1. Primer encuentro

1679 Words
17 de enero de 2017, Lily nunca olvidaría esa fecha. Aquel día su sueño de convertirse en periodista fue destruido por el hombre más cruel e insensible que pudiera existir sobre la faz de la tierra, así describía ella a Patrick Adams. Después de recibir aquella noticia, Lily buscó por cielo y tierra a la única persona responsable de aquella tragedia que trastocó sus planes. Miles de correos y llamadas, ninguno sin respuesta. Sería expulsada por culpa de ese infeliz que le arruinó los planes. Ahora, se encontraba en su habitación, lo suficientemente amplia para ella desplazarse y hacer lo que le diera la gana. Aquella recámara era de color turquesa con gris, con amplios ventanales con vista a la ciudad, a lo que antes eran las Torres Gemelas, una cama cómoda donde ella soñaba a diario con el día en que pudiera verle cara a cara y gritarle el odio que tanto profesaba sentir por él. En una de sus paredes, colgaba un juego de diana con la foto de Patrick en el centro. Allí pasaba sus días, además de compartir con sus amigas de la infancia Gina, Camille, Mindy y Ashley, con quienes creció y ha compartido tanto. Dormía profundo, no tenía responsabilidades dado que el último trabajo que tuvo fue de cajera en Queen Spa, una tienda exclusiva para mujeres, donde todas las neoyorquinas adineradas acudían para darse un merecido descanso. Sin embargo, tuvo que renunciar, dado que, su jefa Christine Hale, quien también coordinadora de recursos humanos, tenía un jodido carácter. A todo lo que Lily le preguntaba, Christine le respondía con monosílabos y eso le reventaba, tanto que se obstinó y decidió no continuar. Christine parecía encantada con la decisión de Lily, le dio cincuenta dólares por el día y ella se marchó, indignada. Aunque le reclamara, no tendría más que eso. Sabía que debía buscar otro trabajo, si es posible que le permitiera ejercer su carrera. Se levantó a eso de las ocho de la mañana, cuando ya la luz del sol rayaba en lo fastidioso. Las cortinas se levantaban con la brisa fría que entraba por la ventana. Se cepilló, se recogió el cabello y se cambió de ropa. Esa mañana no desayunaría en casa, usaría los cincuenta dólares para comer en la calle como la niña rica que sería luego. Gina, Camille, Mindy y Ashley hicieron acto de presencia en su casa, todas vestidas y arregladas. Lily les preguntó si tenían planes de salir y el por qué no la habían incluido, ellas dudaron en contarle a donde iban porque no querían hacerle sentir mal, pero la verdad es que las chicas se dirigían a un evento de exalumnos de la universidad. Lily se sorprendió. —¿Por qué no me lo han dicho? —Perdón, Lily, es que…—Gina se trabó al hablar, no sabía como decirle que al evento iría nada más y nada menos que su tormento—. Escucha, hoy habrá un orador para ese evento y será… —Será Patrick Adams —soltó Camille sin remordimiento alguno. El rostro de Lily se transformó en un verdadero poema—. ¿Ves? Justo por eso no te podíamos decir, sabíamos que te molestarías. Lily —Todo bien, chicas, de verdad. —Lily les sonrió, ellas no creían, sabían que fingía—. A ver, todo bien, de verdad, iré con ustedes. Quiero ver hasta donde es capaz de llegar cuando le diga... —¿Cuándo le digas qué, Lily? —habló Mindy. —Sí, ¿qué le piensas decir? —intervino Ashley. —A ver, chicas, ustedes saben lo que voy a decirle, lo de mi beca por supuesto… —Lily no mostraba más que diversión y confusión por la actitud de sus mejores amigas. —No cometas una locura, cariño —le recomendó Gina, la más sensata de las cinco chicas. —Niñas, debo hacerlo, —les aseguró Lily con una sonrisa y una idea cruzando por su mente—. Tengan por seguro que ese Patrick no sabe con quién se ha metido y se arrepentirá. Las chicas, poco convencidas, no le dieron más resistencia a Lily. Ella se arregló y pocos minutos después salieron rumbo a la universidad. En el camino conversaban de forma amena. Mientras tanto Mindy en su cabeza se hacía una película entera de lo que podría pasar si su amiga Lily y el famoso Patrick se encontraban. Cuando llegaron a la universidad, Lily estacionó el auto y bajaron. Una de las chicas, Ashley, notó la presencia de un carro excesivamente lujoso. Se preguntaron entre sí si ese era el auto de Patrick, Lily se grabó muy bien la placa del vehículo, ya se le ocurriría algo luego. Una de las profesoras salió del auditorio y al ver a Lily se emocionó. Le pidió un momento para hablar, ella miró a las chicas y ellas captaron el mensaje. Las cuatro entraron al auditorio, Lily quedó afuera con la profesora. Ella le manifestó que existía la posibilidad de que pudiera graduarse. —¿De verdad? —preguntó Lily emocionada, sin salir de su asombro—. ¿Cuál? ¿Van a dar las becas otra vez? El rostro de la docente se transformó, era de pesar. Ella quería poder darle la mejor de las noticias con respecto a las becas pero la realidad era otra y se lo dijo. La verdad era que no se iba a solucionar —Lily, el tema de las becas no se va a solventar, eso ya fue una decisión y no se puede cambiar —le explicó—. Ahora, para que te puedas graduar, la única forma es que pagues la matrícula. —Profe, cuando apliqué a la beca no es porque no tuviera dinero, sino porque mis papás no querían que yo estudiara periodismo. —Hizo una pausa y respiró profundo antes de continuar—. Ellos no están de acuerdo con mi elección y si se enteran de que las becas fueron suspendidas, de inmediato me querrán meter en sus negocios y no quiero eso, ¿si me entiende? —Le explicó Lily, aquello fue un vómito verbal que salió de sus labios. La profesora la miraba atenta, con pesar porque Lily fue de las mejores estudiantes que ella pudo tener. —Lo lamento, Lily, de verdad. Es una pena que no puedas continuar. —No, ¿sabe qué? Yo voy a resolver, no se preocupe. Pero de que me gradúo, me gradúo. Eso es un hecho. —Un estudiante salió del auditorio con toga y birrete, Lily lo miró con ilusión—. Son los de periodismo, ¿cierto? —La profesora asintió a la vez que se levantaba para acudir con los graduandos. —Bueno, Lily, me agradó mucho verte. Espero puedas solucionar y si es así, aquí estaré para ayudarte. —La profesora le dedicó una sonrisa, Lily le respondió con una sonrisa forzada y una vez que quedó a solas, comenzó a llorar por la impotencia. Gina, que la andaba buscando desde hacía rato, la encontró sentada en el banco, llorando. Se preocupó de inmediato y acudió a ella para abrazarla. Gina no le preguntó nada, dejó que su amiga se desahogara. Recordó de momento cuando le conoció de nombre. Aquella citación en la oficina del decano Bolton para informarle que las becas fueron suspendidas, esa noticia trastocó sus planes por completo y cuando supo quién era el responsable, quiso tenerlo cara a cara y ahorcarlo por arrebatarle sus sueños. Entró al auditorio donde se encontraban los exalumnos para el evento. Allí, la encargada de la actividad dio unas palabras y luego invitó al orador a pasar al escenario. Cuando Patrick Adams hizo su entrada triunfal, las cinco chicas quedaron mudas, impactadas. Lily quedó boquiabierta, los lentes se le bajaron y Gina que estaba a su lado, se percató de ello. Le cerró la boca, las dos se miraron pero ella estaba más nerviosa de lo que le gustaría admitir. Patrick dio su charla motivacional con toda la seguridad del mundo, Lily le lanzó comentarios intentando sabotearle el discurso pero él se mantenía firme. Cuando finalizó, todos salieron y él salió tras ella pero no logró detenerla. —Chicas, ¿a dónde vamos hoy? Hay mucho calor, se antoja como un helado, ¿no quieren? —propuso Lily, con una sonrisa en el rostro. —Ay sí, se antoja un helado, ¡vamos! —exclamó Gina, agitando sus manos sobre su cuello—. ¡Este calor es terrible! —Yo quiero es un café. —habló Mindy, todas la miraron y se echaron a reír. Las dos subieron al auto, Lily seguía nerviosa. No podía creer que tuvo cara a cara al responsable de que sus sueños fueran cancelados. Las chicas le preguntaron si estaba bien, ella aseguró que así era con una sonrisa. En el camino, tararearon algunas canciones de la radio, algunas de Rihanna, Sia y Britney Spears. Eran las dos de la tarde cuando las chicas entraron a la heladería. Cada una pidió su sabor favorito, luego Lily pidió de chocolate. Durante la salida, las chicas la animaron a buscar otro trabajo, ella se convenció de hacerlo, lo necesitaba para poder seguir adelante con sus sueños. Nadie le quitaría la oportunidad de graduarse, de convertirse en una de las mejores periodistas de la ciudad y del país. Al caer el atardecer, las chicas decidieron que era hora de regresar a casa. Lily accedió, ya era demasiado tarde, casi las siete de la noche. Dejó a cada una de las chicas en sus respectivas casas y regresó al apartamento con la idea de buscar un trabajo grabada en la mente. Patrick, mientras tanto, se encontraba en su oficina coordinando las entrevistas del día siguiente, enojado y alterado consigo mismo. Desde el último incidente que tuvo con su asistente, que derivó en el despido, ha trabajado por su cuenta y requería de alguien que le ayudara a realizar el trabajo lo más pronto posible. Llevaba semanas buscando y hasta ahora no había conseguido a la indicada.
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