Me levanté exaltada, como si hubiera tenido una pesadilla. Mi corazón latía desbocado y sentía un frío helado recorriendo mi cuerpo. El pequeño reloj en la mesita de noche marcaba las 4:32 AM. Era la hora más oscura, y en mi garganta ardía un fuego insaciable, como si tuviera un trozo de hierro hirviendo en mi interior. Corrí hacia la nevera y tomé una botella que contenía un líquido rojo. Su sabor metálico y dulzón se deslizaba por mi garganta, pero el ardor no se detuvo. En un instante, la desesperación se apoderó de mí. La oscuridad de la noche me rodeaba, y tenía la extraña sensación de que algo estaba a punto de suceder. Sin pensar, salté de mi ventana, aterrizando en la acera con un golpe sordo que resonó en el silencio. El aire frío de la madrugada me golpeó el rostro mientras corr

