CAPÍTULO 5

2081 Words
Capítulo 5: Almas gemelas. El sonido de mi despertador me indicó que tenía que levantarme para ir a la escuela. Aunque en realidad ya estaba despierta y solo había estado observando el techo. Solté un suspiro y me levanté de la cama con menos ánimo que otros días. Tomé la ropa que planeaba usar y me metí a la ducha. Una vez estuve lista tomé mi mochila y abrí la puerta de mi habitación para salir. Pero justo en ese momento sentí un escalofrío y una clase de ansiedad empezó a recorrer mi cuerpo. Tenía un presentimiento de que algo iba a pasar en este día. Pero decidí ignorar ese sentimiento. Bajé las escaleras y me encontré con mi padre que una vez me miró sonrió con melancolía. —Buenos días, hija. —Buenos días —le respondí son una pequeña sonrisa. Apreté los labios y le señalé hacia afuera— ya me tengo que ir. —Cierto —asintió— yo también. Caminé hacia mi auto y tomé el camino hacia el instituto. Una vez entré al instituto caminé hacia donde estaban mis amigos enfrente de unos casilleros conversando. Los saludé y por inercia desvié la mirada hacia los pasillos donde miré a Jace, este me devolvió la mirada accidentalmente, le sonreí pero el solo desvió la mirada ignorándome por completo. Apreté los labios y me puse a pensar que tal vez era lo mejor. No quería encariñarme con otra persona y que al final le ocurriera algo por mi culpa. Caminé en dirección a mi casillero y lo abrí para tomar el libro que necesitaba para la próxima clase. En eso sonó la campana de la escuela y todos corrieron apurados a entrar a los salones. Yo comencé a buscar mi libro con tranquilidad hasta que me di cuenta de que los pasillos quedaron completamente solos. Bufé con cansancio pensando que llegaría tarde a la clase. Una vez encontré el libro que necesitaba lo guardé en mi mochila, cerré el casillero y colgué mi mochila sobre mis hombros. Una extraña sensación me rodeó por completo, como si alguien me observara. Con cautela empecé a mirar a mi alrededor y me sorprendí cuando a un metro de mi se encontraba un chico que me observaba con misterio. Pegué un brinco del susto pegándome a los casilleros. Con algo de vergüenza me reí, ya que tal vez el solo iba pasando y yo empezaba a pensar que me estaba vigilando. —Lo siento… —solté algo nerviosa— yo… bueno tu… me asustaste. Se cruzó de brazos y empezó a acercarse lentamente hacia donde yo estaba al mismo tiempo que yo retrocedía. Aunque no fue más que un solo paso por que estaba muy cerca de los casilleros. —¿T-te conozco? —tartamudeé. Creí que él se detendría, pero no lo hizo, continuó acercándose hasta que estuvo a tan solo unos centímetros de mí. Colocó su mano a un lado de mi cabeza para sostenerse con los casilleros y yo tragué saliva. —Aun no… —habló con una voz grave y profunda que resonó en mis oídos. Tragué saliva. Su rostro era tan perfecto. Tenía unas cejas gruesas y oscuras. Una mandíbula cuadrada que lo hacía lucir atractivo. Sus ojos… Sus ojos eran tan azules. Ojos azules… Pensé. Y a mi mente vinieron los recuerdos de aquel chico que me había empujado a los casilleros la otra vez. Abrí los ojos con sorpresa y lo golpeé en el pecho intentando alejarlo, pero no se movió ni un centímetro. Mi corazón se aceleró unos segundos y un atisbo de miedo recorrió mis ojos. El frunció el ceño y juraría que había visto un destello de culpa en su rostro que en un segundo desapareció. Acercó su mano a mi rostro y yo traté de alejar mi rostro de él, pero el chico solamente movió unos mechones que tapaban mi rostro y los acomodó atrás de mi oreja. Su toque me hizo sentir tan tranquila que por un momento quería quedarme así como estaba por horas. Pero entonces mi cabeza volvió al planeta tierra. —Mate… —lo escuché decir. Fruncí el ceño y no pude decir nada por que en segundos se alejó y desapareció.   *** —Sentí que la semana duró una eternidad —se quejó Eli. Íbamos caminando hacia afuera del instituto ya que las clases habían terminado ya que era viernes. Nos detuvimos a hablar en el estacionamiento mientras los novios de mis amigas se dignaban a aparecer. —Concuerdo —le siguió Micka— menos mal ya se acabó. Oigan —cambió de tema— recuerden estar aquí para la bienvenida a las 7 pm. Ni un minuto más, ni un minuto menos. ¿Okay? —Okay —respondió Eli. Yo no respondí por que estaba pensando en lo que había ocurrido en la mañana con aquel chico raro que irrumpió por segunda vez en mi espacio personal como si fuera mi novio. Sus ojos azules eran un misterio. No tenía idea de quien era ya que no lo había visto en el instituto. Pensé que tal vez me estaba volviendo loca y tal vez lo había imaginado todo. —¿Qué dicen si antes de la bienvenida vamos a tirarnos de un acantilado? —comentó la pelinegra, Eli, fruncí el ceño al oír semejante estupidez. Levanté la mirada con el ceño fruncido y observé como Micka y Eli me observaban con una ceja en alto. —¿Qué? —pregunté algo distraída. Amabas soltaron un bufido y se empezaron a reír de mí. —¿Quién ocupa tus pensamientos señorita? —preguntó Micka y la pelinegra sonrió y asintió siguiéndole el juego. Un sexy y apuesto chico de orbes azules. Pensé. Sacudí mi cabeza después de escuchar esas palabras y decidí confundir a mis amigas. —¿Quién ocupa mis pensamientos? O ¿Qué ocupa mis pensamientos? Ambas se miraron con confusión y me devolvieron la mirada. —¿Qué significa la palabra mate? —pregunté con confusión mientras en mi libreta trataba de escribir la palabra. Ambas observaron los garabatos que hice en la libreta intentando escribir la palabra que estaba en inglés. Meitt… Mait… Mate… —Oh… —habló Eli. Tal vez es la última. Y tal vez se pronuncia así como se escribe y tu lo estás pronunciando en inglés por equivocación.— Es Mate como Efecto Mate en las pinturas de uñas. Negué con la cabeza. —No… estoy segura de que se pronuncia en inglés. Una idea vino a mi cabeza y me metí en el traductor en mi celular y busqué la palabra Mate. “Compañera” (Femenino.)  “Compañero” (Masculino.) —¿Compañera? —pregunté al aire— ¿Mate significa Compañera? —Mate significa compañero de vida, o mejor conocido como Soulmate que significa alma gemela. —contestó la voz de una chica. Fruncí el ceño al verla. Era una chica rubia de piel blanca y ojos azules que me miraba con una sonrisa. Su rostro se me hizo algo familiar que me hizo ladear la cabeza. —¿Qué no te enseñaron a no meterte en pláticas ajenas? —preguntó Micka con molestia y ella solo se rio. —Me dio gusto conocerte Alex. —un sonido se empezó a escuchar y nos dimos cuenta de que era su celular. Ella contestó y antes de hacer algún otro movimiento volvió a hablarme— Nos vemos pronto. —acercó su celular a su oído— Si… los estoy buscando… ¿En dónde están? Y se fue rápidamente de donde estábamos. —¿Por qué demonios le dijiste eso Micka? —preguntó Eli con sorpresa. —Perdón, es que tengo un resentimiento hacia las rubias. Ahora vi como dos rubias se acercaban a mi novio y puede que ella sea una de las que andaban coqueteando con mi novio. —No creo que sea de esta escuela, nunca la había visto. —comentó la pelinegra. —Eli, es nuevo año y están llegando nuevos estudiantes —le respondí— además como sabría mi nombre si no estudiara aquí. Ella asintió comprendiendo. *** Una vez llegué a casa, fui directo a tomar una ducha, puesto que ya eran las 4 pm y la bienvenida sería a las 7 pm.        Cerré la puerta de mi habitación y coloqué música en mi computadora para escuchar canciones mientras me daba una ducha larga y relajante, para luego ponerme una pijama cómoda mientras me arreglaba el cabello y el rostro. Empecé con el maquillaje, utilicé una sombra oscura y un delineador para darle un acabado ahumado, arreglé mis cejas con un color similar a ellas, que por cierto, mis cejas eran un poco gruesas. Luego apliqué un poco de base y corrector para luego aplicar el polvo. Después de eso encrespé mis pestañas, les puse un poco de máscara para pestañas y para finalizar apliqué un labial de tono claro y un poco de rubor. Luego de que terminé, me decidí continuar con mí cabello. La canción Perfect de Ed Sheeran sonó en la habitación haciéndome sonreír y que empezara a tararear mientras conectaba el secador de cabello. Sequé la poca humedad que aun quedaba en el y pasé a rizarlo con el rizador para darle un poco de volumen. Cuando terminé fui directo por la ropa que usaría y los zapatos. Ya solo me quedaban 10 minutos. Tocaron a la puerta de mi habitación, así que dije un “adelante” en voz alta para que la persona que se encontraba afuera lograra escuchar. Mi padre se asomó por la puerta, para luego abrirla por completo mientras se recargaba en el umbral de la puerta. —Alex, quería avisarte que voy a salir al instituto, tengo que ir a una bienvenida que presentaran unos alumnos con una orquesta. También quería saber si te gustaría... Mientras él hablaba, yo fui directo a mi armario para tomar mi vestido y unos tacones negros muy elegantes. Él se detuvo de hablar. —Wow... ¿Vas a algún lado? —A la bienvenida precisamente —el levantó una ceja— el hermano de mi mejor amiga tocará en la orquesta y ella quiere que vaya. Él sonrió de lado melancólico. —¿No extrañas tocar? —preguntó. Lo que me descolocó unos segundos haciéndome tragar saliva. Cuando encontré las palabras hice todo mi esfuerzo para no tartamudear. Negué con la cabeza. —Yo… no he pensado en tocar. Ni siquiera he entrado al estudio de la casa donde tenemos el piano —susurré y mis ojos se empezaron a cristalizar así que parpadeé repetidas veces. —Lo lamento, no debí mencionarlo... —No —le interrumpí— no te disculpes, solo tenemos... Tengo —me corregí— que superarlo. Pensar en mi madre me entristecía. De alguna manera me deprimía. —Bueno. Iré a cambiarme. Asentí avisando que haría lo mismo. Una vez cerró la puerta me deshice del pijama, tomé mi vestido y lo coloqué sobre mi cuerpo para luego tomar mis zapatillas, pero antes de ponérmelas, acomodé todo el desastre que había dejado, porque sabía que cuando llegara a casa, sería muy tarde y estaría muy cansada como para acomodar todo. Al final acomodé mis zapatillas sobre mis pies para terminar mi vestuario. Tomé un pequeño bolso que combinaba con el vestido y guardé mi celular y un par de cosméticos por si necesitaba un retoque. Salí de mi habitación y bajé las escaleras donde me encontré a papá con un traje de color n***o muy elegante. —Te vez preciosa —sonrió con orgullo, yo solté una pequeña risa provocando que saliera aire de mi nariz. —Gracias —solté. El me dio un gran abrazo y yo se lo correspondí algo confundida. Estaba muy sentimental estos días. —Quiero que siempre recuerdes que te amo y que te adoro —comentó, yo asentí— espero y puedas perdonar la actitud que tuve en un pasado, en serio lo lamento. —No te disculpes —negué— yo debo de disculparme, tengo que comprender que para ti también fue difícil y yo solo pensaba en mí y en nadie más. El me volvió a abrazar más fuerte y no pude evitar que unas lágrimas salieran de mis ojos. Las limpié con sumo cuidado. —Nunca olvides lo mucho que te quiero, tampoco olvides lo mucho que tu madre te adoraba, y jamás olvides quien eres. —sonrió. Tomó mi mano y con la otra dejó algo sobre mi mano. Era algo frío que se coló por mis dedos. Había dejado un hermoso brazalete de oro que me era muy familiar. —El brazalete de mamá —susurré, pero estaba segura de que él me había escuchado. En ese hermoso brazalete relucían las palabras más hermosas que siempre escuché a mamá decir. "Esperanza, amor y libertad." Ella siempre decía esas tres palabras, fue por eso que decidieron ponerlas en la inscripción de su tumba para que siguieran formando parte de ella. Aunque el brazalete había sido alterado un poco y la "V" de Verónica resaltaba a un lado de las tres palabras. —Ella siempre quiso que lo tuvieras, —Edward interrumpió mis pensamientos— eso lo sé, antes de... morir me dijo que este brazalete tú lo heredarías, porque su bisabuela, su abuela y su madre lo tuvieron, ella ya lo tuvo, solo faltabas tu. Por suerte no se lo llevó cuando fue a Francia o habríamos perdido un gran recuerdo de ella. Asentí y el ayudó a ponérmelo. Me quedé callada observando el brazalete y el me ofreció que me fuera con él en su auto y yo acepté. Seguía con la misma sensación. Algo va a ocurrir.
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