ZAYN No había vuelta atrás. Cerré la laptop de golpe y me dejé caer sobre la cama, todavía en bóxer, con el celular en la mano. El corazón me golpeaba como si fuera a romperme el pecho. La pantalla se iluminó: videollamada entrante. Contesté al instante. Y ahí estaba. Amaya. Lencería blanca, delicada, sobre su piel dorada. La tela no hacía más que acentuar cada curva, cada detalle que me había aprendido de memoria. El tirante resbalaba apenas por su hombro y sus piernas se cruzaban tímidas sobre la cama. Me mordí el labio con tanta fuerza que casi me sangró. —Mierda, tormenta… —mi voz salió ronca, grave, como si hubiera estado esperándola toda la vida—. Estás… preciosa. Ella sonrió nerviosa, mordiéndose también el labio, pero vi en sus ojos el mismo fuego que ardía en mí. —No me hag

