CAPÍTULO II

3461 Words
Ancel. —¡Te encontré, Rea! Un jadeo abandonó sus labios. Regreso mi mirada hacia ella. Tiene una mano sobre su boca, los ojos exageradamente abiertos, su respiración se entrecorta y emite un sonido molesto; sus ojos reflejan una tristeza vaga, profunda, serena e imperfectiva, que me resulta intrigante. La manera en cómo mira a esa persona genera interrogantes entre mis pensamientos; un par de lágrimas ruedan por su rostro ensangrentado, da dos pasos atrás, estupefacta. Comparto una mirada rápida con Oliver y Luka. —No te atrevas a acércate. —murmuró ella, con dolor. —Rea. Avanzó. De inmediato, Luka le apuntó con su arma y tiró un poco del gatillo. Oliver se interpuso delante de ella, mientras dio un paso en su dirección, con una mirada amenazante. Cada uno sabía cuál era su objetivo, nada podía salir mal porque eso implicaría que ella cayera en sus manos, y ninguno de nosotros desea esa situación, ya que estaríamos dispuestos a ir en contra de toda una mafia. —Rea, tenemos que hablar—comentó con suavidad, dio otro paso. Me interpongo en su campo de visión, ladeó su cabeza y me analizó con su mirada serena. —. He oído hablar de ti. Sé que salvaste a Rea y que nuestro padre está detrás de ti por haber asesinado al imbécil de mi hermano—enfatizó cada palabra, de reojo miré a Oliver. Negué mi cabeza al intuir sus intenciones, ya no quería más sangre esta noche. —. Mucho gusto, Ancel. —Me siento con desventaja, no se quien eres. —anuncie cruzándome de brazos. —Lo sé, eso lo hace más divertido. Volvió a dar otro paso. —¿Qué quieres? —preguntó Oliver, con un tono despectivo. Miró por encima de mi hombro. —Es un placer conocer al tipo que defendió a mi pequeña hermana con su vida, aun conociendo las consecuencias de sus acciones, mucho gusto Oliver. He escuchado muchas anécdotas de ti, empezando por cómo dejaste los cuerpos esparcidos por toda Roma, dejando un mensaje directo y turbio. —Vete —demandó despacio. Gire mi cabeza y mire como hizo a un lado a Oliver, su mirada fue distante y opaca. —¡VETE! ¡NO QUIERO VERTE! Alarido entrando en una crisis nerviosa. Ya lo había presenciado antes, y era como regresar atrás y recordar todas esas veces en donde calme a Lera. Bajé mi mirada y noté como se estaba lastimando con las navajas. Comenzó a mover su cuerpo, intentó caminar, llegar a él, pero terminó sucumbiendo. El sonido de las navajas al caer fue irritante mientras su cuerpo se extendió en el piso; corrimos en su dirección, me deje caer sobre mis rodillas y le hable pidiendo que abriera sus ojos, le di palmadas en su rostro tratando de despertarla, pero no reaccionó. Oliver me empujó haciéndome a un lado, quitó algunos de sus mechones que tenía sobre su rostro y la tomó en sus brazos con delicadeza, empezó a caminar en la dirección contraria. Todos nos quedamos observando su acto. La desesperación en su mirada formó interrogantes que más tarde serían respondidas. La dejó sobre la cama. De inmediato, volteó y nos tomó desprevenidos cuando levantó su arma, caminó dando zancadas y furioso pasó por mi lado sin darme una mirada, se detuvo frente a ese tipo, quitó el seguro del arma y le apuntó. —Dame una razón para no tirar del gatillo. —¿Y que si no lo hago? Estoy en mi derecho de no responder. Puedes tirar del gatillo, pero en segundos tendrás a muchos de mis hombros dispuestos a matarte, es tu elección. —¿Qué quieres? —reiteró su pregunta apretando su mandíbula. Una sonrisa peligrosa asomó en sus labios y dio un paso adelante. El arma chocó contra su frente. —No soy su enemigo. Un comentario que suspendió todo acto. Camine dando pasos apresurados, me detuve, ambos me miraron buscando una respuesta, negué con mi cabeza y tomé su mano bajando el arma. Su expresión iracunda me hizo soltar un suspiro y con solo una mirada di a entender mi acción, asintió. Retrocedió. Quedamos frente a frente. —¿Qué tratas de decir? —cuestioné con frialdad. —No vine para llevar a mi hermana. —¿Y por qué estás acá? —preguntó Luka, aún le apunta con su arma. —Necesito conversar sobre un asunto, quiero aclarar un malentendido. —¿Y qué sería? No pienso dejarte por ningún momento con ella. —No espere que fueran tan sobreprotectores, ¿Por qué están ayudándola? —nos preguntó, con desconfianza. Cada uno tenía sus propias razones, unas más importantes que otras, pero con un solo propósito, y lo cumpliríamos a de lugar. —No estamos obligados a responder algo privado, tenemos razones diferentes con un solo objetivo. No tienes por qué preocuparte por ella, no dejaremos que nadie la lastime. —informó Luka. —¿Y cómo pretendes que confié en ustedes? Son desconocidos, no juzgo a un libro por su portada, pero sí por sus acciones y déjenme decirles que he oído muchos comentarios mencionando a cada uno, no esperes que esté tranquilo, cuando se que pueden poner en riesgo la vida de mi hermana. —¿Dónde estabas cuando sucedió? Oliver dio un paso a la defensiva. —¿Acaso fuiste quien detuvo todo ese agravio? Te recuerdo que tu propia familia permitió que pasara algo tan atroz. No les importó las consecuencias de sus actos, solo les interesó satisfacer sus necesidades lastimando a un ángel. No vengas a hablar como si tuvieras ese derecho sobre ella, porque no hiciste nada para que acaben con ese sufrimiento, no presenciaste como gritaba e implora por su vida, como pedía que se detuvieran. —Oliver —gire mi rostro, sus ojos furiosos se enfocaron en mí. —, basta. —¿Quién eres? —pregunté, con mi mirada puesta en él. —Mucho gusto, soy Lessandro De Santis. —Te recuerdo, eres el hijo mayor de esa familia—expuso Luka, con un tono curioso. —, pero por razones desconocidas no aceptaste ese peso de ser el siguiente al mando y huiste a otro país. He escuchado rumores sobre que aborreces llevar la sangre de los De Santis. —No escogí a mi familia—miró en mi dirección y sonrió. —. Tengo un mensaje para ti, además, se lo que han ocultado todo este tiempo que han permanecido en Italia. —¿Qué? —Están en mi territorio, puede que no esté al mando, pero muchos de estos hombres son leales a mí y no dudan en informarme incidentes interesantes, en los cuales me gusta intervenir. Es otra de las razones por la que estoy aquí. —No queremos tu ayuda. —soltó Oliver, siendo altivo. —No estaba hablando contigo, sino con él—me señaló con su mirada. —, es momento de tener una charla. —¿Por qué me ayudarías? ¿Y por qué tengo que confiar en ti? No puedes venir y ofrecer tu ayuda sin un precio. —Porque salvaste la vida de mi hermana sin importarle el precio de tus acciones, no dudaste en socorrerla aunque fuera una desconocida, aún tengo mis interrogantes, pero no me gusta deber favores a forasteros—respondió con una mirada calculadora. —. Tengo claro que nadie ha ofrecido ayudarte porque temen por sus vidas, acepta lo que ofrezco, es un precio justo por tu protección. Además, fue divertido conocer la historia, no esperé que ella hiciera todo un caos para atraer su atención, es bastante interesante de como desarrolló sus sentimientos por ti. —No me resulta atrayente. —No eres el único que va detrás de ella, tiene muchos enemigos dispuestos a pagar un gran precio para obtenerla como un trofeo de caza, aunque es difícil hallarla; sin embargo, necesito deshacerme de su existencia, me ha causado muchos problemas y está implicada en lo ocurrido con mi hermana, no pienso dejarla con vida; también tiene mucho que ver con que mi padre los quiere muertos, es muy buena manipulando, pero fueron más rápidos y arruinaron su plan. —¿Cómo sabes tanto de ella? —preguntó Oliver en un susurró, perdido. —La familia Schweiger por muchos años fueron aristócratas, su estatus social era muy influyente en la política, pero detrás de toda esa fachada escondían sus verdaderas raíces. Eran parte del crimen organizado, una familia muy temida por muchos políticos, y aunque era evidente cuáles eran sus roles, nadie tuvo el atrevimiento de ir en contra porque tenían entendido que sus vidas correrían peligro, lastimosamente fueron condenados a manos de los Mikhailov por uno disputa de años atrás, y todo su legado acabó. Sin embargo, sus pequeños hijos huyeron de esa masacre y empezaron una nueva vida, sin saber que años más tarde comenzaría un nuevo legado—miró a Oliver, con una sonrisa socarrona. —. Tu hermana hizo que su apellido volviera a ser temido, inclinó a muchos a sus pies e hizo que toda una ciudad la reconociera por sus atroces actos . El legado Schweiger recién ha empezado, si no erradicamos de raíz, el mundo arderá. —¿Qué quieres a cambio? —Eso ya lo sabrás. Me sonrió a medias. * —No es tan rápido como aparenta, anda dejando huella, parece que lo hace intencionalmente. —¿Y por qué? —preguntó Oliver. A pesar de no estar confiado del tipo, deseó escuchar lo que tenía que decirnos para encontrar a Dakota. Fue nuestro propósito desde que decidimos ir detrás de ella, pero siempre llegábamos cuando ya se había ido. Es la oportunidad para acabar con todo y regresar a casa, aunque aún no tengo una decisión concreta. —Por él—me señaló con su dedo índice, resople enojado. —. Quiere que siga sus huellas y llegue hasta ella, es tan predecible y estúpida. Dudo mucho que aceptes sus condiciones una vez que la encuentres. —Si eso me asegura la seguridad de alguien, entonces no veo porqué no aceptar sus condiciones. No importa el precio que tengo que pagar, solo por salvar a esa persona estoy dispuesto hasta hacer un trato con el mismo diablo. Sus ojos me observaron con curiosidad, y admito que por un momento creí reconocer admiración. —Debe ser importante. Asentí. Miró a Oliver. —Fue interesante saber que estás detrás de tu propia hermana, de la única persona que te queda en este mundo, supongo que tus motivos deben ser revolucionarios para terminar de esta manera. Oliver apartó su mirada, ignorando sus palabras. —¿Por qué huyes de tu destino? —le pregunté, curioso. —No tienes una elección aunque huyas, siempre regresarás al mismo lugar porque es a donde perteneces. —Mi familia no conoce límites cuando se trata de negocios, es por eso que preferí irme antes de que terminaran con lo único que me quedaba de mi vida. No desee ser parte de todo este mundo, cada minuto lo odie porque me quitó todo lo que me importaba. No pedí esta vida, pero me fue otorgada y no lo desee, el precio que tuve que pagar por llevar esa corona fue muy grande, no pude soportarlo… —Y huiste—añado. —. Todos hemos pagado un precio por pertenecer a este mundo, no tuvimos elección de las consecuencias y fue lo más atroz. —¿Por qué ayudan a mi hermana? —Porque a ella si podemos ayudarla. —respondimos al unísono. Su mirada confundida se instaló en nosotros buscando una respuesta. No se movió, retuvo nuestra mirada cargada de frialdad, pero no retrocedió, está dispuesto a ir con todo para encontrar una respuesta que concluya sus dudas. —Supongo que pasaron por situaciones similares. No afirmamos ni negamos. —Deseo que cuiden a mi hermana, que la mantenga a salvo. Ese es mi precio. —No tienes porque pedirlo, la hemos mantenido con vida porque así deseamos desde que la salvamos—recalcó Oliver, su mirada fría y despectiva lo escanearon. —. La protegeré con mi vida. La seguridad en su voz me impactó, descubriendo porque todo este tiempo ignoraba y era hostil con la pelinegra. Comprendía su actitud, es… —No necesito que nadie me cuide, ni siquiera tú—nuestro pequeño ángel caminó en nuestra dirección, rodeó los muebles empolvados y se detuvo frente a nosotros, con los brazos cruzados. Su expresión furiosa nos abordó, nos inspeccionó a cada uno. —. Se volvieron muy amigos. —Ángel—me miró dolida, negué con mi cabeza. —, no es un enemigo. —¡¿Y cómo estás tan seguro?! ¡¿No lo conoces?! —se alteró. Luka bajó las escaleras con rapidez, mis ojos furiosos hicieron que suspendieran sus pasos y se quedará por unos segundos, volvió a caminar. —No estás en condiciones para exaltarte. Su mirada gélida se detuvo en Oliver, le lanzó dagas con sus rasgados ojos. —¡Eres el menos indicado para hablar en estos momentos, no te atrevas a decirme lo que tengo que hacer, imbécil! —Rea. —¡No lo hagas! Ángel busco una explicación con su mirada, me exigió que lo sacara, pero me negué a hacerlo, no sin antes escuchar sus palabras. —Escucha lo que tiene que decir—sugiero. Emitió un chillido frustrado, su rostro ruborizado por la ira giró en dirección de su hermano. Sabe no que no haré ningún movimiento si no lo escucha. —. Buena niña. Gruñó. —Todos son responsables de sus acciones, sea quien sea. —comentó ella, antes de que su hermano empezará a hablar. —Sé que te abandone cuando más me necesitaste, pero nunca imaginé que llegarían tan lejos con sus acciones. —¿Esa es tu excusa? —cuestionó con burla. —¿No podía ser más creativa? —Rea. —No tengo nada más que escuchar, desde que me abandonaste con esa familia, dejaste de ser mi hermano. Pensabas que estaría a salvo con ellos, pero ¿qué crees? Terminé siendo una pieza de su juego macabro. —No lo sabía—aseguró, apartó su mirada. Es tan terca. —. Me fui por situaciones que desconoces, tampoco quiero contarlo abiertamente, pero he estado al tanto de tus movimientos, solo que interceptaron a mi informante para que no me dijera la situación, es por ese motivo que viene hasta Italia para descubrir qué es lo que estaba sucediendo, dándome con la sorpresa de que habías pasado por esos momentos. Su mirada dolida y apagada, me suplicaron que detuviera este momento. Unas cuantas lágrimas brotaron de sus ojos, apartó su mirada justo a tiempo y las limpió con su brazo. —Créeme. —pidió su hermano. —No puedo —murmuró, su labio inferior empezó a temblar. —. Por mucho tiempo espere que vinieras a recatarme como prometiste, pero nunca llegaste y me canse de esperar, así que no luche cuando fui incluida en sus propósitos, deje de pelear mi batalla porque sabía no los vencería sola, que no tenía a nadie en este mundo y lo mejor era morir de sufrimiento. » No fui capaz de enfrentar a esos tipos y cuando por fin llegó mi hora de morir, aparecieron dos hombros a mi rescate que me llamarían su ángel, cuando solo era su problema; sin embargo, me retuvieron todo este tiempo sin temer a toda esa familia. No estuvieron obligados a protegerme y darme cariño, todo fue voluntario, y por primera vez se sintió tan bien, sentí que por fin tuve una familia. Limpió sus lágrimas. —No quiero perderlos por la basura de familia que me tocó. —Y no nos perderás —curvo una sonrisa apenada. —, no te dejaremos. Escondió su rostro entre sus manos. Con delicadeza obligue a que me mirara, dejó de esconder su rostro y me miró, acune su rostro entre mis manos y besé su frente. —No llores, ángel. —No quiero regresar a ese lugar, no quiero vivir de nuevo ese infierno. —No dejaré que vuelvas a ese lugar. —se estremeció en mis brazos al escuchar las palabras de Oliver, sobre todo, la sinceridad en ellas. Dio un paso atrás, regresó su mirada a su hermano. —Rea, no te dejare sola—la persistencia en su mirada hizo que aceptara sus palabras. —. Te daré esa libertad que mereces, no volverás a ese lugar porque no es tu hogar. —Nuestro padre no me dejará tranquila. —De eso me encargo, no tienes por qué preocuparte, me aseguraré de que te deje vivir con tranquilidad. —¿A qué precio? —Cuestionó. La duda se instaló en su mirada, dio un paso en dirección. —Lo que él tanto desea. —respondió. La desesperación en sus ojos, me intriga. —No. ¡No puedes! —negó frenéticamente, corrió a sus brazos y recostó su cabeza en su pecho, desesperada. —¡No lo hagas! ¡No a ese precio! No quiero que regreses, aunque me digas que no sé por qué te fuiste, si lo sé. Se cuanto tuviste que pasar en esa familia, cuánto sufriste y por eso entiendo tu partida, ¡no quiero que regreses! ¡No me lo perdonaría nunca! En mi pecho se instaló una sensación dolorosa, aparté mi mirada y cerré mis ojos, recordando sus palabras. Mi corazón empezó a latir con lentitud y una opresión en mi pecho me impidió respirar con regularidad. Hasta este punto he llegado. De extrañarte y no poder regresar a ti. —Ancel. Me llamarón, abrí mis ojos y todos los presentes me observaron atentos. Enarqué una ceja y desvié mi mirada, irritado. —¿Todo bien? —los ojos preocupantes de Rea me interceptaron. —Todo bien. —respondí siendo evasivo. Luka se quedó mirando por largos segundos, entrecerró sus ojos. Lo ignoré. —Alessandro pagarás un precio alto, ¿No te arrepentirás? —preguntó ella, con cautela. —No, no deseo que regreses a esa casa y vivas más infiernos. Te protegeré con mi vida, hermanita. Pase lo que pase, siempre te cuidare y ahora sé que no seré el único, eso me alivia. Rea De Santis llegó a nuestras vidas como un torbellino, arrasó con todo y colisionó con nuestras vidas. Pasó por mucho, vivió un sufrimiento profundo y se rindió sin aún haber empezado su carrera, pero cabe resaltar que fue tan resistente al soportar tanto dolor, que he admirado su resiliencia. Pertenece a una familia que no la merece, no fue su elección ser parte de ellos, pero estaba condenada por vivir bajo la sombra de un hombre que desea acabar con su existencia. A simple vista es una chica frágil y débil, pero es toda una guerrera que no teme enfrentar situaciones peligrosas. Su familia la crió para que siguiera su camino trazado, pero ella decidió cumplir sus propias metas, es por eso que la condenaron a tanto sufrimiento por no seguir sus órdenes. Pensaron que sería manejable y manipulable; sin embargo, demostró cuan inteligente y astuta puede ser, es un peligro para sus propósitos, su gobierno y reino; no dudaron en acabar con su vida, pero primero hicieron que sufriera en el proceso. Cuando nos cruzamos en su camino, la encontramos tan indefensa y a punto de ser violada, por tercera vez. Ver como se encontraba, me partió el alma e hizo que retrocediera y recordara todo el dolor que sentí al presenciar esa atrocidad. Al mirar sus ojos llenos de dolor y escuchar sus gritos desgarradores, no soporte, pero para ese momento Oliver ya estaba en acción. Desde entonces prometimos protegerla. Volvimos su problema el nuestro por qué tenemos la oportunidad de salvarla aunque sea de cuidarla para que no vuelva a pasar por lo mismo. —Sube por tus cosas, necesito que salgas de esta ciudad. —le ordenó. Asintió sin replicar. La observamos alejarse y cuando nos quedamos los cuatro, detuve mi mirada en él. —¿Qué harás? —pregunté curioso. —Asumiré mi cargo, seré el próximo en sentarme en su trono con la condición de que deje tranquila a Rea, sin que se entere de mis intenciones ocultas. Saboreé sus palabras que cantaron victoria. —Son tu familia. Su mirada se oscureció y dio un paso amenazante en mi dirección. —No por elección. —aseguró, con una sonrisa siniestra. Extendí mi mano. —Es un placer trabajar contigo, De Santis. Estrecho mi mano. —El placer es mío, Mors. La comisura de mis labios se alzó. Y eso que aún está empezando esta travesía, aun así, el mundo ya me conocía. Interesante.
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