Erick
Estaba tirado en el sofá como un maldito cadáver, con las luces apagadas y el vaso de whisky entre los dedos, frío, intacto, tan vacío como yo. Frente a mí, la gran ciudad brillaba como una puta joya, con todos sus edificios encendidos, ruidosos y más vivos que nunca… pero nada de eso me tocaba. Nada llenaba el hueco que me estaba devorando por dentro. Yo, que siempre tuve el control de todo, que dominaba cada espacio a cada persona, cada movimiento… ahora no podía ni dominar mis propios pensamientos. Y todo por ella, por Camila. Esa jodida chica que me tenía trastornado, que se había metido bajo mi piel sin permiso, que me quemaba el pecho con el hecho de solo existir.
No entendía cómo me había convertido en esto. En un hombre que no sabía quién era frente a un ventanal con vista
