Pov: Ethan Reed.
— ¿Qué pasatiempos tienes? —de reojo observo a la mujer solo un instante y vuelvo mi vista al café para beber ignorando su pregunta—. A mí me gusta montar a caballo, mi familia tiene algunos caballos en la finca y de vez en cuando monto, ¿tú sabes montar? —por qué le interesa, esto no funciona.
— No.
— De acuerdo… —por unos segundos hay silencio—. Mi teléfono suena, iré a atender —la observo sin dejar de fruncir el ceño.
— Adelante, proceda —toma la llamada frente a mí.
— ¿Qué? Voy para allí, descuida, ya salgo —me observa—. Debo irme, lo siento, fue… que te vaya bien —sale y vuelvo a mi café para seguir bebiendo.
Estas citas están siendo de lo más aburridas, realmente todas las mujeres que ha elegido Clementine son aburridas, insulsas, ninguna se compara con Claire.
Ella me hace reír, es divertida, es una mujer que siempre sabe qué hacer y decir a cada momento. Es especial y nadie se le compara.
Ese es el jodido problema, cómo diablos voy a poder acostarme con una mujer desconocida si no dejo de pensar en ella y estoy intentándolo, no funciona.
— Ethan Reed, ¿qué es lo que pasa contigo? —Clementine aparece sentándose a mi lado.
La ignoro.
— Es la cuarta mujer que no tarda ni cinco minutos en fingir una llamada y marcharse, mira esto —pone su teléfono frente a mí.
— Clementine, estoy bebiendo mi café, por favor, compórtate como una mujer decente y no hables así fuerte ni pongas…
— Dices tantas idioteces que me dan ganas de quemarte con café, mira esto, cada mujer que has visto te pone un puntaje, fue tan malo el puntaje de esta última que te han degradado, ahora solo te van a emparejar con personas que compartan el mismo puntaje que tú —me encojo de hombros y sigo con mi café.
— Quizás significa que no debo tener más de estas malditas citas —resopla.
— No estás colaborando, no pones nada de ti, con razón Claire no te ha mirado nunca si eres un hombre que ni siquiera sabe contar un chiste, ¿qué talento tienes? —le dirijo una mirada asesina.
— Proteger a nuestro país de peligros, ¿quizás? Soy un hombre con muchas virtudes.
— Seguro, como sonreír, esa debe ser tu mayor virtud —escupe sarcástica—. Escucha, Ethan, ser un hombre macho alfa no sirve si no hablas con tus citas. Esta es tu última oportunidad, es bonita, tiene 32 años, es norteamericana…
— No, descártala, no soportaré escucharla, los norteamericanos son tan informales para hablar, no tendré una cita con una Norteamericana —dejo dinero sobre la mesa así levantarme.
— Sí lo harás, vamos, me he estado esforzando.
— No debiste, está claro que…
— Que yo no pienso estar sufriendo el escrutinio social por pasar vergüenzas contigo en la alta sociedad, sabes bien que la familia de Claire es muy reconocida y esa boda será un evento importante. Ethan, me avergüenza que mi hermano esté enamorado de su mejor amiga la cual se casará con alguien más, no puedes estar parado en el altar con esa cara y menos sin una pareja, a menos que digamos eres gay…
— ¿QUÉ? ¡No vuelvas a insinuar una cosa así, Clementine! —se carcajea.
— Exageras, saldrás con la Norteamérica, es preciosa, rubia, ojos azules, parece una muñeca, se llama Emily Kambell, la verás, pasado mañana —resoplo.
— No.
— Sí puedes, no fue pregunta —salimos a la calle y camino a mi auto mientras ella camina al suyo—. ¡Por cierto, Claire está en casa porque quiere que la ayude a elegir color de los manteles, el plan comienza, nada de mirarla como borrego. ¡Ten orgullo, Coronel! —niego porque ella es una escandalosa, no tiene modales.
Las damas deber ser recatadas, ella sin dudas no entra en la categoría de dama. Es una niña aún.
.
Al estacionar en mi casa veo el auto de Clementine, conduce muy rápido, no sé qué pensaban mis padres al regalarle un auto deportivo. También veo el auto de Claire y suspiro.
Ella va a casarse, debo procesarlo, debo entenderlo y dejar de torturarme así.
Entro a la casa y la veo sentada junto a Clementine, se ve muy linda hoy.
— Hola, Eth…
— ¿Cómo te fue en tu cita, engendro? —escupe mi imprudente hermana.
— ¿Cita? ¿Tuviste una cita, Ethan? —Claire me observa sorprendida.
— Hola, Claire, ¿cómo va todo? —me acerco y me inclino a saludarla besando su mejilla.
— Ethan vino con energía de su misión porque ya ha tenido cuatro citas esta semana, mi hermano es un Casanova —la regaño con la mirada.
— ¡Clementine!
— Oh, no me contaste nada, ¿y te fue bien? Qué extraño tú en citas, pensé que no te gustaban esas cosas, ya no me cuentas nada, Eth —el tono que usa es como a regaño.
— Solo fueron citas, nada más —me estira del brazo.
— ¿Cómo citas y nada más? —se pega a mí y paso saliva porque tenerla tan cerca me hace ponerme como idiota y sonrío.
— Vamos cuéntanos, ¿te follaste a las cuatro esta semana? —abro mis ojos mirando a Clementine.
— No hablaré frente a ti, deja de ser imprudente con tus comentarios.
— Ethan jamás fue así, él siempre fue muy tierno, necesita apego para el sexo, no es como los demás hombres, es diferente —ese es el problema, ella sigue sin verme como un hombre de verdad, siempre usará el apelativo tierno.
Qué asco, no quiero ser tierno, quiero ser atractivo para ella, quiero que me vea y encuentre en mí un jodido hombre que la caliente.
No, yo soy tierno. ¿Qué es esa porquería?
— Sí me las follé —me levanto y su mirada se torna muy distinta a la que alguna vez usó conmigo, me escanea.
— Te dije, está hecho un Casanova total, a las mujeres les gusta un sexy coronel, hasta está en app de citas —me río queriendo matar a Clementine.
— App de citas, interesante, ¿crees que eso funciona? No sé, pienso que es una mala idea —Claire parece molesta, es muy extraño.
— Para sexo, por supuesto, quién sabe y quizás también encuentro alguien que me vuele la cabeza, lo dudo, no quiero compromisos, me gusta la libertad de ser soltero, de probar de todo un poco, sin apresurar nada —digo lo primero que me viene a la cabeza, solo porque la veo actuar como si estuviera celosa.
¿Está celosa? Juro que da esa impresión cómo me mira y parece molesta por lo que digo.
— No deberías usar así a las mujeres, no es correcto, podría salirte mal.
— Por favor, esas mujeres están encantadas y también lo usan, necesidades fisiológicas, Clairecita, aparte Ethan es súper guapo, genes Reed, mejor eso a que viva trabajando —no puedo creer lo molesta que se ve Claire.
Tanta es mi sorpresa que ignoro la imprudencia de Clementine.
— Tengo que ir a ducharme, espero todo vaya bien con lo de la boda —asiente seria frunciendo el ceño.
— Mejor dúchate, no puedo creer que dejé te me acercaras, quién sabe con quién estuviste —me acerco de nuevo a ella.
— No te hagas, no le negarás un beso a tu mejor amigo —beso su mejilla de nuevo y sus ojos azules se clavan en los míos del mismo color.
Me alejo y escucho pasos detrás de mí.
— Oye, despídete cómo corresponde —me volteo y se acerca a abrazarme—. Tú estás raro, no hagas tonterías, eres un buen hombre, no quiero que salgas con rameras —sonrío y suspiro ante lo que me susurra.
— Estoy igual…
— No, no me habías abrazado, cuídate, a ver cuándo me invitas a ver una película o algo, sigo siendo tu mejor amiga aunque andes de Casanova y vaya a casarme, no lo olvides —aprieto los labios.
— Te invitaré, lo prometo —sonríe mostrando los dientes y no puedo evitar corresponderle.
Me suelta y se aleja, suspiro por lo que su cercanía me genera y me meto a la habitación.
……………
— No entiendo, ¿por qué tú vienes conmigo? —reclamo entrando a la cafetería con Clementine.
— Porque soy tu representante legal en citas, cómo community manager, pero de citas —se carcajea.
— Desde ya te advierto que esa mujer no encajará conmigo, quizás no debí tener citas.
— ¿Y qué deberías eh?
— ¿No notaste rara a Claire? Como celosa cuando supo que…
— Mentiste, señor macho follador —ruedo los ojos.
— ¿Y qué debía hacer? ¿Eh? No iba a permitir que pusiera mi hombría en duda, no soy tierno y sentimental, esas mujeres no me gustaron, no eran tan bonitas y femeninas —mi hermana chasquea la lengua.
— Con esta no tienes jodida excusa, es hermosa y lo que sigue, me da hasta envidia lo bonita que es, haz un esfuerzo. Creo que fantaseas, Claire se casará, ¿por qué estaría celosa de ti? Eso no tiene sentido —resoplo—. Casi lo olvidaba; no permitiré que te vuelvan a bajar la puntuación, si ves que la cita va mal, solo tócate la cabeza con ambas manos y te salvaré —la ignoro porque la verdad ya no quiero escucharla.
Se aleja para sentarse en una mesa lejos de mí.
Me siento a esperar a la señorita Emily Kambell.
Suspiro y me pido un café porque no la esperaré hasta que llegue.
Me traen el café.
— ¿Ethan Reed? Sí eres tú, sin dudas. Pensé que la diferencia de altura no sería tan notoria —se sienta y la miro arqueando una ceja—. No lo digas. Soy más bonita en persona que en fotos, aún no logro ser fotogénica. Tus ojos son muy azules, no estás tan mal, aunque tú ya sabes a lo que vine y por lo que vine —sigo mirándola extrañada—. No me digas que eres mudo, ¡diablos! Eso no lo pregunté, los mudos escriben —¿de dónde diablos salió esta loca que no deja de hablar?
— ¿Quién eres?
— Emily Kambell —me guiña un ojo—. Es posible que la mujer más encantadora que vayas a conocer, qué suerte no eres mudo —se ríe y llama a la mesera.
Miro a Clementine y me levanta el pulgar.