Cruel Destino

El día es lluvioso y oscuro, el silencio fúnebre se cuela por cada rincón de la habitación. ─Su ropa señor. ─dice Miriam entrando en la habitación. Una gran habitación, cuatro paredes al estilo victoriano, cortinas antiguas, pero impecables, cubren las enormes ventanas. Sobre la cama, un elegante y sobrio traje mate oscuro, un saco y un pañuelo del mismo color. ─Gracias. ─suelta más como un suspiro con un vaso corto, con licor en el, da un último trago. ─¿Hay algo más en lo que pueda ayudar? ─pregunta con suma tristeza. Lo ve con pijama, despeinado, con ojeras tenues, con una fotografía en su mano hecha puño. ─No, asi esta bien. ─responde tomando la botella de ron y dando un gran trago, sin voltear. Sin más que decir, camina a la ducha, deja caer su salida de baño y deja caer el agua sobre su cabeza, abre la boca dejando salir una especie de gruñido antes de golpear la pared con fuerza dañando su mano. Esto lo ha escuchado Miriam, quien cubre su boca con ambas manos dejando salir unas lágrimas pegada a la puerta. ─¡¡Joder!! ─grita fuertemente dejándose caer sobre el suelo. Se escuchan los gritos de dolor desde la ducha, Miriam quien es la única que está cerca, camina por un largo, elegante y antiguo pasillo. Rosas blancas adornan los pasillos, al llegar a la cocina muchas personas de servicio están allí, todas visten de luto, la tristeza tiene cuerpo en el lugar, toman un par de copas y salen de allí. ─¿mi hermano va a bajar? ─se acerca Anton a Miriam. ─no lo se, señor. ─dice con suma tristeza ─Sufre mucho, señor. ─dice secando una lágrima que cae por su mejilla. ─lo siento, yo... ─No tienes que disculparte, lo entiendo. ─dice y sale de la cocina. Al llegar a un gran salon, Samuel, Jack, Leo, Cristian, y Marcus están allí, a su costado, Rachel, y un par de conocidos están acompañándola. ─¿Alejandro está bien? ─pregunta Jack, acercándose a su hermano. ─¿Donde está, iré con el? ─dice Renata apenas va llegando. ─Vendrá cuando desee. ─dice Anton con frialdad. Jack se acerca a ella y la toma del brazo ─Vete, sabes que no eres... ─Ni creas que lo dejaré solo. ─dice molesta. Samuel la mira con recelo, Leo toma la mano de Cristian y se miran entre ellos, ella no puede evitar mirarlos con odio. ─Dale su espacio ─interviene Marcus acercándose neutral. ─no necesito que nadie me diga que hacer. ─mira a Anton ─apenas me enteré, deje la pasarela y vine, no me puedes correr de este lugar. ─dice. ─Lo siento, pero a lo único que él pidió fue que no estuvieras presente. ─dice señalando la salida. ─No creo que él haya pedido eso. Que sea él quien me lo diga. ─dice indignada. ─¿Acaso se te olvida todo lo que causaste? ─se acerca Leo molesto. ─Que seas gay y te avergonzaras de salir del closet, no es mi culpa. ─dice molesta. ─Como puedes ser tan... ─Vete al demonio. ─mira a Anton. ─quiero ver a Alejandro, quiero... ─Está en la habitación principal del tercer piso. ─se acerca Rachel fulminando con la mirada a Anton. ─Él no quiere verla. ─espeta Anton molesto. ─Y yo no quiero escándalo en esta casa. ─dice molesta saliendo al jardín. Fuera, sutiles lazos mate rodean la gran mansión. Renata va por la mansión furiosa, hasta llegar a la puerta principal, logra ver la habitación en la que Rachel le ha dicho que está Alejandro, cuando se le cruza Miriam. ─quítate ─dice, sin detener su paso. Miriam se atraviesa y se mantiene firme, esperando que Alejandro salga antes de tener que confrontarlo. ─Que te quites ─dice levantando la mano para abofetearla. ─¿qué crees que haces? ─dice Anton al ver la confrontación. Alejandro sale de la ducha aun algo ebrio, mira a su alrededor, mira su mano y se le hace tan familiar. Recuerda el momento en el que él y Evelyn estaban aquella madrugada en la pileta de aquel parque. Abre y cierra su mano un par de veces, al abrir su mano y girarla cierra los ojos por un segundo y puede sentir las manos de ella tocar su mano. Sus añorados recuerdos se ven interrumpido por Renata y todo el escándalo que causa fuera, lo que lo enfureces. Escuchar la voz de su hermano y la pregunta con tono de reclamo, lo hace enfurecer aún más. ─Quiero verlo, quiero que él sepa que estoy aquí, si no quiere verme, que sea el que me diga si quiere verme o no. ─confronta a su hermano. Alejandro molesto por haberlo sacado de sus tan añorados recuerdos, toma la botella de licor, da un trago más y lanza la botella de licor contra la pared con tanta fuerza que esta explota haciendo un ruidoso estruendo. ─Si eso no es una respuesta, no sé qué más quieres. ─dice Antón y Renata se queda perpleja. ─Yo lo amo. ─dice dejando su orgullo a un lado. ─Está dolido y lo sabes, pero a la última persona a la que quiere ver es a ti y menos en este momento. ─aclara. ─El va a olvidarla, ella no era tan importante ─dice molesta, dejando su orgullo a un lado. ─Perdió a la mujer que amaba y a su bebé por tu culpa, y crees que aunque la olvide, ¿crees que el quiere algo contigo? ─pregunta indignado. ─El no la amaba, y claro que la olvidará, el solo está molesto conmigo ─asegura tratando de acercarse a la puerta necia. ─Deja a mi hermano llorar su pérdida, o me veré obligado a pedirle a seguridad que te acompañen a la salida. ─dice acercándose amenazante. ─Estaré abajo, pero no me pidas que me vaya ─dice casi como súplica. ─bien, pero aléjate de esta habitación, nadie entrará aquí. ─dice señalando en dirección por la que ha llegado. Tanto como la pierden de vista, se giran entre sí. ─Dime, que tan mal está ─pregunta Anton. ─Todo lo que paso, la manera en que todo sucedió y sentirse solo... señor, mi corazón sufre al verlo. ─Sus ojos empiezan a humedecerse. ─Es muy injusto como paso todo. ─dice suspirando. ─Lo sé, y entiendo su dolor, pero no podemos influir en él, no importa lo que yo diga, su dolor va a estar ahí. ─dice frotando sus manos en su rostro.