Preludio
Para los adinerados como Patrick Adams hacer recostes de gastos es algo cotidiano y necesario, allí se incluyen uso de limusinas, jets, barcos, carros y otros ciertos lujos de los que fácilmente se pueden prescindir pero un error, un pequeño movimiento en falso, puede costar el futuro de alguien más.
Eso fue lo que ocurrió con Lily Andrews cuando Abraham Smith, el vicepresidente financiero del New York Times, siguiendo las órdenes de su jefe, comunicó la cancelación de las becas universitarias. Todas las universidades, atendiendo al comunicado, llevaron a cabo la suspensión de las becas. Aquel comunicado llevaba una firma, la causante de las desgracias de Lily: Patrick Adams.
Solo recordarlo le daba grima. Ese día, estaba en la universidad, en clase de Periodismo Fotográfico, cuando fue solicitada en la oficina del decano. Salió del aula con los nervios de punta, pensando en qué habría hecho para que le llamara el mismo decano de la facultad de Periodismo. Ensimismada en sus pensamientos, entró a la oficina. La expresión facial del decano expresaba todo lo opuesto a alegría, Lily comenzó a pensar lo peor cuando Mr. Bolton habló.
—Mrs. Andrews, sé de usted que es la mejor estudiante desde que ingresó a nuestra casa de estudios, no hay manchas en su conducta y mantiene un excelente rendimiento académico. —Lily le emitió una sonrisa de alegría forzada, en su mente solo había miedo por lo que debía decirle—. Ha salvaguardado su beca todos estos años y eso dice mucho de usted.
—Muchas gracias, Mr. Bolton, aprecio mucho su reconocimiento —le respondió Lily, sin despegar la mirada del decano—. ¿Ocurre algo conmigo?
—Efectivamente, ocurre algo pero no con usted, sino con su beca, Mrs. Andrews. —A Lily se le subió el corazón hasta la boca pero se mantuvo firme, no demostró nada en lo absoluto—. Lamento informarle que las becas han sido suspendidas, señorita. Fue una orden del señor Adams, accionista de nuestra institución.
—¿El señor Adams? ¿Habla de Patrick Adams? —cuestiona ella con escepticismo.
—Él mismo.
—Comprendo, ¿y qué pasará con mi progreso? Estoy a punto de graduarme.
—Lo sé, pero en vista de la situación, usted no podrá continuar sus estudios en esta universidad. —El decano le miraba con lástima, sabía lo que esto suponía. Sus padres no le querían costear los estudios simplemente porque no era lo que querían que ella estudiara. Lily maldijo al responsable de aquella tragedia y a toda su generación
Lily entró en crisis. Desesperada, se comunicó con diferentes personas del medio, ninguna le dio la respuesta que esperaba. Pasado el tiempo, se resignó a no poder continuar sus estudios y buscar trabajo para poder sobrevivir. Por más que le ponían a prueba no quedaba en ninguno. Hasta que consiguió el ofertón de su vida y con él, al hombre que le trastocó los sueños que, sin quererlo, se convirtió en el amor de su vida también.