ZAYN Me recargo en la puerta del jeep con los brazos cruzados y dejo que el aire que viene del mar me atraviese. Santa Mónica huele a sal y a pan tostado a esta hora; hay una brisa que no decide si quiere ser tarde o noche. No sé cuántos minutos llevo aquí, solo sé que el reloj del tablero me mira como si me debiera una respuesta que no tengo: Suiza, Nueva York, quedarme… O nada de eso. Lo único que sí sé, con la certeza de un tornillo bien apretado, es que amo a Amaya. Que si al final decidimos separarnos, voy a exprimir estos dos meses con ella hasta dejarles las pulpas brillando. Va a valer la pena: desayuno en la playa al amanecer, la rueda de la feria al atardecer, películas malas con cobijas a las dos de la mañana, cafés demasiado cargados, paseos en bici por el malecón, fotos tonta

