Erick, estaba recogiendo los huevos para su madre, estaba de rodillas intentando apartar una gallina que con desconfianza le picoteaba la mano, el dolor era mínimo comparado con la pena que le causó ver los ojos de Alexia y la desilusión en su mirada. De forma automática completó la canasta con una docena de huevos y al incorporarse vio que su pantalón estaba estropeado y cubierto de paja, entonces pensó que debía buscar en el cuarto su vieja ropa y ver si aún le quedaba. Estando en el establo miró por última vez al caballo que montó la joven, se acercó y le tocó la cabeza antes de salir del lugar. No podía dejar de pensar en Alexia y en su breve encuentro, habían muchas cosas que debían conversar y esperaba que ella creyera en sus palabras.
El abogado estaba por entrar a la cocina cuando se detuvo al escuchar parte de una conversación.
— Tranquila, no debes seguir derramando más lágrimas por él —dijo su madre—. Él es mi hijo, pero tú eres mi pequeña y no permitiré que te haga sufrir.
— Gracias, pero no lloro por él, lloro porque lo odio, me lleno de ilusiones para desaparecer por completo de mi vida y ahora vuelve como si nada, diciendo que fui importante, que intentó seguir con lo nuestro, cuando todos sabemos que eso es mentira.
— Lo sé, pero no pierdas el tiempo pensando en el pasado, ve a cambiarte que ya es hora de almorzar.
— Tienes razón, pensar en lo que pudo ser y no sucedió, no tiene sentido.
Erick estaba sorprendido porque su madre apoyaba a una desconocida en vez de a su propio hijo, así que molesto entró a la cocina y depositó la canasta sobre una mesa. Él no era ningún mentiroso, solo debía encontrar el momento para que la verdad salga a la luz.
— ¡Aquí tienes tus huevos! —dijo y salió del lugar sin siquiera mirar a su madre.
Malhumorado se dirigió al cuarto de invitados, se quitó el saco del traje y lo arrojó sin cuidado en la cama, entonces comenzó a revisar algunas cajas que estaban caratuladas con la etiqueta ROPA y lo primero que encontró fue una vieja campera de jean, que había sido su preferida por años, y se la coloco con una bella sonrisa en sus labios, apreciando el gran tesoro que había descubierto, tenía un poco los codos desgastados, pero le quedaba perfecta, emocionado, siguió revisando, y vio unos jeans negros, sin perder tiempo se despojo de los pantalones que traía puesto quedando en boxer, cuando la puerta se abrió de repente y Alexia entro entonces al verlo desnudo se dio vuelta ocultando sus mejillas sonrojada de la impresión y dijo
— Lo siento, no quise ser grosera, ni mucho menos incomodarte, sigue en lo que quieras que estabas haciendo —comentó con dificultad —. Solo vine a avisarte que el almuerzo está listo.
— Descuida, no es para tanto, solo me estoy probando mi antigua ropa —explicó dejando el pantalón de jean en la cama y acercándose solo en boxer y con su campera preferida —. Además no es necesario que te gires, ya me has visto antes.
—¡Idiota, eso era diferente! Éramos niños, nadar en el río no cuenta —se giró y lo miró a los ojos y luego descendió la mirada inspeccionando el cambio en el cuerpo de Erick y para su mala suerte estaba más guapo y sexy que en las fotos de internet.
— Pero lo recuerdas, quiere decir que fue importante.
— Solo son recuerdos de la infancia, nada más.
—¿ Y sí te invito a nadar y creamos nuevos recuerdos?—se acercó y sus ojos se detuvieron en la boca de la joven donde sus labios palpitaban nerviosamente.
— ¡Solo en tus sueños! —respondió retrocediendo unos pasos, entonces controlando su voz le advirtió —. Será mejor que te apresures y dejes de actuar como un tonto, tu padre acaba de llegar y no le gusta esperar a nadie y menos al hijo prodigo.
—Hay cosas que nunca cambian y para que sepas, nunca fui su hijo preferido y eso que soy el único que tuvo —dijo con tristeza.
— ¡Solo apúrate!
— De acuerdo.
Alexia salió del cuarto, sintiendo una opresión en su corazón, siempre supo que la relación de Erick con su padre era pésima, pero ahora estaba aterrada de saber cómo él tomaría las novedades que la familia les tenía preparada.
En el comedor su padre estaba sentado en la cabecera de la mesa, su madre a la izquierda y Alexia a la derecha, lo que le sorprendió porque ese había sido su lugar asignado desde que nació.
— ¡Cariño, ven toma asiento a mi lado! —dijo la madre animada palmeando la silla.
— Gracias.
—¡Pero miren lo que trajo el mal tiempo! ¡Nada más ni nada menos que el actor de Hollywood!—comentó el padre de manera sarcástica y comenzó a reír.
—Jhon, por favor no comiences a pelear —suplico Corin mirando a su esposo.
— Cariño, no peleo, solo me sorprendo de tener una celebridad en mi humilde casa.
— Hola papá, siempre es tan agradable volver a casa y ver que soy recibido con tanta alegría —dijo Erick cerrando el puño con fuerza.
— ¡Si no mal recuerdo te dije que está ya no era tu casa!
Erick se puso de pie y miró a su padre.
— Sí lo recuerdo y también me quedó muy en claro que no querías que regrese, sin embargo lo hice porque mi madre me llamó, no volví por ti o tu estúpido cumpleaños, volví por ella.
—¡Basta, no discutan! —gritó Alexia entonces miró con tristeza al hombre parado frente a sus ojos —. Erick, él es tu padre ten un poco más de respeto. Es un hombre mayor, por Dios, acaso no tienes consideración. ¿ No sabes lo valioso que es tener a tu padre contigo?
— ¡¿Consideración, por que tendría que tener consideración?, Es solo un maldito!
— Sea como sea es tu padre, ¿ No sabes lo valioso que es tener a tu padre contigo?
— Nunca estuvo conmigo, siempre fui un error en su vida—gritó —. Por eso me alejo de todos ustedes.
—Te fuiste solo, nadie te echó o te dijo que te alejaste de nosotros —dijo Alexia.
— Él lo hizo— señaló a su padre con desprecio y luego con un poco de calma le habló con sinceridad—. Te juró que por años te envíe cartas, todos los meses sin falta escribía — la observó con los ojos cristalizados—. Por años escribí a esta maldita casa, esperando una respuesta pero él se encargó de pedirle a la agencia postal que me devuelva cada uno de los sobres. Ni siquiera podía llamar a mi madre hasta que le envié un celular con la señora Flemin y desde entonces nos hemos comunicamos.
—Jhon ¿eso es cierto? ¿Él escribió?—preguntó Alexia con los ojos cristalizados y mirando a su tutor.
— Erick, tomó la decisión de irse de esta casa y seguir un sueño absurdo que no lo llevó a nada —bebió su vino tinto y lo miró con odio—. Soy un hombre de palabra, le di un ultimátum y él eligió salir por esa puerta sin mirar atrás.
— ¡Solo responde! ¿Erick escribió si o no?—dijo Corin sorprendida por lo que se acaba de enterar, su esposo le había ocultado esas preciosas cartas y su corazón está a punto de romperse en mil pedazos entonces gritó desesperadamente — ¡Jhon solo responde, carajo!
— Mamá, su silencio lo dice todo, claro que escribí, claro que intente volver a mi hogar, pero él siempre encontró un modo para alejarme de Montana.
Erick miraba desafiante a su padre, quería demostrar que no era un maldito que se había olvidado por completo de su familia, pero necesitaba que Jhon Smith al fin confiese que se interpuso en sus intentos de regresar a su hogar.
—Cariño, eso no importa, a nadie le interesa lo que tenga para contar en unas estúpidas cartas, así que las envíe de regreso —dijo Jhon—. Es un fracasado, que ni siquiera logró lo que deseaba.
— Te equivocas, logre mucho más de lo que tú crees—respondió dejando la servilleta sobre la mesa y salió del comedor.
Corin miró como su hijo una vez más discutía con su padre, y sus ojos se llenaron de lágrimas, las diferencias entre ellos eran irremediables y su familia era un fracaso.
— ¡Bueno, ahora que ya no hay personas indeseables en la mesa vamos a comer, tengo mucha hambre! —comentó Jhon mirando el exquisito almuerzo que había preparado su esposa.
— Con su permiso, se me quitó el apetito —se disculpó Alexia y salió del lugar.
— Muy bien, solo quedamos tú y yo —le sonrió a su esposa.
— Te equivocas, te quedas solo y más vale que arregles este desastre, no pienso seguir alejada de mi hijo por otros diez años y solo por seguir a lado de un viejo testarudo —se levantó y le tiró la servilleta en la cara.
Jhon suspiró resignado y mirando lo grande y solitaria que era la mesa, sintió remordimiento por lo que acaba de suceder, nunca había visto a su esposa tan feliz como en los últimos días, cuando Erick le confirmó que vendría a la fiesta de cumpleaños.