puedo creerlo, mi hijito. —La drogadicción lo convirtió en un hombre de la calle, fue arrollado por una moto. No llegó al hospital, murió enseguida. ¡No! Spence no vino solo a darme esa noticia, también está aquí para regodearse en el uniforme que lleva, el cual reformó y que debería ser mío. Se burla en mi cara del puesto que me robó. Vino a disfrutar en mis narices que tiene lo que me pertenece. Me frustra no poder emitir alguna palabra y la impotencia me hace llorar a mares, aunque trato de resistir para no perder la dignidad delante de él. Ante sus ojos soy una bruja, y debo seguir siéndolo siempre. No voy a caer. —Lamento mucho que hayas terminado así, Makli —«Mentiroso» Si él mismo me metió aquí—. Pero no podía permitir que dañaras a mi familia. No poder moverme llena mi impotencia al mil por ciento. Quiero hacer explotar todo. Trato de abrir la boca, pero mi lengua espesa no se mueve y maldigo el día en el que confié en Spence, creyendo que era diferente de su hermano y convirtiéndolo en uno de mis agentes en ascenso de confianza. Odio admitirlo, pero fue así. Yo me equivoqué. Siempre lo hice. —Ahoro solo tienes una hija, la cual ni siquiera se ha preocupado por saber de ti. Creo que le hice un favor al meterte aquí, Makli ¿Qué tan hija de puta fuiste en vida que la única visita que has recibido en seis años es la mía? «Hijo de puta» Estoy segura de que nadie sabe dónde estoy, de lo contrario ya habrían venido por mí. Logro abrir la boca y lo que suelto me sorprende tanto a mí como a él: —Pú...drete. Parece que la acción le preocupa, porque sale enseguida de la habitación. ¿Qué coño ha pasado? ¿Acaso estoy teniendo una leve mejoría de forma repentina? Trato desesperadamente de moverme, pero es imposible, apenas puedo sacudir el dedo índice de mi mano derecha. Efectivamente algo está cambiando. La puerta se abre nuevamente con la llegada del doctor que me trata seguido de una enfermera. Ambos vienen algo aturdidos, la mujer se planta a mi izquierda y el doctor se me encima para chequear mis ojos con su linterna. Emite algunos bufidos mientras me examina. —No es posible, doctor Suárez —Habla la chica de blanco—. No hemos modificado la dosis. El hombre de bata no responde, está concentrado. —Ella no puede hablar ni moverse —Sigue la enfermera. Entonces está vez logro mover los pies, haciendo que la licenciada arrugue las cejas tan sorprendida como su jefe. —Habla —me ordena el doctor. Y lo intento, pero lo único que puedo hacer es abrir la boca, las palabras se atascan. —Aumenta la dosis, Dani. La orden fue clara, mantenerla inmóvil —La enfermera asiente y me inyecta en el brazo. ¿Aumenta la qué? Rápidamente me doy cuenta de que he sido manipulada todo este tiempo, mi estado actual se debe a la medicación que me han estado dando. No es que no pueda moverme o hablar por haber sufrido alguna lesión, es que he sido engañada por fármacos potentes que tienen a mi cuerpo en un trance de sedación. Maldito Spence. Maldito Massimiliano Benedetti y todo lo que sigue causando aún después de muerto. Maldito el día en el que caí ante ellos con su emboscada. ******* Hola, mis amores. Ya sé que les dije que está historia no estaría en Dreame, pero ya ven cómo cambio de opinión jeje. Así que acá se las dejo. Aprovecho para dejarles la Sinopsis: Cuando un enemigo del pasado vuelve con más fuerza, Spence debe buscar al único hombre en la tierra capaz de ayudarle a exterminarlo: Massimiliano Benedetti, expulsado, exiliado y dado por muerto. Y mientras que Biana busca venganza por su propia mano, metiéndose a aguas turbias de las que no sabe si podrá salir, no solo se consigue de frente con las sombras de una infancia dura y cruel, sino también con el italiano que regresa del más allá para desestabilizar su mundo y el de todos aquellos que lo traicionaron, con una versión más macabra y perversa.

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