Cuando era la noche, todo esos nervios habían disipado. Más que nada, porque básicamente ya todo había pasado junto. Me encontraba, con mi pequeña hija, entre mis brazos. La misma, se había quedado dormida después de que la había acostado.
Estaba convencida, de que todo esto es una locura. Pero no tenía otra escapatoria, además de mi vida no había hecho más que enfrentarme a ciertas cosas.
En este momento esto era una de esas. Trago saliva, sintiéndome bastante cohibida de todo. Tenía que volver a empezar y era algo que poco a poco empezaba a cerrarme.
No sé muy bien por dónde empezar con... y básicamente no quería empezar desde el principio.
En ese momento, mire con algo de nostalgia mi ropa colgada perfectamente, al igual que la de mi bebé en el mismo placard.
No sabía dónde viviríamos, no sabía si todo esto era para peor. Al ver mi alrededor, me doy cuenta qué tal vez mi mundo era pequeño, pero nel básicamente era feliz o eso siempre había querido pensar.
Pero, con el paso del tiempo me había percatado de que no era verdaderamente feliz.
Siempre sentía que algo me faltaba, Y en este momento no era la excepción. Mire con bastante dolor, hacia el frente.
Dándome cuenta que a pesar de todo, tenía el corazón completamente extraño. Mire con extrañeza, hasta que finalmente, todo se volvió oscuro y me fui a dormir.
Al día siguiente, al parecer teníamos una cena de beneficiencia.
Yo tenía que asistir, pero lo haría con mi bebé. No iría a ningún lado sin ella. Escucho el timbre, y al asomarme por la puerta puedo darme cuenta de que se trata del mismo chico del otro día.
—Correo para la señorita.
—Gracias —dije simplemente y después de darle propina el se marchó.
Había una caja grande, la cual apenas entraba entre mis brazos: de color blanca y con un bonito listón de color rosa.
Nunca había recibido algo tan bonito como eso. Así que con algo de confusión le saqué la tapa, y pude ver el papel.
La acaricie con bastante cuidado entre mis dedos, y después me di cuenta de que había un poco de tela de color rosa. Estire la tela y me doy cuenta que se trata de un vestido. Es hermoso, tiene volados en la parte de adelante y la parte de atrás es abierta.
Sonreí sin poder evitarlo, y abajo hay unos bonitos zapatos cómodos. Junto con una nota:
"Espero que te guste, creo que... Soy el hombre más afortunado"
Me sentía, en las nubes. mire con una sonrisa el bonito vestido, Y de pronto volvió a sonar el timbre. Confundida con Emma me acerco a la puerta la abro y veo el mismo chico pero con una caja básicamente igual.
—Lo... lamento, esta casa también era para usted.
Asiento feliz, y cuando lo abro me doy cuenta de que es básicamente el mismo vestido, pero en un talle de bebé.
No puedo evitar que mis ojos se llenan de lágrimas por ese gesto tan tierno. Me encuentro las nubes, y no sé si en algún momento pueda caer, y me con la realidad.
Ahora estaba volando, en las nubes y había ignorado durante todo el día, la página donde vendía mis fotos.
Sentía que ya no me hacía falta, y ahora me sentía muy feliz.
Cuándo se hizo la noche, ya me estaba preparando, me había ondulado el cabello, y me había hecho un peinado dejando algunos bucles suelto.
Me sentía bastante bonita y como una princesa mi hija, ya la había bañado ya tenía puesto su hermoso vestido. Aunque de igual forma, y tuve que poner un babero porque ella va vos ya va mucho.
El timbre sonó, y cuando fui a abrir me encontré con Francisco, tenía puesto un hermoso traje de color n***o coma con una camisa y una corbata juego con mi vestido.
Ese gesto, no logro más que enternecer reir.
Me sentí feliz por eso breve minuto, y me sentí como una princesa.
—Gracias —dije con una sonrisa tímida.
—De nada, a partir de ahora eres mi mujer te mereces lo mejor. Rectifico.... se merecen lo mejor.
No pude evitar más que a sentir, sentirme verdaderamente contenta.
Acepte su mano, Y juntos nos dirigimos hacia una hermosa limusina de color n***o.
Yo llevaba entre mis brazos a Emma, y Francisco tenía entre sus manos con el bolso de bebé: está un poco desgastado. Aunque yo lo había comprado nuevo al igual que todas sus cosas.
Pero no había tenido el tiempo ni el dinero de poder comprar nuevo bolso.
Francisco no dijo nada, era bastante sencillo y humilde para ser millonario. Siempre subí por la limosina, y él se sentó enfrente.
De vez en cuando miraba de reojo a mi bebé punto a la cual estaba dormida, había estado despierta durante toda la tarde, jugando con broches mi maquillaje como cuando con distintas cosas.
Hasta que finalmente se quedó dormida, eran las 9 de la noche cómo era su horario de descansar.
—Se ven hermosas —dijo y añadió:— ¿puedo sacarte una foto con la bebé..? —pregunto y por primera vez vi un sonrojo le ven sus mejillas.
—Claro —dije con una sonrisa.
El saco su teléfono y nos sacó una foto a las dos.
—¿Y sino sacamos los tres..? — propuse con las mejillas sonrojadas de la vergüenza.
—Sería la foto más bonita —dijo yo no pude evitar sonreír. Y derretirme ante sus palabras.
Nos tomamos un par de foto a los tres y no pude evitar sentirme feliz. Cuando llegamos, nerviosa.com a pisar suelo, al menos tenía unos zapatos de tacón bajo y en ese momento no podía sentirme más feliz.
Trago saliva, dándome cuenta de que sar del tiempo de la distancia cómo me encontraba con los nervios a flor de piel
Miro de reojo. Puedo ver que básicamente todo a mi alrededor es de un color bastante extraño. No puedo llegar a entender, porque a veces las cosas pasan de esa manera.
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