bc

El Rey Rata

book_age16+
24
FOLLOW
1K
READ
dark
BE
arrogant
tragedy
heavy
serious
genius
evil
crime
weak to strong
like
intro-logo
Blurb

Luego de perder a sus padres, y quedando a cargo de su pequeño hermano, Héctor conforma una pequeña pandilla en el orfanato para escapar y posteriormente para sobrevivir en la ciudad. Héctor, en compañía de sus compinches, hará lo posible por rescatar a su hermano y darle la vida que les fue arrebata luego de que sus padres murieran ahogados en injustas deudas.

chap-preview
Free preview
Escape
-Muy bien, o se quitan del camino o vamos a tener problemas acá-. Advirtió Héctor a la pandilla de los Gavillos. - ¿Y por qué creen que los habríamos de dejar irse sin nosotros? Si tienen un plan será mejor que nos lo compartan o vamos a avisar a las hermanas-. Respondió El Gallo, vocero de los rivales. -Llevamos meses planeando esto y no crean que vamos a compartirlo con una bola de perdedores como ustedes. Ya tendrán su oportunidad-. Respondió Sambrano al que apodaban el perro. - ¿Entonces quieren arriesgarse? Bueno, que quede constado que les ofrecimos una alternativa y no la quisieron aprovechar por envidiosos-. El sapo, el chico más pequeño y ágil de los Gavillos pegó el pique rumbo al patio en medio de la noche para dar la alarma de escape. Héctor, La Rata, había estado planeando el escape del orfanato católico desde el primer día que había llegado con Sergio a aquel sitio. Desde el primer día se dio cuenta cómo las cosas no se movían de manera muy distinta a como se movían en la calle, a pesar de que muchos de los niños que se encontraban recluidos en la larga mansión jamás habían pisado el mundo real. Como pudo comprobar más tarde, luego de que se empezara a reunir con los otros niños, muchos de ellos habían sido abandonados por su madre con tal solo dos o tres años y otros habían sido arrebatados de familias abusivas. Las pandillas que se habían conformado al interior del orfanato explotaban y aplastaban a los niños más débiles y solitarios, por lo que Héctor y su hermano pronto fueron acogidos por un grupo de niños que se mantenían juntos para al menos darse la alarma unos a otros. Sambrano, el que era apodado por las pandillas como El perro, era un chico no mucho peor que Héctor, pero a pesar de esto contaba con una gran voz de liderazgo que había ayudado a sobrevivir a varios niños marginados y solitarios. Él había estado en el orfanato prácticamente toda su vida y jamás había conocido las calles del mundo exterior salvo las esporádicas visitas que realizaba a la iglesia que se encontraba en las montañas en compañía de las hermanas que se encargaban de mantener en orden el orfanato. Todas las monjas alegaban diciendo que aquel era un buen chico y que le esperaría un magnífico futuro una vez que este tuviera la mayoría de edad y pudiese hacer su vida fuera del orfanato, sin embargo, El perro era de los más viciosos y mañosos del grupo. -Bueno Gato, atrape a ese c***o, si lo que quieren es pelea, pelea les vamos a dar-. El perro saco de su bolsillo las dos barras de jabón que usaba como de pesas y se lanzó al ataque en compañía de los otros tres compinches de Los marginados. El perro era el chico más acuerpado y con una fuerza física natural que lo convertían en una torre difícil de tumbar. Sus compañeros Vargas, El Vaca, Héctor y Gil, quien se quedó con el apodo de Gil, se lanzaron de lleno contra los ocho niños pertenecientes a Los gavillos. Por otra parte, Ferias, al que llamaban Gato, se lanzó contra el sapo y lo interceptó antes de que este pudiera llegar a la puerta y hacer sonar la alarma de escape. Si bien Gato pertenecía a la pandilla y les había colaborado en lo que más podía, no era un niño peleonero ni que resaltase por sus dotes físicas o la pelea, por lo que trató de mantener a raya con una llave en la mano mientras que sus amigos continuaban con la pelea en la sala de juegos. Sambrano tomó las barras de jabón y las estrellaba contra el estómago y la cara de dos de los Gavillos que se lanzaron hacía él siendo el m*****o más fuerte. El gallo trató de tomarlo por la espalda, pero El perro se echó para atrás y lo tumbo en el suelo haciéndolo caer de culo y sin poderse levantar al menos de momento, el otro al ver la caída de su compañero trató de darse a la huida, pero Sambrano le atestó los jabones en la espalda haciéndolo chillar de dolor. Al librarse de sus adversarios, recurrió a quitarle de encima a los adversarios que golpeaban en el suelo a Gil y le daban cachetadas en la cara hasta casi hacerlo llorar. - ¡Métanse con uno de su tamaño si es que se creen muy bravos! -. Les gritó en medio de susurros El perro al tiempo que le daba un fuerte golpe con el jabón a Jiménez, el cuatro ojos de los Gavillas. Por su lado, Héctor tuvo la mala suerte de enfrentarse directamente con Flores, el líder indiscutible de los Gavillas y que daba golpes de mula debido a las patadas que solía dar en los huevos y en el estómago.  Flores era una completa bestia, incluso más grande que Sambrano, lo que lo había llevado a tener la pandilla más grande y fuerte del orfanato. Según solían murmurar los niños en medio de los almuerzos, él estaba allí debido a que sus padres eran hermanos adinerados y de buena familia, por lo que para evitar la vergüenza lo habían ocultado y luego lanzado a la calle para luego ser encontrado en la calle por las hermanas misioneras de la caridad. Héctor restó al inicio credibilidad aquella historia que parecía tan tonta y a la vez tan irreal. Sin embargo, con el paso del tiempo y al darse cuenta de la actitud rebelde y sociópata del chico, aprendió a tenerle respeto y mantenerse alejado de su locura. Las ideas sobre este chico le fueron confirmadas a Rata una vez que se dio cuenta que el chico propinaba golpizas incluso a sus propios compinches y de que en el pasado había llegado a levantarle la mano y humillar a las mismas profesoras y curas que solían darles clases. Flores era realmente amenazante y se lo había ganado de enemigo desde el primer día que, como novato, Héctor había realizado una broma cuando este le reclamaba el puesto de la gradería del patio del orfanato. - ¡eh nuevon! -. Le había dicho Flores a Héctor el primer día. -Por si no lo sabes es sitio de ahí es mío. Así que dígale a su chinito con cara de simio que levante el culo o se lo levanto a patadas. - No tenía la menor idea de que hubiera remarcaciones de propiedad aquí-. Le contestó Héctor al tiempo que tomaba a Sergio de la mano y lo forzaba a bajarse de la gradería. El comentario no había sido dicho con mala intención por parte de Rata, sin embargo, Flores se lo tomó muy en serio y sin que se diera cuenta empujó con violencia a Héctor mandándolo al final de las escaleras junto a su pequeño hermano.   - ¿Muy chistosito? ¿eso es lo que les enseñan a las barbies allá afuera? -. Se mofó Flores al haber captado la atención de los demás niños. -La verdad es que me sorprendiste. No sabía que los gorilas hicieran demarcación de propiedad-. Contestó Rata sin darse cuenta de que sus pensamientos se habían escuchado más de lo que hubiera deseado. Flores no llegó a entender el chiste del comentario que había lanzado el nuevon, pero los demás se reían y contenía la palabra de gorila, así que debía ser algo malo. El chico nuevo que había llegado le estaba faltando al respeto y de ninguna manera dejaría que los demás perdieran el miedo que por años había logrado inspirar en otros. Sin siquiera dar un aviso o alarma se lanzó directamente contra Rata y le sentó un zapatazo en la cara que lo dejaron de nuevo en el suelo mientras continuaba con la risa de su ultimo chiste. Flores se desesperó de las risas estúpidas del novato y esta vez le mando un puntapié en el estómago que le sacaron por completo el aire a Héctor haciendo que cesase las risotadas. Sergio, quien apenas se levantaba y estaba llorando, se interpuso en el pie del gorila evitando que siguieran golpeando a su hermano mayor, pero se ganó otro zapatazo dejándolo acurrucado contra el suelo. -Payasito, le explico cómo funcionan las cosas acá-. Se levanto Flores sobre la rodilla de Héctor haciéndolo sacar un fuerte chillido de dolor. Aquí si yo digo que es mío, es porque es mío y punto. - ¡La rodilla, imbécil, la rodilla! -. Gritó con dolor Héctor quien sentía como se quebraban sus articulaciones debajo del peso de Flores. - ¡Quítese de encima o llamo a la hermana! - ¿No escucha lo que estoy diciendo? Ahora mi rodilla es suya y no me voy a parar hasta que a mí se me antoje. Dígame ¿Qué va a hacer? Nada podía hacer Héctor, Flores era más grande, más fuerte y lo tenía por completo controlado. Aquellos instantes pasaron como si fueran horas y el dolor lo hacía gritar cada vez más fuerte. Nadie llegaba en su auxilio y los demás se limitaban a observar con horror la b********d del gorila. - ¡Eso siga chillando como vieja pariendo! -. Se reía Flores mientras ejercía más presión en su contrincante. - ¿Una vieja pariendo? -. La risa le dio vigor para hablar a Héctor y no pudo contener de nuevo sus comentarios. -Niño, usted ni siquiera debió conocer a su madre para saber lo que es ver a alguien parir. Los comentarios de terror de los asistentes al espectáculo se convirtieron en risas y burlas contra Flores, lo cual aumentó en él al confusión dándole tiempo a la hermana Sonia de llegar y separar a los dos adolescentes involucrados en la pelea. Sonia obligó a Héctor a caminar, pero este era incapaz de colocarse de pie y de hecho fue incapaz de volver a caminar con normalidad por el resto de su vida. La rodilla de Rata se había doblado y según la enfermera del orfanato, él jamás dejaría de sentir los dolores en su pierna. En su primer día en el orfanato tuvo que pasar más de una semana aislado esperando que al menos sus articulaciones se acomodasen. Desde aquel entonces, Héctor y Gorila se tuvieron que mantener alejados por órdenes de la Hermana superiora, a pesar de las miradas de odio que ambos se lanzaban continuamente. Desde la lejanía, Héctor tuvo que apreciar las locuras y la violencia con la que el chico actuaba con los demás niños y la incapacidad de las hermanas por mantenerlo calmado. Todos los rumores al parecer eran ciertos y aprovechó su poder para tratar que los chicos más débiles se mantuviesen a su lado y que Flores tuviera menor capacidad para acercarse. -La inmunidad durará poco-. Afirmó Sambrano una tarde en las literas mientras que Héctor le leía un cuento a su hermano. -En algún momento va a tratar de cobrárselas, ahora todos le llaman el Gorila. -Si me mata al menos habré dejado un precedente-. Le contestó Héctor al que sería su primer y mejor amigo. - ¿precedente? ¿qué es eso? -. Contestó Sambrano al tiempo que se sentaba frente a ellos junto a Gil y Vaca. -Como dejar marca-. Trató de explicar Héctor. -No importa, si se viene no la va a tener tan fácil. -El problema no es solo él-. Contestó Vaca uniéndose a la conversación. -El pelado se la pasa con otros chinos y estoy casi seguro de que un día se le van a ir contra usted, pero lo que más debería preocuparle es su hermano. -Bueno, ya me gané un enemigo. Ya le dije a Sergio que si el c***o se nos volvía a acercar que saliera corriendo con alguien y avisara. -No nos gustan los que andan con quejas, aunque sean nuestros enemigos-. Contestó Sambrano al tiempo que consentía con cariño la cabeza de Sergio. - ¿Entonces debo aguantarme que nos golpeen? -. Contestó indignado Héctor ante el comentario del Perro. -Nosotros solo confiamos entre los nuestros, no con los adultos, eso es caer bajo-. Respondió El perro. -No entiendo lo que me tratan de decir-. Insistió Héctor. -Que queremos que te unas a nosotros, atarantado-. Contestó de golpe Gil y con diversión. -Se supone que no seríamos tan directos-. Reprendió el perro a Gil y refiriéndose a Héctor. -Muy pocos se atreven a plantarle cara a Flores, necesitamos gente inteligente y valiente con nosotros. -Lo enfrenté sin saber quién era, más bien soy muy estúpido-. Contestó Héctor. -Hay que tomarlo de esta manera, nos necesitamos mutuamente-. Contestó Vaca. -Usted ni su hermano pueden ir por ahí solos y nosotros necesitamos a alguien inteligente. Tómelo o déjelo. Desde aquel momento Héctor dejo de ser Héctor y se convirtió en la Rata actuando siempre en complicidad a sus compinches. Los chicos habían demostrado ser más fieles, más confiables y colaborativos de lo que Rata creía. Salvaron a su hermano de una golpiza segura y la figura del Perro era tan amenazante para los Gavillos que no tuvieron que recurrir a la violencia hasta la noche del escape. -Usted me debe a mí una rodilla-. Le reclamó Héctor a Flores cuando este lo incitó a la pelea. -Ojalá se hubiera quedado en silla de ruedas, Rata-. Flores sacó de su bolsillo un pequeño cuchillo dentado que se había perdido hacía unos días de la cocina. -No crea que se me ha olvidado como se burló. Al advertir el arma blanca, Héctor se quitó el saco y lo amarró entre sus muñecas a modo de escudo para amortiguar el inminente ataque de Flores. El espacio entre el muro se terminó y no pido más que esperar que su atacante se lanzara sobre este en medio de las sobras de la noche. La visión era poca y todos peleaban en medio del silencio evitando advertir a las monjas y los demás guardias del orfanato. El gorila se acercó poco a poco y Rata escuchaba los pasos del atacante con sumo cuidado y lentitud mientras este elevaba su brazo. Justo como pensaba la chaqueta ayudó a que la cuchilla quedase enredada con la tela y Héctor aprovechó la oportunidad para enredarle la mano y tirar al suelo a Flores. - ¿Esto era lo que quería? Acá le doy de la misma que me dio-. Héctor agarró el palo que iba a ser parte del escape y empezó a golpear al adolescente. Los gritos y los chillidos de Flores acabaron por frenar la pelea de sus compañeros y de terminar el forcejeo del Gato y Sapo. Las luces se iluminaron frente a los chicos y Sambrano miraba con terror la escena que se estaba dando en el suelo del pasillo del orfanato a medianoche. Rata levantaba y bajaba el palo con violencia al tiempo que la cara de un asustado y aterrado Flores se manchaba de sangre, mocos y lágrimas. Las palabras de piedad no entraron por los oídos de Rata quien mantenía los ojos en medio de un éxtasis morboso por acabar de reventar el rostro del Gorila. - ¿Piedad? ¿Escuchó acaso la piedad mientras se recargaba sobre mi rodilla o sobre aquellos niñitos que ni se podían defender? -. Gritaba Héctor sin importarle colocar en peligro la misión de escape. -Ya, por favor se lo ruego, haré todo lo que quiera. Los dejaré ir, pero déjeme en paz-. Trataba de frenarlo Gorila, pero era inútil. Sambrano trató de frenarlo con su fuerza superior, pero Héctor, en medio de su locura, lo observó con un rostro de odio y venganza como advirtiéndole que sería el siguiente. Sus compañeros no pudieron más que verlo con terror ante la cara excitada de Héctor mientras disfrutaba de la violencia de sus actos. Sergio salió de su escondite al escuchar la escena y observó con asombro la violencia con la que su hermano continuaba vengándose de Flores quien yacía inconsciente en el suelo. Las lágrimas salieron de sus mejillas y comenzó a llorar ante el asco y el impacto de la escena. Héctor levantó los ojos y pudo observar a su hermano para luego observarse a sí mismo sobre el cuerpo ensangrentado del que había sido su rival por mucho tiempo. -Rata, rata, lo jodimos. Se jodió el escape ¿por qué no se tranquilizó? Esto no era parte del plan-. Empezó a refunfuñar Gil al ver el cuerpo cubierto de sangre del que una vez fue su gran enemigo.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.6K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

La Esposa del Heredero Paralitico

read
18.1K
bc

La Loba Rota

read
106.3K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.6K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook