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Kingdom

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Blurb

Un día, al despertar, le dicen que se llama Brianna Harslam y que debe casarse con un general al que todo mundo teme, excepto ella y no por valentía, sino porque no recuerda absolutamente nada.

El general, quien piensa que es una estrategia para no llevar a cabo dicho matrimonio, le da igual lo que ella le dice.

Ambos, atados en un matrimonio arreglado, deberán recuperar los recuerdos de su pasado y descubrir quién elimino a toda la familia del general.

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Memoria
En una de las alcobas donde hospedaban a huéspedes distinguidos, se encuentra alojada una joven que yace en el lecho, parecería que duerme plácidamente. Nada más abrir los ojos la bella jovencita de cabellos de oro se encuentra desorientada, al incorporarse de la cama observa el amplio espacio y el lujo que la rodea, para ella aquel lugar es el que ocuparía una princesa. Y por ello algo no se siente del todo bien. Pero la joven no pudo sentarse a sopesarlo, ya que luego del sonido de los toques a la puerta que se encontraba detrás de ella, varias mucamas y sirvientas entran en tropel. —¡Lady Harslam! Venimos a asistirla para prepararla —la joven parpadea reiteradamente y no sabe qué contestar. Dos mujeres son requeridas para llevar el majestuoso vestido, algo que ella nunca había visto. —Por aquí —la dirigen detrás de una pantalla donde ya están vaciando agua en una bañera. Todo el idílico encanto se esfuma cuando le comienzan a desanudar el camisón que la jovencita lleva puesto, cosa que para ella no está bien. —¡Por favor! Lady Brianna, tenemos el tiempo preciso para dejarla lista para la ceremonia matrimonial. A la joven le dan vueltas en la cabeza todas y cada una de las palabras que la mujer pronuncio —¿Mi nombre es Brianna? —la mujer solo asiente y la ve extrañada, ¿quién hace ese tipo de cuestionamientos? —¿Quién se casa? —Usted, Lady Brianna, desposará al general Arscoth —la sirvienta esperaba ver la reacción natural de pánico en la jovencita, solo que no hubo reacción, estaba pensando. Lo normal es que le tuviera miedo tan solo escuchar el nombre, o quién sabe, tal vez ya estaba resignada. La joven menea la cabeza de un lado a otro, a la vez que da pasos hacia atrás para alejarse. —No puede ser. Yo-yo, no puedo casarme —expresa angustiada la jovencita y esa era la reacción que esperaban. Ya estaban listas para la posible oposición de ella. —Lo lamento, tenemos órdenes de prepararla, tanto si lo hace por voluntad o no. La sujetan varias mujeres para someterla y cumplir con su cometido, que era bañarla y meterla en aquel vestido para presentarla al altar. Pataleando y con tan solo el calzoncillo largo que no le pudieron quitar, la meten de forma brusca a la bañera. —No entienden —la sumergen completamente y la comienzan a restregar. Al sacar la cabeza del agua y sofocada —no-me... puedo casar —dice sin mucho aliento. Nada logra hacer y nadie le hace caso, por lo que deja de oponer resistencia y se deja asear, en cuanto se confían, ella sale volando de la tina y para no ser detenida les arroja cualquier cosa que encuentra a su alcance. —¡Bien! —bufa la encargada —llamen a los guardias —la joven se alarma, ya que está semi desnuda. ... Toquidos desesperados interrumpen a Rainer, quien estaba concentrado leyendo unos informes que le acababan de llevar. La mirada fría e inquisitiva hacen recatarse al guardia que lleva el mensaje. —Estoy esperando, ¿qué sucede? —pide Rainer con tono severo. —Discúlpeme general, tenemos una situación en la alcoba de Lady Harslam. —El personal del rey se hará cargo —desestima el general, pero el guardia con cara de aflicción niega. —Será mejor que usted mismo vaya, es grave. Rainer deja los documentos en el escritorio y sale para seguir al guardia, pensando que será mejor que sea de vida o muerte o solo estará perdiendo la poca paciencia que tiene en cuanto a este asunto. Antes de entrar en la habitación, Rainer deja salir de forma pesada el aire, ya que desde allí puede ver el alboroto que está causando una simple chiquilla, imaginando que es alguna clase de rabieta que no pueden controlar por ser la hija de una familia militarmente poderosa. Su mirada viaja de inmediato buscando el problema, para su sorpresa no la ve, su primer pensamiento es que se les escapó y por ello estaban alterados. —General —chilla una de las sirvientas —no podemos bajarla —acto seguido señala la dirección. Los ojos de Rainer la encuentran y la comisura de su labio sube ligeramente, no esperaba este escenario tan surreal. La joven estaba parapetada arriba del dosel de la cama, envuelta en la tela que cubría el mismo, sostenida de unos figurines que adornaban dicha pared. —¡Suficiente! Baja de una vez —ordeno Rainer, su voz hizo callar los susurros y retumbo en el espacio. —No lo haré, debo hablar con el tal Arscoth. Las mujeres vieron con lástima a la pobre desdichada, nadie le hablaba de aquella forma al general. —¡Fuera! Todas se escurrieron pasando por detrás de aquel hombre, nadie se atrevió a pasar por enfrente de él, con el miedo de que desquitara su enojo con ellas. —Yo soy el general Arscoth, ahora baja. —Primero, prométame que me escuchará —Rainer se acercó buscando la forma de llegar a aquella descabellada chica. —No estás en posición de pedir nada, sugiero que te comportes, estás mancillando el apellido de tu familia. —Ese es el problema —Rainer levanto la ceja y se le quedó viendo. —¿Qué quieres decir? Explícate. —Yo- yo, no recuerdo nada... —dijo ella de forma atropellada. Mientras Rainer la veía intentando descubrir si mentía. —Debo admitir que esa estrategia tiene mérito, nunca se me ocurriría. —¿Estrategia? ¿De qué habla? No tengo memoria de nada, no sé quién soy. Rainer sigue con los ojos el tramo de tela en el que se encuentra envuelta la chica Harslam, así que estira rápido la mano y lo jala con fuerza, provocando que ella pierda el equilibrio y caiga. Él extiende sus brazos y allí cae ella, solo que no era un acto de caballerosidad, así que ni dos segundos y la avienta encima de la cama. La chica se arrincona a la cabecera de la cama, lejos del alcance de él o sus brazos. —Ahora que ya no me preocupa que te partas la cabeza, sigue con tu relato —el general se sienta en la orilla más alejada de la cama para que la chica no intente otra locura, no tiene ganas de estarla persiguiendo. —Si no recuerdo nada, ¿quién me asegura que yo soy la que debe casarse? No sería mejor retrasar ese matrimonio. —Sus palabras suenan extrañas para ella misma y está llena de preguntas —. ¿Usted me conoce? ¿Estamos enamorados? —No sé qué clase de educación te dieron, pero los matrimonios de familias nobles no se dan por amor y nunca en mi vida te había visto. Lo que sí te puedo decir es que tú eres Brianna Harslam, tu propia abuela te trajo. —¿Abuela? ¿Y mis padres? ¿Puedo verlos? Necesito verlos para ver si puedo recordar algo. —Allí el general se da cuenta de que tal vez si dice la verdad, ya que sus padres están muertos, solo quedan sus tíos, quienes están cuidando una de las fronteras con una de las tropas más poderosas del país.

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