Madison tomó la bandeja y comenzó a alejarse, pero antes de dar media vuelta, volvió a mirarlo por encima del hombro. —Ah, y si decides ir, ve con paciencia. Mi abuelo puede ser un ogro al principio, pero en el fondo es un buen hombre. —Le guiñó un ojo—. No lo vayas a asustar con esa cara de pocos amigos. Por primera vez en mucho tiempo, Ethan soltó una pequeña risa seca, apenas un respiro entre sus labios. No recordaba la última vez que algo lo había hecho reír, y eso en sí mismo era extraño. Terminó su desayuno en silencio, con la mente más revuelta que nunca. Afuera, el sol empezaba a calentar el pueblo. A través de la ventana, vio cómo algunos hombres descargaban sacos en la ferretería de enfrente, cómo un perro callejero se echaba bajo la sombra, y cómo la vida parecía tan tranquil

