Donovan llevaba más de tres horas inconsciente, y la ansiedad empezaba a apoderarse de mí. Lo había acostado en su cama, y yo estaba sentada al pie, observándolo, esperando desesperadamente a que volviera en sí.
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¿Qué fue lo que hice mal? Han pasado dos días y sigue sin despertar. El miedo me consume. Lo he perdido... Me niego a aceptarlo, pero en el fondo lo sé: lo he perdido. Y lo extraño, lo amo. La realidad me golpea con fuerza, y las lágrimas empiezan a correr sin control. Lo he perdido para siempre. Extraño sus ojos color avellana, su risa, su presencia. Mis sollozos se vuelven más intensos. Donovan... ya no está.
Siento una mano sobre mi hombro. Mi corazón se detiene por un momento, esperando que sea él. Pero cuando levanto la vista, es Logan. Su expresión refleja preocupación
