ZAYN Abrí los ojos con la luz gris filtrándose por la ventana de la residencia. La garganta me ardía un poco, los músculos estaban pesados, pero había una calma rara en mi pecho. Lo primero que hice fue girar la cabeza hacia el buró, buscando el celular. La pantalla seguía encendida. Y ahí estaba ella. Amaya, dormida. La cámara del teléfono mostraba su rostro enmarcado por el cabello revuelto, la sábana cubriéndole apenas el hombro, la boca entreabierta en una respiración tranquila. Supe al instante que no me había soñado nada, que lo de anoche fue real. Me quedé mirándola. No pude evitarlo. Era como si el mundo entero se redujera a esos píxeles, a ese cuadro de ella descansando con la inocencia más pura, después de habernos desnudado el alma y el cuerpo a través de una pantalla. Sent

