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Flores de Sangre: Rudá

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Blurb

Algunos nacen bañados de luz, pero Rudá nació bañado en la oscuridad, luego fue bautizado en sangre, no solo en su sangre. Y la oscuridad lo abrazó. Él es uno de los ejecutores de la mafia americana. Su alias es sombra oscura (la sombra negr@).

No teme a los enemigos, no teme al dolor y es capaz de bañarse en la sangre de aquellos a quienes caza. Sin embargo, Rudá teme el toque de Rayra. Ella es la mujer más hermosa que el ejecutor ha visto, la única capaz de amar, pero las pesadillas sexu@les que atormentan sus noches lo hacen desear mantenerse alejado.

Mientras tanto, Rayra deja claro para todos que: El ejecutor es mío.

¿Está Rudá listo para iniciar una relación? Siendo que el toque es la llave que abre la puerta secreta de los demonios que habitan en su interior.

Cuando el amor ya no se puede contener, cuando el deseo ya no se puede reprimir, Rudá debe elegir si se envuelve en los brazos de Rayra, si permite que la dulce chica convierta las pesadillas en nuevas experiencias o sigue viviendo sin saber qué es tener una mujer en sus brazos.

Si elige el camino de los brazos de Rayra, deberá contar las pesadillas que ha vivido... Y lo peor, Rudá tendrá que revelar quién es realmente, los secretos tendrán que ser revelados. Y el jardín de flores de sangre estará completamente descubierto.

Texto original: https://www.dreame.com/story/2425117184-flores-de-sangue--rud%C3%A1

Autor: Ária Martins

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1.Prólogo
La sangre corría en el suelo, desde que Rudá recordaba, la sangre estaba en sus manos, su sangre y la de otros, tuvo que bañarse en sangre muy temprano para seguir vivo. Nunca fue un niño, incluso cuando su edad decía que lo era, porque su inocencia fue arrancada muy temprano, con dolor, con castigo y con todo lo que un niño no debería ver, pero él lo vio y eso rompió algo dentro de él. Rudá se abrió camino en las calles muy temprano, y en la calle quien no derramaba sangre sufría. Ahora estaba a salvo, era un hombre, pero los recuerdos de la infancia traumática todavía tenían poder sobre él. (...) En ese momento, Rudá estaba en el sótano, era el sótano de la mafia y se encontraba en el condominio americano. Era uno de los ejecutores de la organización, no fue un cargo compulsivo, fue algo casi natural. Eso era tan cierto que había un hombre colgado, condenado por traición y por abusar a su propia hija durante dos años. Xavier, el jefe de la organización, estaba sentado fumando un cigarro y bebiendo vodka como si estuviera viendo una película en la televisión. El pelo de Rudá estaba teñido de rojo, el rojo que tanto conocía. Algunos soldados se sentaron de espaldas a la punición, porque no soportaban ver lo que ocurría en el sótano, y ninguno de esos soldados era santo, más bien al contrario. Sin embargo, la sangre y la pesadilla que vibraba en las venas de Rudá iba más allá de lo que cualquier hombre comprendía. (...) Durante mucho tiempo no supo qué era el cariño, la protección o incluso dormir en una cama. Era solo un ser desamparado y rechazado. Los recuerdos lo dejaban en total oscuridad. Los enemigos e incluso los soldados americanos lo llamaban —La Sombra Negra—. El hombre colgado parecía un muñeco. (...) El celular del jefe sonó, era la señal que el jefe necesitaba partir, y mandar a Rudá a detenerse, o podría lastimar a uno de los soldados que lo llamara. Xavier apagó el cigarro. —RUDÁ... Continuó con el cuchillo, como si jugara con un osito sin fuerzas, pero era un hombre. Un hombre de carne y hueso, pero un pedófilo, que abusó de su propia hija, parecía una mala señal en esos casos, pero los abusos ocurrían a diario, algunos de ellos nunca se descubrían, porque los niños no tenían el coraje de contar, los niños también eran abusados, y Rudá lo sabía. Él vio, pero no quería haber visto, no quería... El jefe lo llamó una vez más. —RUDÁ es una orden. —Jefe... —Es una orden, termina. Tu tiempo se acabó. Los ojos de Rudá eran una mezcla de vacío y locura. Incluso Xavier sabía que Rudá era peligroso para los hombres sin alguien a quien obedecer. Y por suerte tenía a Estefano y Helena a quienes obedecía ciegamente, de lo contrario ya habría enterrado a varios soldados. Rudá era una confusión. Uno de los hombres le entregó una toalla y se alejó. —¿Limpiamos el desastre, jefe? —No. Mañana el desayuno de cada hombre de la organización será aquí. Los soldados novatos deben subir el tatami con Rudá. Preparen una mesa. Y el soldado que no venga, dormirá la próxima noche en el sótano con el cuerpo y lo limpiará solo. —¿Incluso el desayuno de los más jóvenes? —Sí. Es una advertencia de que ninguno de mis hombres piense en convertirse en pedófilo. Rudá aún sostenía el cuchillo. —Jefe, no he terminado. —El hombre prácticamente está muerto, Rudá. ¡Basta! En la tribu donde Rudá pasó su primera infancia, el chamán contaba la historia del escapelamiento de los enemigos... Y él recordaba, aprendió por sí solo a escapelar... era un guerrero sádico, pero lo era. Alguien se acercó por detrás para ofrecerle agua a Rudá para lavarse los brazos, fue estrangulado y arrojado al suelo. Xavier dio una orden. —Los dos quietos. Rudá estaba listo para empezar una pelea, el soldado se quejó: —Solo quería ayudar, jefe. —Ya se le advirtió que no se acerque a Rudá. Rudá, hora de irte a casa. Rudá depositó el puñal a los pies de Xavier. —Tu tía Helena te espera. Eso pareció despertar a Rudá. —He vuelto. —¿Vas a entrar a casa así? —No. Voy a ducharme en el antiguo apartamento de tu yerno. Si llego a casa así, tía Helena me regañará. Salió del sótano. Rudá se duchó en el apartamento del otro ejecutor de la mafia, y luego salió a correr para tranquilizarse. Los recuerdos giraban en su mente, fuerte, dolorosos y la rabia burbujeaba. Todavía podía oler el licor, el cigarrillo y la sangre, sangre, incluso las flores blancas del lugar donde creció tenían sangre, y no era poca sangre. Corrió hasta que los recuerdos lo olvidaron, porque no era él quien olvidaba, no lo era. Todo eso estaba más vivo que su propio corazón, la sensación solo no era más grande que el amor que sentía por Rayra. Un soldado pasó a su lado y se apartó de su camino, como si huyera del demonio. Los hombres sabían que no debían quedarse mucho tiempo en su camino, y todo empeoró en los últimos meses. Estaba casado. Ser tocado era su peor pesadilla. Su suerte era que Rayra no sabía ser tu esposa. Habían forjado un matrimonio para que ella estuviera segura, pero ahora Rudá necesitaba dejar de huir como un cobarde, este era el único momento en que la cobardía lo visitaba, matrimonio, contacto físico y sexo. Cuando era niño, arrancaba los hilos de su propio cabello para calmarse, como adulto arrancaba el cuero cabelludo de sus enemigos. Nadie tenía idea.... de lo que vivió y vio... Solo su tío Estefano sabía quién era él, nadie más lo conocía, nadie más sabía su verdadero origen y cómo el mal corría por sus venas. Solo era humano con su familia, en el resto era el animal que su pasado forjó. Rudá corría por el condominio como si huyera de su pasado. De hecho, hacía una semana que huyó de Rayra con todas sus fuerzas, salía a las 5:00 de la mañana y regresaba sólo cuando la casa estaba en silencio. Amaba a Rayra desde que tenía quince años, pero no sabía cómo decirle que estaban casados. Fue a casa. Entró silenciosamente, pero la chica de cabello n***o y una belleza que nunca había visto en ningún lugar estaba sentada en la puerta de su habitación. Rayra era su esposa y tendría que contarle. Inmediatamente controló su humor. Su mejor versión estaba allí.

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