Llevaba más de tres horas junto al Big Ben. Las luces de la madrugada y el sonido lejano de la ciudad apenas me alcanzaban, pero no me cansaba de observarlo. Eran casi las 4 de la mañana cuando un grito masculino resonó a lo lejos, rompiendo la calma. Me giré rápidamente, alarmada, y comencé a caminar hacia el lugar del que provenía el ruido. Sin embargo, lo último que recuerdo antes de sentir un fuerte golpe en la nuca fue la oscuridad que me envolvió de repente. --- Abrí los ojos lentamente, parpadeando varias veces hasta que mis pupilas se adaptaron a la luz tenue de la habitación. Reconocí el lugar, pero no podía ubicarlo con claridad. La habitación era familiar, aunque vaga en mi memoria, como si hubiera estado allí antes en algún momento, pero no sabía cuándo ni por qué. Me dolía l

