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Mi Tiempo Contigo

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Blurb

Sus fuerzas empiezan flaquear y su estado de salud se ha ido debilitando con los años, cada vez más frágiles, la realidad de su vejez les impide cuidar el uno del otro. Como una amenaza aparece en el horizonte la posibilidad de tener que abandonar su casa e ir a una residencia de ancianos si no fuera por su familia que hace todo por cuidarlos en sus años dorados. Pero Antonio y Leonor no pueden huir de la realidad que se les ha presentado con el llegar de la vejez, retrata el cariño en la vejez, las noches en vela por miedo a la soledad, a la enfermedad, a la muerte y a la separación del ser amado, el temor de ambos a dejar la vida en manos ajenas, perder su independencia y con el tiempo solo dar espera a lo inevitable, mientras ambos enamorados recuerdan uno a uno sus pasos y su tiempo juntos

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Aquí Estoy
Capítulo 1 Aquí Estoy [Tiempo Actual, Año 2021] El sol matutino brillaba a través de las ventanas del pasillo de la clínica, sus rayos reflejaban en el suelo la silueta de los arboles del estacionamiento, las enfermeras iban de un lado para otras presas de su propia rutina, los doctores a su vez caminaban tranquilamente de habitación en habitación saludando con amabilidad a los pacientes y dando a ellos las buenas y malas noticias que tenían para ellos esa naciente mañana de domingo. El contraste de gestos aliviados y otros desconsolados era el panorama normal de las habitaciones de la clínica, rostros que solo sonreían cuando una cara familiar se asomaba por la puerta y entraba de visita, y solo si el dolor o los instrumentos médicos se lo permitían. Al fondo del pasillo, frente al la central de enfermería, la puerta del elevador se abrió de par en par, una disciplinada trabajadora de la cocina trasportaba en un carrito de comidas el desayuno para las personas que por orden de los médicos tenían el permiso de comer algo, bajo la mirada envidiosa y celosa de quienes no tenían dicha autorización. La trabajadora empujo su carrito y salió del elevador se quedo un momento en la mitad del pasillo, cuando una mujer de edad le pidió espacio para poder pasar, pues Blanca había llegado temprano al hospital con el propósito de visitar a su Madre que se encontraba en una de las habitaciones de la clínica, tomada de su brazo, Antonio caminaba a paso lento pero constante pues a sus 83 años ya no tenía prisa en su andar, su pantalón de paño y saco elegante eran de color café, combinaban de manera perfecta con su boina negra y sus zapatos oscuros que aunque le faltaran lustre se seguían viendo tan elegantes. Pero Blanca caminaba a su paso y no daba espera a su padre, que en un esfuerzo seguía tomado del brazo de la mujer caminando junto a ella. El rostro de Blanca reflejaba una notable preocupación mas que una profunda tristeza por la razón de pasar de nuevo un fin de semana en vela preocupada por la salud de Leonor que apenas había cumplido 80 años cuando su salud comenzó a decaer, en un esfuerzo por su bienestar y como era más obvio su hija menor la había llevado a la clínica para que fuera atendida por un profesional de la salud, pero habían pasado al menos 5 días y la abuelita no mejoraba su condición. Blanca caminaba con la mirada dirigida a lo mas alto de las puertas de las habitaciones, con un pedazo de papel en la mano buscaba que el numero de la habitación fuera el mismo que su hijo le había anotado en el trozo de papel, su padre parecía despreocupado, mas se sentía algo confundido pues su hija no lograba hallar la habitación donde Leonor descansaba. Tras dar unos pasos mas la mujer al fin hallo a su madre, Una camilla vacía era la única compañía de Leonor en medio de una espaciosa habitación pintada de colores azules y blancos, al lado de la camilla donde la abuelita se hallaba, Estaba Luna, su nieta que con un libro en la mano buscaba que el pasar del tiempo acelerara su paso, pues se había quedado esa noche acompañando a su abuela, pero era innegable que ya se sentía mas que cansada. —Buenos días tía…—saludo la joven al ver entrar a Blanca. —Lunita… ¿Cómo te fue?—pregunto Blanca al saludarle. Blanca dio de inmediato un fuerte abrazo a su sobrina que con un gesto de preocupación quiso expresar todo lo que había sido su noche siendo la compañía de su abuela. Antonio no se detuvo en sus pasos y se mantuvo de pie al lado de la camilla donde su amada Leonor yacía dormida aun, el abuelo tomo la mano de su esposa diciendo en voz baja “Aquí estoy”, Leonor casi de inmediato pero lentamente abrió los ojos para ver a su alrededor, en el instante de que vio a su hija, Leonor trato de decir algo pero fue inútil entender sus palabras, Blanca se acerco de inmediato a la camilla y con mucha prudencia de no lastimarla o hacerla mover, le dio un pequeño abrazo a su madre. —Tía, voy a salir a tomar aire…—expreso la joven. —Afuera esta su mamá, ella le trajo algo de comer…—le indico Blanca con amabilidad. —Gracias Tía, nos vemos afuera…— Luna tomo del espaldar de la silla su maleta y guardo el libro que estaba leyendo, la joven luego de despedirse salió de la habitación y busco el elevador a paso apresurado, Mientras tanto Blanca observaba en silencio a su madre que recién despertaba e intentaba mirar a su alrededor. —Buenos días hija…—dijo Leonor con voz temblorosa. —Buenos días madre… ¿si logro dormir?—respondió Blanca preocupada. Leonor no contesto pues su atención fue dirigía a Antonio que al otro lado de la camilla aun sostenía su mano, el hombre sonrió de repente al notar que su esposa se encontraba estable esa mañana, al parecer había tenido una buena noche. Conectada a un sistema de goteo y con una cánula sujeta a su rostro para poder respirar bien, Leonor pidió a su hija que le ayudara a levantar un poco la camilla, Blanca tomo el control de la camilla pero no lograba descifrar en su mente que combinación de botones debía presionar para acomodar a su madre como ella le pedía, tras un par de segundos pensando como hacer, un amable enfermero justo en ese momento entro a la habitación realizando su ronda de rutina por las habitaciones de ese piso, de momento Blanca amablemente le saludo y pregunto al enfermero como levantar la cama, el muchacho tomo el control y tras presionar un par de botones logro acomodar a la abuelita en una mejor posición, además de que acomodo su almohada y su cobertor, Leonor se sintió mucho mejor en ese momento pues había dormido en una sola posición y esto era lo que más le llegaba a incomodar. Antonio permanecía inmóvil al lado de la camilla permanecía atento a los gestos y expresiones tanto de Leonor como de Blanca, como un instinto natural de protección el hombre no soltaba la mano de su amada esposa bajo ningún motivo, pues sabia que su presencia era más que razón para ella de seguir adelante, como ese motivo de esperanza que toda persona necesita encontrar en la adversidad y mas aun en la enfermedad. El tiempo trascurría lento ese domingo en la mañana, Blanca había tomado asiento al lado de la camilla al igual que Antonio que sintiéndose cansado y con dolor en sus rodillas hallo descanso ocupado otra silla que estaba al lado de la otra camilla que se encontraba vacía. La mayoría de las habitaciones de la clínica contaban con un pequeño televisor soportado en la pared, la señal no era muy buena y el volumen estaba muy bajo, pero era suficiente para interrumpir el inevitable silencio que daba pausa a la conversación de las visitas de los pacientes. No era muy clara la imagen pero Leonor lograba distinguir a las personas en el televisor, Blanca se había puesto sus lentes y revisaba su teléfono celular con el propósito de avisar del estado optimo de su madre esa mañana, en cambio Antonio aun ajeno a un mundo moderno, permanecía en silencio al igual que Leonor, con la mirada distraída hacia el televisor el hombre sujetaba sus manos un poco nervioso, de momento tomo su boina negra y la dejo a un lado sobre una pequeña mesa donde se guardaba los implementos de aseo y la ropa de su esposa, el hombre no hablaba, mantenía su expresión determinante y firme como la flor del café ante la lluvia de las regiones montañosas, pero en sus ojos, esos ojos oscuros, opacados por una pequeña sombra gris señal de sus 83 años, reflejaban en su brillo el cansancio de toda una vida de trabajo, sus manos estaban llenas de cicatrices de trabajos e incluso accidentes que ni su memoria lograba definir, las arrugas en su rostro guardaban la sabiduría y la experiencia de un origen humilde, un hombre que vivió luchas interminables desde su origen mas humilde y sencillo, que ahora solo se sentía ajeno a un mundo moderno lleno de cosas que el nunca había visto, pero que en el silencio de sus palabras, su pensamiento trabajaba para entender. Hacía años que perdió el interés en el por que, de las cosas, había aprendido lo necesario en el trascurso de su vida y no era propiamente necesario entender el porqué del mundo moderno, en los curiosos pensamientos e imaginación de sus nietos, el hombre vivía aun en blanco y n***o, en un mundo que descubría un nuevo color cada día. De momento el hombre observo a su hija que yacía mas tranquila y despreocupada que cuando recién habían llegado, Blanca era su hija mayor, una señora de 58 años que había tenido que pasar junto a sus padres las mas duras condiciones económicas, pero que ahora gracias a su esposo y a sus hijos vivía en medio de modestos lujos, pero sobre todo dinero que pudiera en un instante poseer la mujer no dejaba de lado su especial sencillez y humildad, huella propia que tanto su padre como su madre habían dejado en ella. Antonio permanecía sentado, en silencio, pero se mantuvo alerta cuando vio una serie de 3 médicos que con algunos documentos en las manos pasaban por cada habitación dando un chequeo de rutina a cada paciente que esa mañana se encontraba en ese piso de la clínica, una doctora y dos médicos hacían parte del grupo, el medico que parecía mas joven no dudo en dirigirse amablemente a las personas presentes mientras que con voz amable saludaba y preguntaba por su estado a Leonor, ella contesto con el animo más posible que podía obtener, el joven medico sonrió y verifico los instrumentos médicos que se hallaban conectados a la abuelita, mientras en ese momentos la doctora y el otro medico analizaban rápidamente la historia clínica e inspeccionaban con la mirada cada tanto a Leonor. —Pues yo me siento feliz porque veo a doña Leonor muy bien esta mañana…—comenzó a hablar la doctora dirigiéndose a Blanca, —Si seguimos de este modo en unos días podrían ya llevarla a su casita obviamente bajo sus recomendaciones señora Leonor…—explico la doctora hablándole a Leonor. —Esos son buenas noticias, en verdad muchas gracias…—expreso Blanca hacia los médicos. —Tranquila, gracias a ustedes por estar tan atentos con ella…—contesto la doctora con amabilidad. —Gracias señorita—respondió Leonor con voz adormilada. El medico más joven salió de la habitación e interfecto a una de las enfermeras de ese piso que tranquilamente pasaba por el pasillo, el joven le pidió que a Leonor se le administrara un medicamento en especial que era el que estaría aun pendiente pues la jefe de enfermería se había retrasado en su ronda, de inmediato la enfermera confirmo la orden del joven médico y se dirigió al puesto de enfermeras por el medicamento. En ese momento la doctora y el otro medico que había permanecido en silencio se despidieron de Leonor y Blanca, y salieron de la habitación para seguir con su trabajo, segundos después una bonita enfermera entro a la habitación y tras un breve saludo la joven aplico con una jeringa el medicamento en el puerto de inyección del micro goteo conectado al brazo de Leonor. —Esto es para que pueda seguir descansando bien doña Leonor es el analgésico de la mañana que se tardó un poco…—explico la enfermera en voz alta. Leonor de momento parecía un poco confundida aunque Blanca muy atenta a la atención de los médicos explicaba a sus propias palabras lo que ellos hacían a su madre, mientras Antonio permanecía atento e inexpresivo sentado al lado de la camilla. 

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