CAPÍTULO 3

990 Words
Amaneció ya, hoy es el séptimo día de la semana así que Eva me permite dormir hasta tarde, es el único día que me gusta ya que rompemos con la rutina, Eva me enseña a nadar y subimos al risco a mirar el atardecer. Es cerca del medio día así que me levante de la hamaca, me aliste y salí de la casa. –¡EVA!–, grite buscándola, esta vez ella se encontraba cortando leña así que rodee la casa y me dirigí al lugar donde la cortaba. –Tenemos que irnos o se hará tarde–, digo tomándole el brazo.  –Espera Emma, no seas impaciente–, dice zafándose de mí. Tomo impulso y comienzo a correr –Corre Eva–, digo alejándome de ella. –Ve más despacio Emma– dice corriendo tras de mí. Cuando llegamos a la orilla del mar ella se echó un brinco hacia el agua mientras que una risa salió de sus labios, esto, después del ver la puesta de sol, era lo mejor que me gustaba. Yo entre con miedo al agua y como siempre Eva nado hacia mí y me sostuvo para poder aprender a nadar. Después de casi cuatro horas dentro del agua, salimos y nos adentramos a la selva para poder llegar al risco. Cuando llegamos nos sentamos en el suelo cubierto de césped y admiramos el hermoso atardecer. Ver como el sol chocaba con el agua era lo mejor que podía existir y admirarlo al lado de Eva era aún mejor. –¿No es maravilloso?–, pregunta mirando el horizonte. –Sí que lo es–, respondo recargando mi cabeza en su brazo. –¿Cuándo saldremos de aquí?–, pregunto y ella me mira. –¿Para qué quieres salir de aquí?–, pregunta. –Aquí es hermoso–, dice  rodeándome con su brazo. –Es solo que a veces quiero conocer aquellos lugares de los que habla el libro– respondo en tono triste. –Escúchame muy bien Emma. Fuera de esta isla no existe nada, aquellos lugares que menciona el libro dejaron de existir por culpa de los humanos–, dice tomando mis hombros con ambas manos. –Promete que jamás dejaras esta isla incluso después de que yo ya no este mas aquí–. –No es como si pudiera salir así como así pero lo prometo–, digo dándole una sonrisa. La noche llego y con ella aparecieron las estrellas y la luna menguante. Eva y yo bajamos el risco y nos dirigimos a la casa cruzando la selva. Por detrás un feroz leopardo ataco a Eva mordiéndole el cuello. La sangre salía y manchaba su ropa, Eva cayó al suelo y su sangre cubría la arena. –¡NOOOO!–, grite a todo pulmón mientras veía aquella escena. Mi cuerpo quedo congelado y cuando menos lo espere una fuerza salió de mí; era como una sombra totalmente oscura que tenía forma humana y que caminaba hacia donde se encontraba Eva y aquel leopardo. La fuerza tomo el cuerpo del leopardo y extrajo su alma, el leopardo cayó al suelo y cuando menos lo espere aquella fuerza que había salido de mi entro nuevamente. Rápidamente corrí hacia donde se encontraba el cuerpo de Eva –Emma–, me miro con un par de lágrimas que salían de sus ojos. –No hables, guarda tus energías para que puedas ponerte bien–, digo mientras las lágrimas inundan mis ojos. –Emma, ya es muy tarde. Tú debes seguir sin mí–, dijo haciendo fuerzas. –Debes aprender a controlar lo que está dentro de ti–. –Eva, tú te pondrás bien, lo prometo. Solo no me dejes sola–, digo llorando mientras hacia presión para detener la hemorragia. –No Emma, ya es muy tarde. Yo moriré–, mira mi rostro mientras su cuerpo reposaba sobre la arena llena de sangre. –Promete que vivirás, que buscaras la  forma de salir de aquí y sobre todo promete que jamás, por ningún motivo, entraras a la cocina–. –Pero que cosas dices Eva, tú te pondrás bien y ambas saldremos de aquí–. –¡JURALO!–, dice tomando mi mejilla y mostrado una sonrisa –Por favor–. –lo juro–, respondo con un nudo en la garganta. Eva cerro los ojos y su mano se desvaneció. Moví su cuerpo para lograr que despertara pero ella simplemente no abrió los ojos. Las lágrimas comenzaron a salir cada vez más y un grito desgarrador salió de mi interior. Intente hacer que aquella fuerza saliera y luego de un rato salió, creí que le devolvería la vida a Eva pero le devolvió la vida a aquel leopardo. Cuando la fuerza regreso sentí como su alma se una a la mía, sentí el latido de su corazón y como la sangre corría por sus venas. No entendía lo que pasaba pero aquel don que había recibido solo funcionaba para dar vida a la isla. Sepulte a Eva en el risco, ese era su lugar favorito, era el único lugar en el que podía salir de aquella realidad en la que vivamos. Su cuerpo pesaba mucho y no podía siquiera levantarlo. El leopardo me ayudo a cargarlo, desde que le devolví la vida se quedó a mi lado, ahora obedecía las ordenes que le decía. Monte a Eva en su lomo y gracias a su ayuda logre llevarla al risco. Cabe una tumba y la sepulte. De ahora en adelante su cuerpo seria uno con la isla, su cuerpo alimentaria a la isla. Me aterrorizaba pensar que estaría sola en esta isla desierta pero el leopardo no paraba de seguirme. Él en realidad era ella y 105 días después tuvo cinco crías que se volvieron parte de mi familia. 
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