Camila Los días pasaron como una sucesión de nubes grises que se arrastraban por el cielo de mi cabeza. No era como si me importara. No era como si Nicolás hubiese sido el amor de mi vida ni nada de eso. Pero... ¿una explicación? ¿Tan poco valía yo como para que ni siquiera se molestara en darme eso? La primera vez que intenté acercarme a él después de que me cortara, lo vi en el pasillo del edificio de Letras. Iba con su mochila colgada al hombro, el celular en la mano, los auriculares puestos. Me acerqué, lo saludé, incluso toqué su brazo. Me ignoró. Ni siquiera fingió sorpresa, ni molestia. Siguió caminando como si yo fuera un mal recuerdo que había decidido enterrar en lo más profundo. La segunda vez fue peor: me vio, cruzó la mirada conmigo y, sin perder tiempo, se giró en seco y

