color tormenta

4170 Words
Color tormenta Todos dicen que aman, es tan fácil decirlo, pero demostrarlo se vuelve a menudo una tarea difícil. Nalla No podía creerlo lo que sostenía en mis manos, había esperado tanto este momento y, sin embargo, ahora me parecía falso, sin duda una mala broma, pero era una tontedad de mi parte pensar en algo así, era real, no podía ser lo contrario y estaba sucediendo ahora, me estaba sucediendo a mí. —Nalla, ¿te encuentras bien? —mamá se acomoda a mi lado y toma alguna de las cartas tiradas en el suelo—, lo intentaremos otra vez Nalla, no puedes rendirte. Pobre madre, piensa que nuevamente su hija ha recibido una mala noticia, aunque me encantaría corregirla, no puedo decir palabra alguna. Le pasó la carta con mis manos temblorosas, ella la toma aún entristecida y comienza a leerla, su rostro se va transformando al pasar cada línea y sus mejillas se comienzan a colorear. Me toma del brazo y me agita con mucho entusiasmo. —Lo hiciste, hija, lo hiciste —me abraza y besa de manera incansable—. Mi bebé sabía que tus sueños se cumplirían. —Mama… —Como pudiste pensar que no te aceptarían, eres especial —dice mientras relee la carta, esta vez con admiración. No puedo expresarme como ella, aunque me gustaría, no me puedo sentir feliz en este momento. Me siento insegura y muy asustada por todo esto. Un año atrás estaría pegando brincos por haber sido admitida en la mejor Universidad, estaría segura de mi triunfo y ansiosa de lo que vendría después, pero ahora siento que es un peso muy grande y me cuesta respirar. —Mamá, no creo poder, aún no estoy lista, no me siento con la fuerza necesaria —intento expresarme con normalidad, pero mi agobio es algo imposible de ocultar. —Si puedes cariño, yo confío en ti —me anima mi madre. —Yo fallé —la voz se me quiebra al pronunciar estas palabras. —A cualquiera le pasa, tu padre fue un gran deportista y al igual que tú él sufrió algunas lesiones, siempre se levantaba y seguía, tú eres igual que él. Tu padre siempre lo intento y ahora estás asustada, pero sé qué ansias volver al deporte —el rostro de mi madre se entristece, hablar de mi padre es difícil para ella, pero aun así desea apoyarme. —En serio quisiera que estuvieras aquí —limpio mis lágrimas Abrazo a mamá ocultando mi cara en el hueco de su cuello, ella me consuela como hacía tiempo atrás, diciendo palabras dulces y acariciando mi cabello. Durante toda la noche hablamos como en los viejos tiempos, sin mencionar ningún hecho que nos entristezca, solo madre e hija. —¿Tuviste miedo cuando papá murió? —pregunto recostando mi cabeza en sus piernas. —Tuve mucho miedo, solo éramos yo y tu padre y de la nada me encontraba sola —explica desenredando mi cabello con suavidad—, bueno, no tan sola al otro día me enteré de que estaba embarazada. Me hago un ovillo —Eso me daría mucho más miedo. Mamá ríe y limpia mis lágrimas —Para mí fue como una nueva esperanza, no estaría sola y me esforcé por hacerte feliz, aunque fuiste todo un reto. —¿No era tranquila? —pregunto confundida. —Por supuesto que no, cuando tenías tres años te rapaste la cabeza, justo el día de tu cumpleaños —se queja mamá como si estuviera viviendo ese momento—. Luego té interesaste mucho por conocer a tu padre y yo te mostré todo de él, cambiaste en ese mismo momento, querías hacer todo lo que él había hecho. —Quiero que se sienta orgulloso o al menos pensar que lo sería —explico. —Él estaría orgulloso de cualquier manera. Ahora iré a dormir, es muy tarde —deja un beso en mi mejilla. —Vale, te amo. Intente dormir, porque creí que el descanso me ayudaría a pensar, pero solo ocurrió todo lo contrario y me fue imposible dormir. Mi cabeza era una batalla que no podía controlar, aún no decidía que debía hacer. Termine dando vuelvas por la habitación hasta aquel decidí que era hora de salir de aquí y no porque había decidido ir a la universidad sino porque en serio necesitaba salir de la casa por un rato. Solo acomode mi cabello, tome un abrigo y me calce, sabía a dónde iría, pero no que hacer ahí, supongo que me ayudaría a reflexionar. Camine durante minutos en la noche, fue fácil salir de casa, pues mamá ya había quedado dormida y sin apenas darme cuenta ya había llegado al huerto de manzanas. Últimamente, estaba en mejor estado, ya que sus nuevos propietarios se estaban encargando de él y aunque sabía esto, nunca me apeteció volver a entrar en la propiedad a escondidas, ni sería lo mismo sin Erick y Evelyn, además yo no era tan valiente sola. Entre al lugar en busca del viejo árbol, pero el sitio había cambiado tanto que me fue muy difícil encontrarlo, en su lugar estaba un árbol mucho más joven y sano. —Supongo que muchas cosas cambiaron. Me sentía molesta y era ridículo sentirme así por el simple hecho de que el viejo manzano ya no se encontraba, pero en realidad más que un simple árbol era un lindo recuerdo de mis amigos y sentía que me lo habían arrebatado. Algunos recuerdos no duran para siempre. Tome una piedra afilada y talle en el tronco mi inicial, a veces solo tienes que hacer nuevos recuerdos. Llegué a casa justo al amanecer y no me tomé las molestias de entrar por la puerta trasera, en el salón estaba mamá con una tasa de café, sus ojos se ampliaron mucho al verme. —¿No estabas en la cama? —pregunta mientras se acerca a mí con preocupación. —No, estuve pensando —hago una pausa y tomo aire—, y creo que deberíamos empezar a planificar el viaje. Pase el resto del día preparando mis cosas, aunque mamá insistió mucho en ayudarme, realmente era algo que quería hacer sola. No me llevaría mucho de mi habitación, aunque quisiera no podría trasladar mi habitación. Termine de guardar la fotografía de mamá y papá, ya todo estaba listo para el día de mañana. Estaba muy nerviosa, tanto que había olvidado avisar a Erick y a Evelyn, al final solo decidí enviarle un mensaje a esta, ya que me gustaría sorprender a Erick y sin duda necesitaré su ayuda, por el hecho de que no conozco nada del lugar. Me miré en el espejo una última vez, estaba muy delgada y demacrada, la falta de sueño no me hizo nada bien. Aunque mamá había hecho un increíble esfuerzo por desenredar mi cabello, este aún se veía muy descuidado y no es para menos. Tome las tijeras y tomando un grueso mechón comencé a cortar, en mis pies caían decís mechones de cabello descolorido y sin vida. Me miré una vez que acabe y aunque no era un cambio fenomenal, me sentía satisfecha y cómoda con el resultado. —Nalla —grita mamá desde la puerta. —¿Está mal? —acaricia mi cabello del largo de mi mentón y lo escondo detrás de la oreja. —Oh cielo, me has traído tantos recuerdos —se ríe mamá—, pero tengo que admitir que esta vez te ves mejor. Tomo su mano y le doy un pequeño apretón —Te voy a extrañar. Mamá sonríe —Yo más. A la mañana siguiente me desperté tan temprano que no lo podía creer, a penas había descansado la noche anterior y aun así me sentía llena de energía, pero triste. Me senté en el columpio del jardín mientras mamá preparaba el coche, quería irme, pero sentía una enorme presión en mi pecho que me impedía levantarme y ponerle fin a este capítulo de mi vida, tenía miedo de volver a fallar. —¿Nos vamos? —pregunta mamá acercándose a mí—, ¿o prefieres fundirte en ese columpio? —Suena tentador —sonríe mirando al suelo. Me levanto y tomo mi maleta—. Estoy lista. Recuerdo cuando era una niña y me asustaba la oscuridad, siempre me refugiaba en sus brazos hasta que mi miedo pasara y me quedaba completamente dormida, ya es hora de superar mis miedos sola y de darle un poco de tranquilidad. Subimos al coche listas para marcharnos, miro afuera comenzando a echar de menos el lugar donde nací y crecí. En cada rincón existe un recuerdo muy preciado, extrañaré, despertar con los rayos de sol entrando por mi ventana, arroparme en mi cama y dormir unos treinta minutos más de lo debido, entrañaré los besos de mamá en la mañana y compartir el desayuno con ella, extrañaré al huerto de manzanas, al hospital, la escuela, el campo, el cielo estrellado, a todas las personas que me conocen en este sitio. En las largas horas de viaje, las casas victorianas fueron sustituidas por grandes edificios, la tranquilidad por el bullicio de la ciudad y las mariposas por personas. Supe cuando llegamos por lo majestuosa que era la universidad un poco más apartada de todo aquello y hermosa gracias a sus edificaciones modernas y amplios jardines, la más hermosa está rodeada por un enorme jardín con algunas estatuas, es el edificio principal. Bajamos del coche, ya me sentía un como perdida e insegura en este nuevo lugar, ¿cómo le abra ido a Evelyn y a Erick la primera vez? —Hola —saluda una chica pelirroja al pie de las escaleras que llevan a la entrada del edificio principal—, ¿eres Nalla Sullivan? —Si soy yo. —Mi nombre es Britani, el señor Cullen me pidió que las recibiera, este sitio puede llegar a ser un poco agobiante —explica Britani con mucho entusiasmo. Se ve bastante agradable y tiene un estilo muy colorido, lleva un suéter naranja y pantalones verdes, una combinación a la que yo le tendría miedo, pero a ella le queda genial y hace que sus amplios ojos verdes resalten. —Gracias Britani, soy Susan, su madre — se presenta mamá. —Son muy lindas —expresa Britani con una sonrisa—, vamos William las está esperando. Atravesamos el lugar hasta llegar a la oficina del señor Cullen. —Britani, ¿tramando algo nuevo? —pregunta una señora con un aspecto muy formal. —Señora Margaret, ¿Que pensaran de mí? —bromea Britani actuando dramáticamente—. Ella es Susan y Nalla Sullivan. —Oh, lo lamento mucho, soy Margaret, la secretaria del señor Cullen —se presenta estrechando nuestras manos—, pueden sentarse, el señor Cullen está en una reunión, pero enseguida estará con ustedes. —Muchas gracias Margaret —menciona mamá acompañándome a los asientos. —Nos vemos luego —se despide Britani Me acomodo cerca de la ventana y sigo mirando el ajetreado pasar de tiempo en los estudiantes, no muy lejos en el jardín puedo ver a Britani sentada con un grupo de chicos, conversan y ríen animadamente. Aunque intento distraerme esa espera hace que mis nervios aumenten, ideas locas pasan por mi mente, como imaginarme el terrible accidente de que me enviaran la carta por equivocación o que hayan cambiado de opinión, pero si eso es si, ¿por qué me estarían esperando? Estoy muy inquieta y me cuesta estar sentada, decido levantarme y caminar por la pequeña sala de espera, me detengo frente a un cuadro, solo son un montón de manchas azules con un aspecto desgastado que le da cierta belleza a la pintura. Las puertas se abren de manera brusca y sale de la oficina un chico, llega el cabello medio recogido, es muy n***o, lo que hace que su piel pálida resalte al igual que los tatuajes que lleva en la muñeca, solo son dos gruesas bandas negras de las que salen tallos con espinas el resto queda escondido en su camisa, me parece que es bastante extenso. —¿Cómo estás, queridísima Margaret? —pregunta el chico con gracia. —¿Qué quieres Noha? Estoy ocupada —menciona la señora mirándolo por encima de sus lentes. —Estoy siendo educado —murmura fastidioso. —Ya puede pasar señorita Sullivan —me informa la secretaria. Quedo completamente embobada cuando me mira, no me había percatado en sus rasgos, sus ojos son de un color inolvidable que en mi vida había visto, son una especie de azul o podría decir te son verdes, quizás con un toque de gris, son color tormenta. Eso es, es como si se estuviera formando una tormenta en esos ojos, la oscuridad y la luz se mezclan dándolo como resultado. —Ya me tengo que ir Margaret, excelente conversación —menciona el chico aun mirándome. Pasa a mi lado y entonces puedo verlo más de cerca, sin duda la terminación de su tatuaje es en su cuello y sus rasgos son más rudos de lo que parece a simple vista. —Nalla, ¿se te perdió algo? —pregunta mamá mirándome con una enorme sonrisa. Maldición, ¿durante cuánto tiempo estuve mirándolo? —Lo siento —digo entrando a la oficina con ella. La secretaria me mira con una sonrisa sosteniéndonos la puerta, estoy totalmente avergonzada y no tengo que mirarme en un espejo para saber que también debo estar sonrojada. Me he quedado mirándolo como una boba, seguramente debe estar burlándose de mí, dejo de pensar en él y entro a la oficina fulminando a mi madre con la mirada por no dejar de burlarse de mí y mantener su pícara sonrisa, a veces pienso que es una quinceañera, seguramente el chico la ha escuchado. Me quiero morir nada más llegar. La oficina es bastante grande y acogedora. En un escritorio cerca de la enorme ventana con vista al jardín se encuentra un hombre de cabello blanco debido a la edad, tiene un aspecto saludable y para mi sorpresa los ojos del mismo color tormenta, al parecer no son un color tan extraño como creía. —Buenos días, tú debes ser Nalla Sullivan —dice alargando la mano a modo de saludo, lo cual acepto cortésmente Nos invita a sentarnos frente a él, mi madre parece tranquila y cómoda, en cambio, yo estoy muriendo de miedo —Me sorprendió bastante que vinieras —menciona el decano Cullen. —Yo también estoy sorprendida, señor Cullen —lo cierto es que aún no me creo que allá tomado esta decisión. —Puedes llamarme Will y me alegra que estés aquí tienes un gran potencial —dice mostrando su perfecta dentadura. —No opino igual —confieso algo apenada en este último año, no he demostrado ni la fuerza ni la decisión que debería de tener. Mi madre me mira sorprendida, no esperaba esa respuesta de mí, pero aun de esta forma se mantiene ajena a la conversación y solo escucha pacientemente El señor Cullen toma una carpeta en sus manos y ojea algunos papeles, reconozco mi solicitud entre ellos. —Yo si lo pienso, aquí declara que sufriste una lesión y aquí estás, ¿no? Todo el mundo lo logra —explica con admiración en su voz. Mi madre me sonríe orgullosa y el señor Cullen continúa —Créeme niña, este lugar le perteneció a mi familia durante años, sé dé lo que hablo y aparte de ti solo conozco a una persona con el mismo valor y perseverancia, ¿conoces a Edgar Sullivan? —el señor Cullen sonríe al pronunciar su nombre. Mi cara y la de mi madre lo declara todo, estamos ambas sorprendidas de escuchar el nombre de mi padre. —¿Conoció a mi padre? —pregunto removiéndome en la silla. Claro que sí, pero, ¿cómo? —Oh claro, William Cullen, usted estudió con mi esposo. Me hablo mucho de usted, qué vergüenza no reconocerlo —expresa mi madre con un tono de voz muy sorprendida y apenada a la vez. Con un ademán le resta importancia y tranquiliza a mi madre —Es una lástima que nunca nos conociéramos, Edgar me hablo mucho de usted, lamento no poder haber asistido a la boda ni al funeral —la voz de William parece quebrarse al final. Mi madre aligera la situación con una sonrisa forzada. —Tu padre fue el mejor amigo que pude tener, en cuanto contemplé tu apellido en la solicitud no podía creer que eras tú, espere a que te recuperaras, he pasado por lesiones parecidas y sé cómo son. En cuanto creí que ya había pasado un buen tiempo me puse en contacto con ustedes, tú mereces estar aquí, no lo pienses más, eres bienvenida a la Universidad Cullen —manifiesta el señor Cullen. —Señor, en verdad le agradezco, pero no me gustaría ser aceptada por ser la hija de mi padre —me sincero. El señor Cullen se ríe —No es por eso, somos una universidad prestigiosa por albergar buenos estudiantes y convertirlos en grandes deportistas sin importar de donde vengan, no te elegimos por ser hija de Edgar, te elegimos porque tienes un gran potencial y a pesar del accidente confiamos en qué podemos pulirte al punto de que eso se convierta en solo una experiencia insignificante comparado con tu futuro. —Si usted lo cree —me encojo de hombros un poco avergonzados. —Estarás bien aquí Nalla —asegura—. Margaret, ¿llamé a la señorita Miranda? —Si William. —Britani es una de nuestras mejores estudiantes femeninas de natación, será tu compañera de habitación y también quiero que entres con ella y su equipo en el agua, te ayudará a recuperar la fuerza —explica. —Nunca lo he hecho, pero me encantaría practicar —menciono bastante entusiasmada con la idea. Me agrado mucho esa chica. —Estoy aquí —se anuncia Britani. —Nalla está lista para conocer su habitación. Señora Sullivan, la dejaré despedirse y si gusta puedo acompañarla a la salida y a por un café, hace mucho que no hablo de mi queridísimo amigo —pide William. —Sería muy agradable —acepta mamá. Ambos nos dejan en la oficina a solas y antes de que pueda decir algo, mamá comienza. —Es una gran oportunidad. —Mama… —Te adaptarás bien y esa chica es muy agradable. —Mama espera… —Estarás con Erick y con Evelyn. La abrazo para que se calle —Te voy a extrañar mucha mamá, ¿estarás bien sin mí? —Estaré bien bebé, te visitaré y tú también puedes hacerlo siempre que quieras. —Lo haré. Nos reunimos con el señor William y con Britani en la salida, luego de unos minutos más de despedidas dejo marchar a mi madre y me uno a Britani, está decidida a enseñarme este lugar, pero antes me ayudara a desempacar por lo que tendremos que conocer el lugar que compartiremos. —Es aquí —separa nuestra puerta—. Antes de que entres tengo que decir que no me avisaron con tiempo de que vendrías, hubiese arreglado mejor el lugar. Abre la puerta para mí y me ayuda a pasar con mis maletas, es una habitación pequeña, pero cómoda, lo mejor tiene un baño y eso ya le da muchos puntos, la parte de Britani está algo desordenado, en la cama hay montones de vestidos tendidos y un par de zapatos en el suelo, hay una librería con algunos libros, dos escritorios, dos armarios y un tocador repleto de cosas de ella. —Te ayudaré a acomodar tus cosas —se ofrece. Un par de horas después ya estamos logrando que la habitación se vea más ordenada, Britani deja mis pocos libros junto a los de ella en la librería y acomoda mi mesa de escritorio de una manera muy bonita que siguen, ella me ayudara a estudiar de manera más cómoda y organizada, terminó con mi ropa y la cama para luego guardar algunas cosas esenciales en el baño, que si, también tiene el rastro colorido de Britani por todos lados. —Estaba preparándome para una fiesta esta noche —señala su ropa en la cama—, podrías venir y conocer a mis amigos, mañana te mostraremos la universidad. —Me gustaría, pero quiero encontrarme con mi novio —explico. —Genial, no sabía que tu novio estudiaba aquí también —expresa Britani. —Hace un año, él aún no sabe que llegue, así que quiero sorprenderlo —le hago saber sintiendo nerviosa. —Qué lindo, ¿necesitas que te ayude a encontrarlo? —se ofrece Britani. —Me podrías decir que habitación es está —le muestro el mensaje que me envió Evelyn—, Estará con mi mejor amiga, ella me ayudara a sorprenderlo. —Oh, es justo en la residencia de al lado —me explica—. Igual si necesitas algo me llamas. —Muchas gracias, Britani. —Llámame Brit así me llaman mis amigos, ya quiero que los conozcas están algo locos, pero son agradables. Seguramente serán tan agradables como ellas, no me imagino a Britani relacionándose con alguien aburrido o desagradable. Después de un rato, Britani se prepara para su fiesta y yo para encontraba Erick, me visto con un sencillo vestido azul claro de tirantes y uso muy poco maquillaje y Britani me ayuda a peinar mi corto cabello, necesito acostumbrarme. Ella también está lista, lleva un ajustado vestido dentro sin tirantes y tacones altos, además de un brillante maquillaje, está hermosa. Me quedo observando sus tatuajes, los cuales no imaginé que tendría, son sencillos, solo una pequeña frase en el brazo, una estrella en el antebrazo, un corazón en llamas en el hombro y la letra D en la muñeca, todo es colorido y quedan bien con su personalidad. —Ya me están esperando afuera, suerte Nalla, nos vemos mañana —se despide. No mucho tiempo después yo también dejo la habitación y me pongo en marcha para encontrarme con Evelyn y con Erick. Ni siquiera le avise que ya estaba aquí, pero ya ayer le había hecho saber que llegaría y que me encontraría con ella a esta hora para sorprender a Erick, así que no veo problema o necesidad de avisarle nuevamente. Estoy muy nerviosa y a medida que avanzó me siento aún más nerviosa, pero feliz, estoy muy feliz y no puedo ocultar mi sonrisa. Llego a la puerta correcta y me doy cuenta de que está entreabierta, Evelyn ya debe estar esperándome con Erick. Tomo aire, sonrío y empujo la puerta entrando en la habitación. —¡Sorpresa! —grito llevándome la sorpresa yo Erick y Evelyn están juntos en la cama, ella con un vestido completamente estrujado y con el cabello revuelto, él sin camisa. Erick se separa de manera tan brusca que caer sentado en el suelo, ninguno puede decir nada y yo estoy tratando de organizar todo lo que me gustaría decir. —¿Evelyn? —la voz se me quiebra—, ¿Qué mierda hacían? —¿Nalla que haces aquí? —pregunta Erick muy sorprendido. —No sé qué carajos hago aquí —le gritó aventando lo primero que vi, un libro. Erick se levanta e intenta acercarse —Puedo explicarte, no pienses raro si antes escucharme. Lo empujo —No me toques, eres un cabrón, y tú —señalo a Evelyn—, sabías que vendría y montas esto Evelyn, te odio. Ella solo se mantiene en silencio, no intenta pedir perdón, para nada se muestra arrepentida, solo me mira con rencor, pero, ¿Por qué? Erick nos mira confundido como su no entendiera nada y si de algo es inocente es de que no sabía que vendría, pero eso no lo hace ser menos culpable. —Nalla ven conmigo —me intenta tomar, pero lo vuelvo a empujar. —Vete a la mierda y no me toques —salgo de la habitación corriendo. Lo escucho gritar y correr tras de mí, no sé muy buen hacia donde ir y esconderme, no querido que me moleste, así que solo corro sin parar. Después de unos minutos corriendo entro en lo que parece ser el área de la piscina, ya casi todas las luces están apagadas, pero parece un buen lugar para esconderse. Limpio mis lágrimas y tomo mi teléfono para llamar a Britani, necesito que me ayude a salir de aquí, Erick me encontrará, él conoce mejor este lugar que yo. Me paro en el borde de la piscina cuando veo a alguien sumergido en el agua, aunque al principio me sorprendió no quise alarmarse, lo más probable es que esté practicando. Intento llamar a Britani, no contesta. Miro nuevamente a la persona en el agua, está completamente en el fondo, totalmente inmóvil. —Mierda —me saco los zapatos y lanzó mi bolso lejos del agua. A continuación, salte al agua…, si eso hice.
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