Los recuerdos están conectados con tu subconsciente, resguardando cada armonía de tu interior para no desatar la oscuridad.
La noche cayó. Mi tío hizo una fogata mientras Reis traía más peces. Aún seguía pensando en lo que dijo, con las mismas preguntas rondando en mi cabeza. Claramente en mi familia había secretos, pero no secretos pequeños; esto ya era otro nivel. Me acerqué a mi tío para darle un leve golpe en la espalda y así poder entender lo que pasaba: qué significaba todo esto, en qué sentido era un milagro y a cuál de todos mis accidentes se refería.
—Tío, ¿de qué accidente me hablas? —pregunté con dudas en mi interior.
Mi tío me miró con una expresión de shock. No entendía; estaba muy perdida y confundida. La expresión de mi tío me preocupaba, se me quedaba mirando como si yo tuviera "amnesia". Por un segundo sentí que me ahogaba en el fondo del mar sin ninguna salida y mi latido empeoraba; esta sensación es la que más odio.
—Loreine, ¿no recuerdas nada? —preguntó, acariciando mi cabeza. Logré calmarme un poco, pero aun así, no lograba entender nada.
—No sé... la verdad no sé a cuál accidente te refieres —dije con voz temblorosa.
Mi tío solo bajó la mirada, observando cómo mis manos temblaban sin parar. Me agarró de las manos y me miró fijamente.
—Loreine, cuando tenías ocho años, fuiste secuestrada por un traidor buscado en todo el reino. Te llevó al bosque, donde un orco te esperaba —se detuvo, apretándome las manos con fuerza—. Cuando llegué a buscarte, estabas envuelta en una energía de magia caótica, llorabas sin consuelo. Me acerqué y vi al traidor y al orco muertos, decapitados. En tu espalda había una herida profunda hecha con las garras del orco. Cuando llegó tu madre y logró romper la barrera, ahí estabas tú, con una daga en tus manos y la cabeza del orco a tus pies.
Cada palabra resonó en el interior de mi mente. Sentía una presión en el estómago y en la garganta, como si me costara respirar. Solté sus manos, intentando recuperar el aliento, pero no lograba sentir cada parte de mi cuerpo. Me aferré al árbol de cerezo; no podía controlar mi cuerpo, que temblaba sin parar. Mi voz y mi vista no funcionaban del todo; era como sentir que mi propio cuerpo fallaba lentamente y me impedía entender.
—¿Por qué no recuerdo nada? —susurré, poniendo las manos en mi cuello.
—Son traumas —se acercó lentamente—. Estuviste casi diecinueve años acumulando esas emociones y sentimientos; eso se transformó en ansiedad y depresión. Loreine, es mejor que liberes toda la magia caótica que hay en ti. Recuerda que tu mente y tu cuerpo están conectados. Te harás daño si no lo haces.
—Tengo miedo —dije con voz casi débil. La situación y la circunstancia empeoraban por igual.
—El miedo es una emoción más; intenta liberar todas las emociones y sentimientos, o será peor.
Mi tío retrocedió un poco y observé cómo les hizo una señal a Talon, Celesta y Reis para que se retiraran, y ellos se fueron. Azrael se quedó a unos metros, mientras mi tío permaneció a pocos centímetros de mí.
—Loreine, mírame y escucha mi voz —se acercó lentamente—. Tienes sangre Havabley y Vartylz; tienes traumas y miedos, pero eres una personita valiente. Así que ahora libera todo: llora o grita, canaliza el poder caótico con tus emociones y sentimientos.
Tenía tanta razón: traumas y miedos. Incluso mi cuerpo me daba señales, y las ignoré todo este tiempo. Puse mi mano izquierda sobre el estómago y me quedé mirando los pétalos que se movían con la brisa fresca. Pensé en una sola cosa: ¿cómo podía lograr liberar la magia que quería salir desde hacía años?
—Quiero... que te alejes, tío, y llévate a Azrael, por favor... —me apreté el estómago. Claramente tenía mucha acumulación de emociones y sentimientos. La expresión de mi tío cambió al escucharme: una mezcla de preocupación y determinación se reflejó en su rostro—. Por favor, tío...
—Bien. Intenta no partir la isla a la mitad. —Llamó a Azrael y se dirigió hacia una de las ruinas a unos cuantos metros.
Estaba segura de que ahora estaría sola, cuando de repente apareció frente a mí una silueta femenina envuelta en un resplandor morado. Su voz era fría y cortante: —Eres débil. Morirás, a pesar de todo tu sacrificio—. Sus palabras eran tan claras que se podían cortar con una daga. Levanté la vista y, al observar mejor, comprendí que esa figura era yo: mi subconsciente con una mezcla de poder caótico. Se acercó lentamente y me tocó el corazón con sus dedos helados, susurrando: —Debes liberar la magia caótica—.
—¡Eres yo! ¿Pero cómo puede ser...? ¿Qué está pasando? —pregunté, mirando con atención a mi "yo".
—Esto es lo que somos. Tú misma provocaste nuestro encierro durante casi diecinueve años. Eres débil sin magia, y si no nos liberas, tú misma vas a morir —su voz era tan fría y cortante.
—¿Por qué ahora? —mi voz temblaba.
—Porque es el momento de que liberes todo tu poder y te hagas más fuerte. Yo soy tú, pero en forma de subconsciente con una combinación de magia astral y caótica. Durante años estuvimos encadenadas dentro de ti, pero ahora que tienes la posibilidad de liberar ese potencial, es el momento adecuado.
—A los ocho años... asesiné a un orco y a un traidor. No quiero ser esto. No quiero ser una asesina, no quiero caer en la oscuridad.
—Si no lo hubiéramos hecho, estaríamos muertas. Es lógico: si no liberas todo tu poder, serás blanco fácil para los enemigos.
Sus palabras: "estaríamos muertas" me dieron un escalofrío. Me quedé mirando a mi "yo" con una expresión de cansancio y angustia. Respiré profundo, poniendo mis manos en la cabeza mientras caminaba.
—Sé que eres mi "yo" interna. Durante años viví una pesadilla: la muerte de mi madre, varios accidentes que posiblemente fueron causados para matarme e incluso la ansiedad y la depresión que me envuelven con sus manos frías, sin escapatoria.
—No estamos a salvo —me agarró de las manos y solo me abrazó—. Yo sé que tú podrás liberarme y hacernos una; yo solo soy tu "yo" interno, pero necesito que tú nos liberes. Nos haremos más poderosas y lograremos salvar a nuestro mundo.
—Lo haré. Porque es nuestra naturaleza y no somos unas simples debiluchas. Si es para salvar a nuestro mundo de una amenaza, lo haré cueste lo que me cueste.
—Te dolerá un poco; vas a sentir y ver varios fragmentos de recuerdos olvidados. Solo intenta no caer en la oscuridad —murmuró, y sentí cómo volvió a entrar en mi cuerpo. Sentí un escalofrío y mi cuerpo volvió a la normalidad, pero no por mucho.
Decidí caminar directo a un pozo; mis pasos eran débiles pero llenos de valentía. Observé a mi alrededor y, con un movimiento de mis dedos, pude crear una barrera un poco débil; debía luchar con el miedo. En un pestañeo, aparecieron recuerdos, los cuales eran terroríficos, como caer en un charco de sangre. Sentí la magia caótica llamándome; un dolor extraordinario que recorría todo mi cuerpo. Podía sentir cómo ardía, como si el fuego me quemara por dentro.
«Debo ser fuerte, como mi madre siempre me enseñó», pensé, pero no tuve tiempo de canalizar toda mi energía. Cada recuerdo me apuñalaba por dentro; podía sentir un ardor doloroso, que me hizo gritar bastante fuerte.
De repente, un zumbido ensordecedor invadió mis oídos, tan fuerte que no pude evitar tirarme al suelo. Me tapé las orejas con fuerza, pero el sonido no cesaba; era como si cada murmullo trajera consigo un recuerdo atrapado, encerrando mi poder en una prisión invisible. Mi cuerpo estaba débil; incluso sentía una presión que nunca percibí antes. Era imposible negarse a este dolor.
Las lágrimas comenzaron a brotar sin control, cayendo sin parar mientras sentía cómo esos recuerdos —los felices y los tristes— se reflejaban en la barrera que yo misma había creado. Cada imagen me atravesaba el alma, y el llanto parecía alimentar algo dentro de mí. Poco a poco, los recuerdos eran como dagas atravesando mi cuerpo; infinitas veces, este dolor destrozaba todo de mí.
Entonces, sin aviso, la tierra bajo mis pies empezó a temblar. La isla entera vibraba con la fuerza de mi poder desatado. No podía detenerlo; era como si todo lo que llevaba dentro quisiera salir a la vez, reclamando su lugar.
—¡POR FAVOR, YA BASTA! —grité con tanta fuerza, y aun así, todo empeoraba.
Escuché voces en mi interior que gritaban rogando: Libéranos, por favor. El dolor era tan insoportable que, en un momento, grité sin parar. Observé cómo algunas ruinas cercanas caían a mi alrededor. Sentí que mi alma salía de mi cuerpo y flotaba en el aire, pero no; era yo quien estaba suspendida en el aire, envuelta en la magia caótica, que me recibió como un rayo entrando en mí. Sentí cómo la magia recorría cada molécula, mi sangre bombeaba sin parar y mi cuerpo se estremecía por el dolor que causaba este poder.
Mis ojos miraban el cielo mientras mi cuerpo flotaba. Observé cómo varias siluetas femeninas me rodeaban y, al fijarme bien, eran mis "yo": desde que era recién nacida hasta mi versión adulta.
Sonreí y llevé mi mano hacia la magia caótica que estaba frente a mí. Con un toque, volvió a entrar en mí y pude sentir cómo la energía de ese maravilloso poder corría por mis venas. Cerré los ojos y, cuando sentí que el poder estaba completamente dentro de mí, la barrera se destruyó por completo. Una explosión de magia caótica recorrió toda la isla, dejando de temblar.
Abrí los ojos y percibí una nueva versión de mí misma, alguien completamente diferente y completa. Aun así, sabía que mis problemas no iban a desaparecer como si nada. Miré a mi alrededor, el aire frío de otoño acariciando mi piel. Escuchaba voces murmurando, pero no había nadie; era mi mente, probablemente mis "yo" o simplemente estaría muriendo.
De repente, escuché las voces de mi tío, mi tía, Alec, Saha y Matthew resonando a lo lejos. Gritaban y me buscaban desesperadamente. Fue entonces cuando sentí cómo la energía de la naturaleza se acercaba a mí; era Saha, usando su poder para rastrearme.
Sin embargo, al llegar frente a mí, Saha se detuvo al encontrarse con una barrera invisible que protegía mi cuerpo y contenía mi magia. La barrera brillaba con un resplandor suave —una creada para recargar aún más mi poder—. Aunque ya estaba completa, necesitaba ese tiempo para fortalecerme. Hice algunos movimientos con las manos, intentando comunicarme, pero por lo que veía, Saha no podía verme.
—¡La encontré! Estoy segura de que está aquí —dijo Saha, tocando la barrera, intentando entrar, pero no lo lograba, la golpeaba con desesperación.
En ese momento, vi a Matthew venir corriendo desesperado, con una mirada llena de preocupación.
—Loreine... amiga —susurró Saha con voz temblorosa, golpeando la barrera una y otra vez—. Volvió a ocurrir lo que pasó años atrás. Por favor, Ine, sé que me estás escuchando, destruye la barrera. La luna y las estrellas iluminaban el lugar. —¿Qué está pasando con ella? —preguntó.
Si mi madre era la única que podía desvanecer la barrera tanto por dentro como por fuera, me gustaría que ella me ayudara. Debo poder confiar en mí y en esta magia que recorría cada molécula y sangre de mi cuerpo. Ahora me di cuenta de por qué comprimí mis recuerdos, emociones y sentimientos: era para escapar de mi realidad.
Poco a poco, la barrera a mi alrededor comenzó a desvanecerse. Matthew, impulsado por la desesperación, cruzó el espacio que me separaba y me atrapó justo cuando caía desde una pequeña altura de unos tres metros. Me sostuvo firme y acarició mi mejilla con ternura y preocupación.
Pero no pude mantenerme consciente; el cansancio y la energía caótica que aún latía en mí me vencieron. Mi cuerpo se relajó en sus brazos mientras perdía el conocimiento. En ese instante, la onda de energía de la magia caótica desapareció, calmando la situación.