consumar

1200 Words
En un hotel de cinco estrellas la pareja se abraza y baila con una melodia que solo está en la cabeza de ambos, Emilia quien ahora lleva un vestido blanco que le llega a la mitad de los muslos baila con la cabeza sobre el hombro de Adrián. —La boda fue perfecta, pero me alegra que haya terminado, fue un día muy cansado. —Lo sé, pero ahora al fin estamos solos. —Una semana fuera es demasiado, no deberíamos desentendernos tanto tiempo de la empresa. —La empresa marcha bien, todo está bajo control, no pensemos en trabajo, al menos no esta noche —responde besando el cabello de Emilia. —Me es tan difícil no pensar en el trabajo, nos ha costado tanto establecernos que siento que en un descuido podríamos perder lo que hemos construido. —No perderemos nada, nuestra empresa está bien establecida ya somos reconocidos en el mercado, una semana sin nosotros no perjudica, además, tenemos los teléfonos y computadoras aquí. —Tienes razón, lo hemos hecho bien, nada saldrá mal por una semana —responde abrazada por los fuertes brazos de Adrian —Ahora lo importante es consumar esta unión —sonríe y la aprieta más hacia su cuerpo. —Adrián, estoy nerviosa —confiesa alejándose unos centímetros para verlo a la cara. —Lo sé, pero no tienes porque estarlo, somos solo tú y yo. —Sabes que todo esto es nuevo para mi, no tengo experiencia. —Tranquila, iremos despacio, seré cuidadoso —él comienza a besarla y a deslizar el cierre del sedoso vestido. —Espera, apaga la luz —pide interrumpiendo el apasionado beso. —Como tú digas —sin soltarla, avansa los pasos necesarios para llegar al interruptor y apaga las luces dejando la habitación en completa obscuridad, apenas si se distinguen las siluetas, vuelve a besarla, pero esta vez con delicadeza, sutilmente baja el cierre del vestido y este cae a los pies de ella, quien de un delicado paso sale de la prenda, ella se abraza los pechos para no sentirse desnuda pero su esposo la toma de los brazos y la hace volver a abrazarlo. —Más despacio Adrián —pide incomoda por la nueva experiencia. —Solo concéntrate en mi, no pienses en nada más que en tu esposo —sin despegarse demasiado de Emilia, se desviste totalmente, la potente erección roza la piel de la jovencita asustada. —No, espera, yo lo hago —detiene la mano que pretendía quitar la única prenda que queda en su cuerpo, la fina tanga de encaje —Vamos debajo de las sábanas— Una vez cubierta por la sabana, desliza la tanga por sus piernas y sorpresivamente Adrián se mete a la cama y se posiciona encima de ella haciéndola detener el aire con nerviosismo. —¿Qué haces? —pregunta sorprendida. —Emilia, se que eres virgen, pero ahora somos esposos, es normal que tengamos sexo en nuestra noche de bodas. —Eso lo sé, pero quiero que seas delicado. —Lo estoy siendo —responde con menos paciencia que antes—. Será un poco doloroso, pero una vez que te acostumbres el dolor desaparecerá y sentirás placer. —¿Cuánto se supone que durará ese dolor? —Supongo que algunos minutos, confía en mi, concéntrate y será más fácil. —Bien, lo intentaré —suspira resignada “el placer solo lo sienten ellos" las palabras de su madre llegan en el momento menos indicado. —Te amo —Adrián lleva su m*****o a la entrada de su esposa, teniendo más de cuatro años de novios, se siente desesperado, euforico, impaciente por poseerla, por obtener más que un delicado beso como los que usualmente se daban, perdiendo un poco de control, se adentra en ella en un solo movimiento. —Ahhh— Emilia se queja y su cuerpo se pone en completa rigidez, estaba tan nerviosa y asutada que no logró lubricar lo necesario, incluso Adrián sintió incomodidad al hacerlo, pero ya estaba dentro, ya estaba sintiendo la calidez de la joven que ahora se convertía en mujer. —Lo siento —se disculpó repartiendo besos por el rostro de ella, pero ella ya no estaba, ella solo sentía ardor, solo se concentraba en que esa primera vez fue tal como lo decía su madre, dolorosa, desagradable y nada placentera—. Solo relajate y el dolor pasará, me moveré despacio para no lastimarte. Emilia solo cerró los ojos y su cuerpo se ocupó en soportar el dolor, más no en disfrutar, su mente se condicionó a resistir y esperar a que el acto termine. 2 días después, el dolor no cesaba, aún había sangrado y Adrian empalidecia al escuchar las preguntas de la doctora del hotel a través de la puerta. —¿Estas segura que no fue una violación? —Estoy segura, solo estuve con mi esposo una vez. ¿Qué es lo que tengo?, ¿Acaso no es normal el dolor? —No lo es, siempre hay dolor la primera vez, incluso podría haber gotas de sangre, pero lo tuyo es un desgarro, por eso el abundante sangrado, niña, debiste haber sentido un gran dolor.—suspira la doctora antes de continuar —podemos ayudarte, ahora mismo puedo pedir que suban guardias y te resguardan hasta que llegue la policía y... —¿La policía?— Emilia se sorprende —No, ya le dije varias veces que no fue violación, solo necesito algo que me quite el dolor. —Está bien, no te alteres —la doctora ha sido muy amable y hasta siente un poco de lastima por Emilia —te mandaré analgésicos y antibióticos para prevenir infecciones pero debes evitar tener relaciones al menos pr dos meses. Y así fue esa primera vez de ellos juntos, la peor experiencia para ella y una semana donde Adrian no paraba de disculparse por haber sido tan brusco. Los meses pasaban y las noches placenteras eran escasas, Emilia siempre poniendo pretextos y Adrián desesperado por que su vida s****l comenzara realmente, como tanto lo deseaba, sin embargo solo él lo deseaba, ella tenía esa creencia arraigada que el placer solo lo sentían los hombres, a ella ya no le dolía como la primera vez, pero tampoco lo disfrutaba, no se dejaba ver desnuda, pocas veces Adrián pudo verla en su máximo esplendor, solo cuando entraba sin tocar a la recamara o cuando la destapaba durante el acto, aunque siempre terminaban igual, ambos enojados, ella por sentir que invadía su privacidad y él por sentir que su esposa no se entregaba por completo. Más meses transcurrieron y el sexo no mejoraba, él no se resignada y ella no le permitía obtener más, todo le parecía innecesario, todo le parecía grotesco o antihigienico, la única vez que dejó que su esposo acercara el rostro a su v****a lo terminó empujando, alegando que eso era aberrante, ni que hablar de que ella usará sus labios para darle placer, la sola idea la hacia sentir como una de las mujeres que venden su cuerpo y que por dinero hacen lo que el hombre les pida, así que para ellos, el buen sexo estaba fuera de alcance.
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