Volvió a sonar, mi corazón volvió a latir. Me acerqué y lo tome entre mis manos temblorosas. De un solo los suspiros, y decidí que era tiempo de contestar: en cuanto lo hice las palabras temblorosas resonaron por mi garganta.
—¿Como... cómo conseguiste mi número?
—Lo lamento, no quise asustarte. Es que tenía mucha ansiedad de conocer tu voz.
—La verdad que sí me has asustado, ¿acaso me espías? ¿quieres que te bloqueé? —fui directa.
—No... por favor no me bloquees. Confía en mi... —suplica.
—¿Por qué confiaría en ti? ahora no sé si toda estas fotos que me has enviado, todo eso que me has dicho es mentira o es verdad.
—Solamente tienes que confiar en mí.
—Yo no confío las personas, además has conseguido mi número en contra de mi voluntad. Hubiera sido más fácil pedírmelo.
—¿Me lo hubieras dado caso?
—No...
—Ahí tienes mi respuesta.
—De igual forma, solamente jugamos a través de la página. No hace falta sacarlo al exterior. Además sabes de mi vida, no puedo poner a mi pequeña familia de ese modo.
—Quiero saber...
—¿Qué cosa?
—Quiero saber tu nombre.
—Lo tienes en la página.
—¿De verdad? No creo que te llames: la niña sexy.
—No te lo diré ¿por qué tendría que decirte mi nombre? —quise saber confundida.
—De esa manera podría preparar todo para casarnos.
—Me estás mintiendo, no me casaré contigo. Además no quién se casaría con alguien como yo. Estoy separada, ni siquiera tiene apellido mi bebé y es una pequeña que ni siquiera llega al año. Yo la estoy criando, y lo peor es que estoy en esas páginas porque no me queda otra.
—Ya... no te estoy juzgando como al contrario me pareces una mujer increíble, y luchadora. Solo te pido que me des la oportunidad de entrar en tu vida demostrarte que no soy igual a todos los hombres.
—Con el tiempo tal vez te diga mi nombre, o seguramente lo podrías averiguar.
—Por favor mi niña como no seas duro conmigo.
—En primer lugar.¿Por qué tanto apuro para casarte?, si no me dices la verdad yo tampoco cederé un poco.
—Es que... cómo bien sabes soy bastante joven: como en las películas hombres como yo, empresarios y de buen porte les exigen presentar una esposa ante la sociedad.
—Eso es muy del siglo 18 —comenté.
—Puede ser, pero es lo que me exigen. Necesito una esposa. Yo no confío en las personas, no confío en ninguna mujer: la mayoría sé cómo es que solo va a quererme por mi dinero y eso no me convence.
—¿Y cómo sabes que yo no te querría por tu dinero?
—Porque sé que no eres así.
—¿Piensas conocerme? tal vez te estás equivocando de persona.
—Puede ser, pero de igual forma necesito una...
Di un sonoro suspiro. Tomo el teléfono y denuevo, decidí hablar.
—No lo sé francisco. Además no sé si te llamas en realidad Francisco.
—Me llamo de ese modo. No tengo necesidad de ocultar mi verdadera identidad, sinceramente me da igual.
—Puedes... puedes ir soñando porque no te diré mi nombre real.
Me encogí de hombros.
— Entonces lo adivinaré.
—Intenta pues —comete divertida.
—Te llamas Melisa.
—No ni cerca.
—Te llamas: Samanta.
—Menos.
— Camila, Briana, Benjamina.
—¿Existe ese último nombre? — quise saber.
—No se: Belén, Estefanía, Natalia, Roberta.
—Mi nombre es más común de lo que piensas.
—Sino me lo dices, yo no podré saber.
—Cuando te conozca en persona, te lo diré —comento sin dudar.
—Entonces ¿me quieres conocer en persona? —dice coqueto.
Puse los ojos en blanco y le dije:
—No lo sé, ¿ahora puedo volver a mi vida y que me dejes de hablar?
—Está bien, Estoy ansioso por escribir contigo.
Corté, no quería tener de nuevo una conversación con el. Aunque a decir verdad: por primera vez en mucho tiempo mi corazón latía desenfrenadamente.
Mi piel como estaba erizada, los vellos se inclinaban hacia arriba como esperando que alguien los pudiera aplastar en una caricia.
Suspiré como cerré los ojos y me sentí por primera vez deseada, me sentía hermosa como que alguien como él se fije en alguien como yo.
Había salido a caminar, me agrada del parque quedaba cerca de el vecindario. Vivía en una pequeña casa, la cual era un bonito ambiente para criar niños a decir verdad. Aunque era pequeña, me parecía sumamente comoda.
Estaba muy feliz, día a día me sentía que todo lo que hacía valía la pena. El parque, tenía el césped recién cortado y el aroma el mismo no podía faltar. Las flores, estaban en su máximo apogeo danzando de un lado al otro al compás del viento.
En cuanto me senté en una banca desgastada: al parecer ha sido de color blanca. Mire mi alrededor. Emma se encontraba en el carrito jugando con sus propias manos. Empecé a girarla para que pudiera observar los juegos, aún era muy pequeña para introducirla en la hamaca. Aunque ella le agradaba a observar colores. Siempre que veníamos a este sitio ella observaba de un lado al otro y se reía.
Suspiré, empecé a sacar un par de fotos más, sé que era muy tierna. Después decidí sacarnos ambas juntas. La saco del cochecito y la sostuve en mi regazo. Era una niña muy inteligente, empezaba a hacer fuerza para sentarse sola. Su cabello dorado y sus ojos claros me miraban con atención.
Llevo puesto una blusa, con algunos colores y a ella parecía gustarle. Estira sus manos gorditas, y empezó acariciarme el pecho. Aquello, me dio cosquillas y empecé a reír. Ya pronto pude observar de reojo una chica que se sentó a mi lado junto al lado de ella había un niño que correteaba de un lado al otro.
No parecía tener mucho edad, más bien uno o dos años.
—Tu niña es muy hermosa —comentó.
—Gracias, Supongo que ese niño que anda correteando es tu hijo verdad —quise saber.
—La verdad es que sí, acaba de cumplir dos años y parece que descubre un mundo nuevo desde el momento que empezó a caminar.
—¿A qué edad empezó a caminar? —quise saber con curiosidad.
—Al año y cinco meses. Al principio estaba un poco asustada, Aunque el pediatra me dijo que podía caminar tranquilamente hasta los 2 años, la verdad es que me pareció un poco tarde y yo hacía todo lo posible para que caminara pero no lo hace ya era un vago. Ahora no hay quien lo pare.
—Se ve que es un niño muy sano y divertido —comenté.
—La verdad es que como ya ves es bastante inquieto. Hay que vigilarlo todo el tiempo para que no se mande alguna macana. Yo soy una vecina de por aquí ¿tú dónde vives? —quiso saber con curiosidad.
—Yo vivo a unas cuadras también cerca de una casita que hay.
—Todos vivimos en una casita —comentó divertido.
—Lo sé, es que no sé muy bien cómo indicar la dirección —comenté divertida.
—Así, la verdad es que las calles entre entrecruzadas son bastante confusas. No sé muy bien cómo decir dónde vivo cuando encargo algo para que me llega a domicilio.
— Ay sí a mí me pasa igual. Las calles No se entienden muy bien la numeración.
—La verdad es que no, aquí voy seguido la verdad es que sí me encanta este pequeño parque.
—Mi marido quería que viniera a pasear juntos, dice que me la paso muy encerrada.
—Bueno al menos tienes a alguien que se preocupa por ti —dije con una sonrisa triste.
—Oh estás... están solitas ¿verdad? —dijo en un susurro.
Me puse a imaginar si me casara con Francisco, no diría que estoy solita.
—Sí, al principio fue bastante duro.
—Pero yo las veo bastante feliz a las dos, se nota que eres una excelente madre.
—Gracias, muy amable en serio. Pues al principio: fue bastante difícil como te venía diciendo, pensaba que no iba a poder sola. Pero cuando la tuve, todo en mi cambio. Mi cuenta que debía hacer lo posible para mantenerla a salvo. Aunque estuvieras sola.
— Yo veo que lo haces muy bien, y ahora tienes una nueva amiga que soy yo.
—Sería increíble, estoy sola como no tengo amistades.
—Eso se acaba desde este momento: dame tu teléfono que te pasaré mi numero.
—Está bien.
Le cedió el teléfono, ella enseguida anotó su número en el mío.
—Si quieres tomar unas tazas de té, avísame cómo podemos ir a mi casa o a la tuya. Como quieras y si no podríamos hacer un mega picnic en este sitio no te parece —comentó emocionada.
—Si como me encanta la idea decir verdad. Me alegra haberte conocido punto diálogo a mí también.
Las dos nos quedamos en el silencio mientras observamos a su pequeño hijo.
Después de observarlas un poco más, era tiempo de ir a bañar a mi pequeña. La saludé con la mano y ella me responde al saludo. En cuanto llegue a la casa después de caminar a unas cuadras: encendí la bañera con el agua caliente empezó a caer hasta llenar la. Después de dejar a mi bebé limpia, iba a ponerle su perfume su talcos, se quedó dormida. Al parecer le gustaba que la consintiera, y eso me parecía divertido.
Parecía una pequeña niña en un spa. Había puesto una toalla alrededor de su pequeña cabeza y tenía una toalla que le rodeaba el cuerpo.
Después de cambiarla y ponerle su pijama junto con su pañal la acoste.
Era casi de noche, el día había pasado con una velocidad indescriptible. Me vi a mí misma al espejo, suspirando. Por primera vez había conocido una persona que podría llegar a ser mi amiga, eso me emocionaba de igual manera.
Después me fui a bañar yo. Aunque a pesar de hacerlo siempre intentaba tener la puerta abierta ante cualquier inconveniente.
Han habido varias veces que tenía que salir corriendo desnuda, cuando mi bebé se despierta. Me gustaría tener la ayuda de alguien, cuando ella mencionó que la esperaba el marido, todo en mí como que se oscureció.
Yo estaba sola como no había nadie que me recibiera con alegría en el hogar puntos no había nadie nunca, que me pudiera servir desayuno o decirme que me quería punto me sentía triste y sola coma a pesar de eso me puse a pensar que tal vez tendría que aceptar la propuesta de Francisco.
Tomé el teléfono con las lágrimas alborotadas en mis ojos. Mis mejillas estaban sonrojadas, pude verme el reflejo de un aparador. Suspiré, de un largo y sonoros Suspiro Hasta que el teléfono empezó a sonar avisando que estaba llegando una llamada puntos lobby confusa, era demasiado casualidad que el momento que yo quisiera llamar llamar.
— Hola Francisco.
—¡Que rápido! ¿acaso estabas esperando mi llamada? —comentó coqueto.
—Está bien, pensé en tu propuesta.
—Está bien, dime qué has decidido...
Después de decidir la propuesta, empecé a leer:
¡Tú, malo!
No lo sabía con exactitud, pero ese preciso momento todo cambiaría. Lo que no sabía: era qué tan jodida era la cosa. Tampoco tenía con certeza, que yo rompería mi corazón de alguna manera.
Estaba caminando por los largos pasillos, quería verte. Sabía que te tocaba una de las clases de avanzada, yo no era tan inteligente por lo cual esa clase no estaba contigo. Al llegar a los primeros peldaños del escalón, te pude ver: tenías puesto el uniforme de la escuela con tu corbata y tu camisa siempre blanca, tu cabello siempre estaba lacio pero se descontrola con facilidad con el viento.
Al acercarme, qué se levanta mi mano para saludarte. Ya te habías ido, dejándome con la mano suspendida en el aire y las palabras nuevamente atoradas en mi garganta.
Al ingresar a mi salón, puede verse de soslayo a Matías,"uno de mis compañeros que siempre me miraba en las clases". Aunque desde pequeños, siempre había intentado tener la posibilidad de molestarme. Por lo cual en ese momento, mi mayor ventaja era estar en el medio: pudiendo ignorar;así su mirada.
Al llegar la profesora, comienza a explicar qué va a ver, una especie de encuentro con las otras escuelas. Aquel suceso, me entusiasmó junto con mis amigas. Tenía dos, una se llamaba: Giss y la otra Cam.
Mi nombre era Emma, una persona comun, enamorada del mismo chico desde que era una pequeña de tu 4 años. Habíamos ido juntos al jardín, pero nunca habíamos tenido una conversación.
Estaba emocionada, sabía que la próxima hora pasaría una de las cosas más interesantes: el entraría por esa puerta y tendría una de las clases con él. Aunque él siempre se sentaba lejos de mí, Eliseo particularmente era un chico bastante serio.
Tal vez eso era lo que le llamaba la atención, a muchas de las chicas que iban a la escuela. Suspiré, apoye mi rostro en mi mano izquierda. Aprovechaba poder observar cada ángulo, aunque desde mi posición solo podía ver su oreja.
Pero incluso su oreja me parecía algo magnífico, una creación salida de otro mundo.
Mi amiga, me observo por el rabillo del ojo. Se acercó a mí y me dijo,"¿En qué momento dejara de pensar tanto en el?".
En parte tiene razón, nunca había visto a otro chico que no fuera él. Incluso con mis dieciocho años de edad, solo había sido el en toda mi vida.
Al terminar la clase, camino informe de simulada para poder verlo unos metros más. El camina de espaldas a mí, podría tener una vista magnífica de su trasero; Pero lo que más me interesaba era ver su sonrisa aunque sea unos segundos más del día.
Estaba tan pérdida de mi tarea de espía, que no me di cuenta que el se había detenido y girado. Me quedé en shock, no esperaba que él se girara. Por lo general siempre lo seguía por toda la planta baja, hasta llegar a la de arriba y luego me alejaban. El mismo abrió su boca y me habló. Yo miré confundida hacia atrás pensando qué tal vez le habla a otra persona, por lo que seguí mi camino y él tomó mi mano.
—¿Por qué me sigues siempre?.
Lo miré completamentelo miré completamente confundido y aterrada, no pude decir nada y en su lugar me fui corriendo. Al llegar a la vuelta de la escuela, tomé mi pecho como temiendo que se me escapé el corazón.
¿Por qué tenía todos aquellos sentimientos por el?
Él nunca me ha hablado en toda mi vida, pues yo siempre había añorado aunque sea una vez sentir el contacto de su piel.
Tenia el corazón latiendo con tanta velocidad, sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.
Puedo ver una figura conocida acercarse ami: Matías. Me vio algo preocupado: no sabía cuál de las opciones eran, tal vez que estaba roja como un tomate o porque tenía la cara brillante de transpiración.
Me preguntó si estaba bien, lo cual le respondí que sí y me alejé.
La mañana siguiente: me encontraba saliendo de mi casa. Tú justamente salías, en tu auto blanco y extravagante. Pero ni siquiera me miraste, solo seguiste tu camino y yo fui derecho a la parada el colectivo. Mientras esperaba un auto color azul, se está haciendo frente de mí.
—Te llevo bonita.
—no se te ocurra decirme así de nuevo, y subiré las veces que quieras —contesté y puse los ojos en blanco.
—¿Enojada, por qué tú príncipe azul ni te miro?
—¡Qué te importa!—espeté.
—Ya, lo siento.
—No sabía que tenías auto —lo miré confundida.
—Siempre tuve —me dijo, mientras doblaba.
—¿Y por qué siempre andas en colectivo?,¿Caro el combustible? —interrogué con una risita.
—Queria... Quería aprovechar la oportunidad de ir en colectivo contigo, parece tonto pero quería eso —contestó.
—Oh... —emití,por alguna razón eso me hizo sonroja.
"¿Hace tanto calor?"
Cuando llegamos a la escuela me bajé sin decir ninguna palabra, camina en dirección a nuestro salón pero no lo espere. No quería que el resto de las personas piensa en algo erróneo.
Me senté en el mismo lugar de siempre junto con mis amigas, Cam y Giss.
—¿Te trajo Matías? "
¿Tan rápido van los rumores?