¿Donde encuentro la calma?

4181 Words
Dónde encuentro la calma Es fácil sentí dolor y aparentar felicidad Noha Despierto a las cinco de la mañana y preparado el desayuno, solo unas tostadas, huevo y un batido nutritivo. Luego de eso solo permanezco bajo la ducha durante treinta minutos aclarando mi mente o simplemente intentando que mis pensamientos desaparecieran, sería más cómodo si nada estuviera. Me tomo mis medicamentos y me acomodo en la alfombra frente a la ventana, respiro y cierro los ojos mientras me sumerjo en esa búsqueda de la paz interior, es otra mierda que se inventan para vender, es eso o yo no sé encontrarla. —¿Este es mi desayuno? —pregunta Richard con la voz ronca, se acaba de despertar. —Es mi desayuno —explico sin abrir los ojos. —Se te va a quedar frío, ya deja de hacer esa brujería —gruñe Richard haciendo ruido en la cocina. —Estoy intentando meditar —explico apretando los dientes. Escucho sus pasos acercarse y luego su cuerpo caer a mi lado, vuelve a reinar el silencio, por lo menos en tres minutos, luego siento el ruido de un envoltorio de plástico, intento ignorarlo y respiro profundo. Otro ruido molesto, este me desorienta, no sé que es y termino abriendo los ojos para mirarlo con furia, solo está absorbiendo una caja de jugo. —Necesitas sexo —sugiere con la boca llena de galletas. Me levanto furioso —Una mierda, la paz mental, el pranayama y la madre que te parió. Lo mejor será que siga con mi día y me olvidé de estas porquerías de ideas que nos vende internet. Llego al hospital temprano como es habitual y me hago mi prueba de drogas, es la peor parte del día y me arruina la existencia, es ese pedacito de mí que nunca se borrará por mucho que lo intente, a penas estoy empezando y será un largo y difícil camino, me lo recuerdo todo el tiempo. —Noha aquí tienes —mi doctora me pasa la prueba—, felicidades, otro día más limpio. —Gracias —la tomo sin mucho entusiasmo. —Sabes existen pruebas más sencillas que se pueden hacer en casa, puedes pedirle a alguien de confianza que lleve el control de tus pruebas —sugiere ella muy amable. —Vivo solo y mi padre solo confía en esto —señalo el papel—, es mejor así y no me molesta. No tengo que explicar mucho más, no tiene que saber que vivo con uno de mis mejores amigos porque no soporto a mi familia, mucho menos necesita saber de mis recaídas, razón por la que mi padre me pide que le entregué esta prueba todas las semanas. Camino tranquilo hasta la universidad, aún es temprano, pero ya se ve a todos caminando de prisa de un lado a otro como si su vida dependiera de llegar temprano a clases y en parte es bastante importante teniendo en cuenta como es papá, pero no es algo por lo que yo me moleste mucho. Bajo del coche y entro al edificio principal cuando alguien tropieza conmigo y hace que el resultado de mi prueba caiga al suelo. —Lo siento Noha —se disculpa una chica morena muy linda acompañada de una amiga. Recojo la prueba antes de que alguna de ellas se fije en lo que es e intento continuar, pero nuevamente me detiene. —¿Irás a la fiesta de esta noche? —pregunta con coquetería—, yo iré. La miro mal, pero recuerdo que ella no tiene culpa de todo lo que me ha pasado, me recuerdo mil veces que nadie tiene culpa y que tengo que dejar de ser desagradable o destructivo con las personas, no es de extrañar que siempre esté solo, aunque con mi condición eso no es nada malo. —No hay razón para ir, adiós —y listo, ahí va mi definición de ser agradable. Cómo es habitual cada vez que hablo con alguien me terminan lanzando una mirada furiosa, pero es mejor así, estás chica no me conocen verdaderamente, solo saben lo que escuchan o ven y esas cosas solo me dibujan como el jodido chico triste que perdió a su novia en un accidente y necesita consuelo, ellas por supuesto se creen que pueden convertirse en una especie de salvadoras. La verdad que no saben es que por mi culpa mi novia murió, me metí en peleas, me drogaba y bebía hasta perder la conciencia e intenté acabar con mi vida, de lo único que me arrepiento es de no haberlo logrado, ahora son un tonto que tiene que fingir ser normal y mantenerse tranquilo con tal de no volver a explotar porque claro, reconozco que no fue la manera correcta. —Hola Margaret, adiós Margaret —saludo a la secretaria de papá entrando a la oficina sin avisar. —Puedes llamar antes de entrar o pedirle a Margaret que lo haga —pide mi padre—, saludar también sería genial. —Salude a Margaret —me defiendo—, y he ido a hacerme la maldita prueba como hago todas las semanas durante todo un año como comprenderás, no tengo ningún deseo de ser amable —digo sin quitar mi vista de la estantería a mi lado llena de libros. Mi padre revisa la prueba y los papeles detenidamente como hace siempre —Negativo —expresa guardando todo en un cajón de su escritorio. —Lleva un año siendo negativo —manifiesto con molestia —Es necesario que lo siga siendo, ¿hoy tienes que ver a tu hermano, cierto? —no es una simple pregunta, simplemente es su manera de declararme que debo ir sí o sí. No saca la vista de sus documentos, pareciera que ni siquiera me está prestando atención, pero si lo hace y si no respondo hará su pregunta, esta vez me mirará y ya estará enfadado, suena tentador molestarlo, pero estoy apurado. —Así es —respondo secamente acercándome a la estantería. —Hable con el entrenador —suelta quitándose los lentes y uniendo sus manos, ya está molesto —, me comento que estás faltando mucho a las prácticas, mejor dicho que no vas hace meses. —No he dejado de entrenar —me defiendo, pero rápidamente me detiene. —No es suficiente, sabes que porque seas mi hijo no tendrás nada seguro. No me molesta que el próximo que tome este asiento sea otro, lo que no me gustaría es que vuelvas a hacer el ridículo de ir drogado por ahí o intentando matarte —fórmula mirándome con molestia. —Te he traído las pruebas, ¿qué más quieres de mí? Y en cuanto a este puesto puedes dárselo a quien te apetezca, yo no quiero —gruño. Mi padre golpea su escritorio molesto y con una mirada autoritaria me hace callar —Quieres dejar de nadar. —Por supuesto que no, pero lo haré cuando a mí me apetezca —explico subiendo el tono de mi voz. —Eso no es profesional Noha —señala. —No me importa, de todas maneras hay más de una razón por la que no puedo competir —señalo mis ojos. —Eso no pasará, lo sé porque soy tu padre y por favor no empieces con tus berrinches, ahora vete, estoy muy ocupado —dice volviendo a concentrarse en su trabajo. Tomo el libro que he estado observando durante un tiempo, Dante, la divina comedia, lo agito frente a sus ojos. —Ahora lo ves y ya no lo verás, me lo quedo —aviso antes de marcharme. Siempre es así, intento empezar mi día bien, me hago la prueba de drogas, vengo, discutimos y me llevo un libro. Todos los días es así. —¿Cómo estás, queridísima Margaret? —pregunta a la secretaria de papá. —¿Qué quieres Noha? Estoy ocupada —responde fastidiosa —Estoy siendo educado —me defiendo. —Ya puede pasar señorita Sullivan —le dice a alguien. Miro, de quien se trata, es una chica que nunca había visto antes. Es alta y de figura delgada, piel blanca y mejillas levemente sonrojadas que la hace verse tierna, el cabello es cenizo, no tan oscuro y corto aunque le hace verse interesante y sensual, los ojos grises y grandes, son muy expresivos, de hecho es de ella lo que más me llama la atención, parecen dos lunas. Se ve tierna, demasiado buena para este lugar. Algo en ella me disgusta, aunque no la conozco ni pienso hacerlo. —Ya me tengo que ir Margaret, excelente conversación —me despido. Paso a su lado sin mirarla, sería muy incómodo si sigo mirándola, así que solo respiro su fragancia, vainilla, ¿por qué las chivas huelen a postres siempre? No lo sé, pero me recuerda que me gusta la vainilla, es un olor suave y relajante. Adiós Sullivan o como te llames. Me encuentro con Britani en la entrada, salta y me abraza apretándome hasta casi romperme los huesos, al menos así lo sentí. —Los chicos te estaba buscando, ¿dónde estabas? —pregunta pellizcando mis mejillas. Me aparto, pues no soporto cuando se comporta de esta manera tan alegra, siento lástima por Darian. —Estaba con papá —explico. —¿Viste a la chica nueva? —pregunta con los ojos muy abiertos, asiento con la cabeza—, ¿es guapa? —Más del montón —respondo y me golpea la costilla. —No la molestes es mi amiga —me regaña—, ve a ver a Darian al menos unos minutos, también es tu amigo. Bufo —Ya voy odiosa. Llego al gimnasio y no solo encuentro a Darian, está Richard y por supuesto Abel, no le agrada nada que esté aquí y lo demuestra lo mejor que puede, mira las mancuernas de manera brusca y pasa a mi lado chocando conmigo. —No le hagas caso, tuvo un mal día —lo justifica Darian. Su mal día empezó desde que murió Bella y siempre lo demuestra cuando yo estoy delante de él, nunca ha dejado de culparme por la muerte de Bella, sinceramente yo tampoco he dejado de culparme por eso, todos los días lo hago. No logro olvidar ese día, es algo que me atormenta siempre, haga lo que haga el recuerdo siempre estará en mi mente. —¿Cómo estás? —le pregunto a Darian intentando ignorar a Abel. —Estoy bien, ¿entrenas hoy con nosotros? El entrenador está muy molesto porque no has vendido ni un solo día a nadar —menciona Darían. —No, estoy ocupado, vendré mañana —miento. —Está ocupado, se la pasa meditando—se burla Richard—, le presentaré a una chica. —No necesito una mujer, estoy bien —explico ya cansado. Richard bufa —Como digas, nos vemos en casa entonces. Justo cuando me dispongo a irme, Abel lanza una toalla mojada en mi cara. Lo miro mal, pero este solo sonríe. —¿Qué carajos intentas Abel? —digo demaciado alto, pues ya se estaba alejando, así que todo el que está en el lugar nos presta atención. —¿Qué sucede Noha? —se acerca a mi arrogante—, ¿por qué te quieres ir tan rápido? Ya todos sabemos quién eres, puedes dejar de ocultarte. Intento tomarlo del cuello pero Darian y Richard me sujetan con fuerza. —Maldición Abel, no empieces —le grita Richard a Abel. Este levanta las manos a modo de rendición, pero sin dejar de reír —Espero que puedas dormir bien en las noches. —Abel ya basta —insiste Darian. Empujo a Darain quien aún me sujeta y salgo a toda prisa del lugar, odio encontrarme con Abel, cuando el resto intenta tratarme con normalidad a pesar de todo lo que sucedió, él se esfuerza en hacer lo contrario, recordando sin descanso lo que aún no logro superar y creo que no debería Llego a casa lo más rápido que puedo, necesito llegar para intentar calmarme. Me duele la cabeza y mis manos están temblando, me siento impotente, tomo mi médicamente e intento relajarme con un libro, pero no logre avanzar mucho en la lectora, no comprendía nada y solo pasaba las hojas sin haber leído a penas un par de líneas. Con el pasar del tiempo logré quedarme dormido y nuevamente me volví un caminante en mis sueños, la mayoría de esos sueños me llevaban al mismo lugar. Al final de la calle hay un grupo de personas, puedo reconocerlos, Abel, Britani, Richard, Darían y Lory, no muy lejos está el cuerpo de Bella ensangrentada y sin vida. —¡Bella! —grito su nombre corriendo a ella. Empujo a todos y cuando llego un dolor me taladra la cabeza y caigo de rodillas delante de Bella me llevo la mano a la cara y sangre empieza a correr por ella. —¡Tú la mataste, fue tu culpa! —me grita Abel, puedo escucharlo, pero ya no puedo verlo, todo se oscureció. —Noha despierta —la voz de Richard me saca de mi pesadilla. Abro los ojos y lo encuentro frente a mí, está preocupado y me ayuda a incorporarme en el sofá. —¿Estás bien? —pregunta asustado—. Estabas gritando su nombre. —Estoy bien, no era nada —miento —Tuviste otra pesadilla, pensé que la medicación te calmaba, fue por Abel, ¿verdad? —adivina, niego rápidamente. —No es nada Richard puedes olvidarlo ya —aseguró restándole importancia. Me seco las lágrimas de la cara, estoy sudando y mi respiración es muy fuerte. Me levanto y me dirijo al baño, ya ha pasado un año porque me sigue pasando esto. Son casi las seis de la tarde me miro al espejo, tengo el pelo algo alborotado, los ojos enrojecidos y la cabeza me martillea. Tomo nuevamente una pastilla, pero antes de tomarla la decido dejar, ya tomé una hace muy poco tiempo y no hizo nada, no son los calmantes que necesito ahora mismo. Tomo mi bolso, necesito salir de aquí. —¿No quieres ir a la fiesta? Podría lograr que te relajes —pregunta Richard abrochando su camisa. —No creo que eso ocurra, saldrá a caminar —le informo. —Está bien —dice algo dudoso. No quiero tomar el coche, me da miedo conducir cuando me pasan estás cosas no estoy totalmente concentrado, así que decido ir caminando hasta la universidad. Tomo un atajo y llegó a la piscina, a esta hora ya debería estar cerrada, pero tengo llaves. No es que mi padre me permitiera estar aquí a estas horas, es solo que se descuidó hace tiempo y dejo las llaves a mi alcance, solo las tomé prestadas, claro que no las devolveré hasta que no me gradué. Por si acaso reviso que no allá nadie en el lugar que está prácticamente a oscuras, enciendo algunas luces y me cambio la ropa, escribes lo que necesitaba. Salgo al agua y me sumerjo completamente, me quedo así, he intento olvidar tal como hago siempre que me siento mal, cuando empecé con las drogas y las peleas solo quería morir, destruirme totalmente, pero encontré la calma, es este lugar. Aun deseo destruirme, solo que ahora sé ocultarlo. No merezco la vida, no entiendo por qué después de todo no he muerto aun, porque todo no ha acabado para me. Cause mucho daño y me odio por eso, no merezco la felicidad. Abro los ojos de golpe al sentir a alguien tirando de mí con mucho esfuerzo hacia la superficie. Me abraza y mantiene mi cabeza fuera del agua. —reacciona —grita muy agitada. Sullivan es la chica nueva. Se hunde nuevamente conmigo, no nada muy bien y está intentando salvarme, no sé dé que aún. La tomo de las caderas e intento tranquilizara bajo del agua, si sigue así nos ahogará a los dos. Me mira con los ojos muy abiertos y se agita aún más, la tomo sin perder más tiempo y la saco a la superficie. La ayudo a subirse al borde de la piscina y la sigo. Tose mucho —¿Qué intentabas hacer? —pregunta con dificultad —Salvarte —explico dando suaves palmadas en su espalda. Lleva un vestido azul todo pegado al cuerpo y el cabello corto está hecho un desastre, ¿cómo de le ocurre saltar sin ropa? Tomo una toalla cercana y la envuelvo con ella frotando sus brazos. —Yo intentaba salvarte —corrige ella. —Pues casi nos ahogas a los dos —me burló fingiendo molestia—, me dedico a nadar desde hace mucha niña, no podrías salvarme nunca. Sus ojos se han llenado de lágrimas de un momento a otros —Solo pensé que necesitabas mi ayuda. Me quedé quieto arrodillado frente a ella, sintiendo mucho más esa frase de lo que podría haber creído ella y lamentando haberla asustado, no creí que se sintiera tan mal por esto. —Gracias de todas formar, estoy en deuda contigo —intento consolarla sonando graciosos y no sarcástico. Una lágrima rueda por su mejilla, niega con la cabeza y cubre su cara. No sé qué le pasa y no tengo idea de que debería hacer ahora. —Nalla, estás aquí —entra un chico corriendo—. Por favor ven conmigo. Me levanto del suelo y me dispongo a recoger mis cosas, sus problemas no me incumben ni lo más mínimo. —Te pedí que te alejarás —grita ella mientras lo empuja—, no quiero verte. —Nalla tenemos que hablar —el chico intenta tomarle la mano, pero ella lo esquiva nuevamente. Niego con la cabeza, no voy a involucrarme. Me coloco mi pantalón y camisa cuando la vuelvo a escuchar, esta vez más desesperada. —Te he dicho que no —grita. La chica pasa a mi lado y él intenta alcanzarla, la tomo y la atraigo hacia mi alejándola de él. Dije que me involucraría, pero sé cuándo una mujer no quiere hacer algo y ella ahora mismo está muy molesta. —No la toques —le advierto calmado. —Es mi novia —grita el chico desesperado —Vale, tu novia no quiere que la toques y no lo harás, ¿me hago entender? —me acerco a él con ella detrás sosteniendo mi brazo. —No, es mi novia, tú quítate, no es tu problema —me empuja y la vuelve a tomar de la mano—. Nalla hablemos. Lo tomo de la camisa y lo alejo de ella —Ahora se acaba de volver mi problema, no la toques —gritó muy cerca de él. Me lanza un puñetazo que impacta en mi labio, suele y hace mucho no había pelado. Necesito soltae toda mi rabia y me acerco para golpearlo con todas mis fuerzas, él está muy dispuesto a comenzar una pelea. —Erick basta —grita Sullivan tirando de mí—, por favor —pide llorando y tirando de mí con fuerza. Me dejó llevar por ella, la tomo del brazo y le pasó mi bolso, el chico sigue gritando y ella no para de llorar. Me mira un poco confundida cuando la hago tomar mis cosas y sentarse. Me acerco nuevamente a él y esta vez si lo golpeó, no tan fuerte como me hubiese gustado, pero lo hago caer, quizás sea infantil, pero no me puedes golpear e irte tranquilo. Vuelvo a dónde está ella, se ha levantado y me mira aterrada, rodeo sus hombros con mis brazos y la hago salir afuera. Mis minutos de tranquilidad ya fueron arruinados. Gime de dolor al llegar afuera y mira sus pies, está descalza. —Mis zapatos están dentro —explica tímidamente mirando sus pies descalzos. —A penas te conozco y ya eres un dolor de cabeza —me expreso sin mucho cuidado—, sube en mi espalda, te llevaré. —Puedo ir descalza, no está tan lejos —intenta dar un paso más y chilla al pisar la grava. —Te harás daño, no seas idiota, ya caíste sobre mí y me intentaste ahogar, qué más da que te lleve en mi espalda —le digo demaciado fuerte. Ella asiente con la cabeza aún apenada, me desespera que sea tan lenta. Me agachó frente a ella y esto a que suba, con sus piernas rodea mis caderas y se sujeta abrazando mis hombros, me levanto y la sostengo de las piernas, está fría y muy mojada. —Gracias —susurra muy cerca de mi oído. La ignoro y sigo caminando, ¿por qué razón una chica tan tonta como esta saldría con un imbécil? El hecho de que se deje ayudar por mí ya la hace aún más tonta, pero en su defensa aún nadie le habla de mí, en un par de días lo más probable es que no me dirija la mirada y eso será lo mejor. Ella tiene algo que no me gusta, que me pone nervioso y me hace sentir indefenso, es tonta, tímida y lenta. Llegamos en poco tiempo a la residencia, supongo que se está quedando con Britani. La dejo en los escalones. —Ya deberías subir y revisa tus pies, quizás te lastimaste —voy a marcharme cuando me detiene. Alarga la mano hasta tocar con sus dedos mi cuello, siento que me arde la zona en la que tocó. —Lo lamento te hice una herida al intentar sacarte del agua —explica muy apenada, ni siquiera lo había notado. Aparto su mano con suavidad —No me duele —al menos no antes que la tocaras. —Lo siento mucho —dice nuevamente con los ojos llenos de lágrimas, ahora mirando con tristeza mis labios. Tocó mi hincado labio, esto si duele un poco más. —No es nada Sullivan, ya vete. —Está bien —termina entrando cabizbaja. Miro la hora y maldigo, me he retrasado muchísimo con todo esto y llegó tarde, ¿cómo le explicaré a mi hermano todo esto? Corro a casa y tomo el coche para conducir a la clínica de mi hermano, por sorprendente que pueda ser ahora estoy mucho más tranquilo. —Te llevo esperando dos horas, ¿qué te paso en la cara? —dice Ethan al verme—, te has metido en otra pelea. —No es eso, estaba entrenando y una chica me intento salvar y luego…, —me interrumpe. —Me estás diciendo que una mujer te hizo esto —me mira muy molesto—, no me mientas y dime con quién peleaste. Físicamente, es muy parecido a mí, solo un poco más bajo, pero tiene el carácter ácido como el de papá, al menos conmigo. Es como tener dos halcones acechando en todo momento. —Yo no pelee con nadie, ellos pelearon conmigo —gritó desesperado. —Te lo dejo pasar esta vez y no le diré a papá, ahora siéntate —señala la silla que está frente a él y estira su bata blanca—, ¿has bebido últimamente? —No —respondo sin ánimos. Ganas no me faltan. —¿Los medicamentos no han faltado verdad? —toma mi mentón y examina mis ojos. —Tomo todos a la hora indicada y no abuso de ellos —recito. —Genial, ¿cómo va tu visión? —pregunta por último. —Pésima, cada vez veo peor. La luz intensa me molesta y no logro reconocer muy bien a las personas cuando están lejos de mí, son manchas — explico, terminamos con una sonrisa. Ethan me mira mal —Vamos a revisarme mejor. Después de unas cuantas pruebas más me encuentro en el mundo lugar, un poco más intranquilo y deseoso de irme de aquí. Ethan escribe cosas que no entiendo y me mira de vez en cuando como su tuviese algo escrito en la cara, odio a los médicos desde pequeño me daban mucho miedo y por supuesto mi hermano mayor se tuvo que convertir en uno. —El accidente empeoro mucho tu visión, quizás con unos lentes y paciencia estuvieras bien, pero ese derrame en los ojos, el desgarre por las peleas y ahora las cataratas —hace silencio y sigue escribiendo. Carraspeó —Ve directo, por favor. —Te estás quedando ciego, necesitas cirugía —explica. Bufo —Está bien. —Es en serio Noha, necesitas programarla lo antes posible y recuerda que mamá aún no sabe nada, ella cree que estás mejorando al igual que papá y sabes que a él no le puedo mentir por mucho tiempo —recuerda mi hermano acompañándome a la salida. —Lo pensaré —finalizó y me mira mal—, lo prometo. *Pranayama o prānayāma es un término sánscrito que significa “control de la respiración”. Prana hace referencia a la energía vital, el aire, la respiración y la vida. Ayama significa disciplina, control. Son ejercicios de respiración que nos ayudan a regular y controlar la respiración.
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