Han pasado dos semanas y media desde que conocí a Eros. Al principio, me resistí a salir a solas con él, pero entre su insistencia y la complicidad de Trixie, terminé cediendo. Ahora, con la cita a solo unas horas de distancia, me encuentro atrapada en un dilema monumental: ¿qué demonios me pongo? Camino de un lado a otro dentro de mi closet, reviso perchas, abro cajones, descarto opciones. A cada minuto que pasa, la pila de ropa en el suelo crece más y más. Mi habitación parece zona de desastre, y Trixie, mi pequeña cómplice en todo esto, está tan entusiasmada con la idea de esta cita que ha decidido ayudarme. —Faltan dos horas para que venga papi… Busquemos en este lado, mami —dice, rebuscando en un rincón del armario con su vocecita animada. Mientras ella revisa, su mirada se alza ha

