—Está hecho —avisa en cuanto su llamada es recibida.
—¿De verdad? —La dulce voz de Frida se escucha emocionada.
—Si, oficialmente soy libre —acepta con menos animo del que pensó que tendría.
—Es la mejor noticia que me has dado cariño —salta al otro lado del teléfono—. ¿Cúando puedo mudarme contigo?
—Cúando tu quieras, puedes ponerte de acuerdo con Mario, el organizará todo.
—¿Estas bien cariño?, te escuchas desanimado, ¿es por... ?
—Todo está bien, solo fue un día pesado, necesito descansar, nos vemos mañana en la empresa.
—Entonces descansa mi cachorrito.
—Dios... —después de tomar un baño se deja caer pesadamente sobre la cama vacía, misma que ocupó tantas noches para dormir con Emilia.
—Se acabó —se repite asi mismo pensando que fue lo correcto pero con un sentimiento de derrota y fracaso —. ¿Cómo pudo terminar asi? —a su mente llagan los recuerdos de los momentos felices que vivió junto a su ahora ex esposa.
*** Años atrás
—Este será nuestro comienzo — sonríe Emilia tomada de la mano de Adrián, ambos viendo la fachada de su negocio de paqueteria.
–Siento que es demasiado arriesgado —reconoce el joven besando los nudillos de su novia.
—Si lo es, pero estamos preparados, sé que funcionará.
—Ni siquiera nos hemos graduado.
—Pero somos los mejores, no dudes que tendremos éxito, confía en nosotros —pide recostando la cabeza en el hombro de su novio.
—Debe funcionar, tenemos que pagar el crédito al banco.
—Descuida, en menos de un año habremos pagado la deuda.
—No me equivoqué —suspira Adrián.
—¿De qué hablas? —Emilia se separa algunos centímetros para ver a su novio.
—De ti, no me equivoqué en hacerte mi novia, eres la mujer más dulce e inteligente que podría existir —acaricia la mejilla de la linda jovencita.
—No es lo que otros opinan, todos dicen que soy fría.
—Solo en apariencia, en el fondo eres un ser dulce y amoroso.
—¿De verdad lo crees? —mira a su novio con amor.
—Por supuesto, me alegra que solo yo conozca tu lado tierno, soy privilegiado al tenerte.
—Todos los jóvenes de nuestra edad tienen... Ya sabes. ¿Seguro no te terminarás cansando de mi? —pregunta con timidez.
—De ninguna manera —la toma del rostro con ambas manos—. Ya lo hemos hablado, si quieres esperar al matrimonio esta bien, esperaré contigo y te respetaré, yo te amo a ti.
—Eres maravilloso, gracias por comprenderme y no presionarme con ese asunto.
—No tienes nada que agradecer, ya habrá tiempo para eso, solo faltan unos meses para la graduación y nos casaremos en cuanto nos graduemos.
—No hay nada que anhele más que ser tu esposa.
—Pasaremos el resto de nuestros días juntos.
—Así será.
***
—No vale la pena seguir pensando en eso — se dice en medio de la madrugada, los pensamientos no lo han dejado dormir, incluso culpabilidad, su cabeza esta llena de ideas intrusivas —. Fue mi culpa, no darme cuenta de su frialdad, creer que seríamos felices, creer que una vez casados tendríamos sexo como una pareja normal, que idiota fui.
Emilia tampoco puede dormir, pocas veces ha llorado siendo adulta, pero esta vez no puede retener sus sentimientos como tantas veces lo ha hecho en su vida, como su madre le enseñó, ser fuerte y no mostrar debilidad para que otros no se aprovechen de tu vulnerabilidad.
—Mamá tenía razón todos los hombres son iguales, se guían solo por sus instintos y el sexo es lo que los motiva. Adrian resultó ser uno más, falso y promiscuo, jamás debí creer en él —se reprocha dando vueltas en la cama al mismo tiempo que recuerda las palabras de su madre.
—Lo sé mamá, no tienes de que preocuparte —suspiraba apenada de hablar de un tema que se le inculcó como prohibido—. Solo es para procrear.
—Sé que tu lo sabes, pero Adrián es hombre y ellos...
—No mamá, él es diferente, él me quiere y por eso me ha respetado.
—Los hombres siempre quieren más, no se conforman con unas cuantas veces, entre más cedas, más va a querer, tienes que ser firme para que no te convierta en un objeto se... Ya sabes a que me refiero.
—Eso no pasará, Adrián es respetuoso y lo seguirá siendo.
—No quiero que te conviertas en una mujer sin valor, en una mujer que cede a los instintos de su esposo, una mujer débil. Te eduqué para ser fuerte, independiente, para que nada ni nadie te doblegue, no puedes por ningún motivo estar debajo de tu esposo.
—No lo estaré— asegura con suficiente convicción, con el mentón levantado y esa mirada altiva que la caracteriza.
—Recuerda, la intimidad alimenta el ego del hombre pero merma el de la mujer. Jamás permitas que se aproveche de ti, de tu cuerpo, no le dejes saber que puede dominarte y tenerte cuando quiera.
—No lo haré, Adrián jamás estará por encima de mi, llevaremos un matrimonio a la par.
—No le dejes ver debilidad, que jamás te vea vulnerable.
—No soy débil mamá, así que jamás me verá vulnerable.
—No olvides mis palabras, por eso tu padre se fue, siempre quizo más, no le fue suficiente una sola mujer, así que consiguió amantes y al final se largo porque lo confronté. Cuando Adrián comience a buscar otras mujeres, es mejor que finjas no saber.
—No podría permitirlo, jamás podría fingir mientras él me engaña.
—Tendrás que hacerlo si quieres un matrimonio tranquilo, es la única manera, de lo contrario se irá como lo hizo tu padre.
—Adrián no lo haría, él es honesto y respetuoso, no tendré que fingir no ver sus infidelidades.
—Eso crees ahora, yo también lo creí, pero el tiempo me dará la razón y es cuando tu debes ser más fuerte. Ahora, debes salir, el juez espera.
—Acepto —pronunciaba Adrián viendo los ojos grises que lo tenían realmente enamorado.
—Acepto —respondia Emilia con serenidad, casi de manera inexpresiva pero con un amor profundo igual que el de su ahora esposo. Sellando así un matrimonio que no sería feliz por mucho tiempo.