ZAYN
Nunca imaginé que dos palabras pudieran tener tanto poder.
Te amo.
Me las dijo sin titubear, sin mirar al piso, sin esconderse.
Y yo… yo me sentí caer.
Como si el suelo dejara de existir por un segundo y todo lo que me sostuvo fueran sus ojos.
La vi. Tan hermosa. Tan jodidamente real. Con las mejillas aún encendidas por la rabia, los labios levemente entreabiertos, y el pecho subiendo y bajando como si también estuviera aprendiendo a respirar de nuevo.
Mi corazón latía con fuerza. Dolía.
Pero era de amor.
Y de deseo.
No ese deseo barato que se enciende rápido y se apaga con un beso mal dado. No. Lo que yo sentía por Amaya me quemaba por dentro. Me volvía loco. Me volvía hombre.
La besé sin pedir permiso.
La besé con el alma rota y el pecho abierto.
Al principio fue suave,
